Comicios en Colombia

En estos comicios se define (en primera o segunda vuelta) el que será a partir del 7 de agosto el presidente de Colombia hasta 2014. El tan alabado como controvertido gobierno de Álvaro Uribe llega a su fin. Y su sucesor podría ser el primer presidente verde del mundo.

Esta campaña electoral ha sido una de las contiendas políticas más apasionantes que haya vivido Colombia en los últimos años. El silbato de partida para esta carrera la dio justamente el órgano democrático más respetado del país, la Corte Constitucional. Su decisión de declarar inconsistente el referendo por una segunda reelección del presidente liberó un cúmulo de energías entre candidatos, partidos y ciudadanos colombianos, dentro y fuera del país.

“Para un Estado democrático esa es una señal muy positiva ya que hubo un intento de perpetuarse en el poder”, dijo a Deutsche Welle (DW), Sabine Kurtenbach, investigadora de cambios sociales en América Latina para el Centro Internacional de Estudios (GIGA), en Hamburgo. “El que la gente pueda elegir entre varios proyectos es la base de la democracia”, agrega Kurtenbach.

Sin Ley no hay país

La Colombia del 2010 es otra que la de 1990, cuando fueron asesinados tres candidatos. A pesar de que las FARC mataron a 9 infantes de marina y de que aún son muchos y graves los defectos de las instituciones, los colombianos han podido celebrar, esta vez, “su” democracia en todo el país. Y ésto se le debe al fortalecimiento de la asediada democracia en Colombia, así haya aún mucho qué hacer.

La wehrhafte Demokratie, el principio constitucional alemán de que sólo una democracia fuerte hacia adentro y hacia afuera es capaz de defenderse, es uno de los pilares del Estado social de Derecho, como se comprende Colombia. Estos han sido los comicios más pacíficos desde hace 10 años. Y, a pesar de todas las víctimas inocentes de la “seguridad democrática” y sin mezquindades, este es un triunfo del saliente gobierno de Álvaro Uribe.

Álvaro Uribe: amado y vituperado ¿Con razón?

Con todo, Uribe termina dos períodos presidenciales con una aceptación de más del 70% y una condecoración, durante la reciente Cumbre UE-ALC en Madrid, por parte del grupo mediático Intereconomía, como el “Mejor Dirigente Político Iberoamericano de la Década”.

No hay ningún candidato a sucederlo que no expresara el consenso nacional de combatir duramente a los violentos. Sólo que no todos consideran que el fin justifica los medios. Ésta es y será la pequeña gran diferencia entre Uribe y el post-uribismo.

Aunque Uribe sale disfrutando de su robusto “efecto teflón”, su segundo período casi se consumió en la intención de querer gobernar desde el Palacio de Nariño por tercera vez. El fantasma de la reelección generó una autoparálisis de la oposición, para la que Álvaro Uribe Velez se convirtió en una fijación.

Colombia estaba inmersa en una especie de bloqueo autosugestivo. Y el Gobierno de Uribe, a pesar de los éxitos puntuales en seguridad e inversión extranjera, se estaba reduciendo a escándalos generados por su propia dinámica: ejecuciones extrajudiciales, espionaje político, corrupción y desempleo masivo.

¿Adiós a la “seguridad democrática” de cuño uribista?

Nunca antes la figura de un presidente en Colombia había suscitado tanta admiración y tanto repudio. Una polarización que dividió al país entre “uribistas” y “antiuribistas”. Por eso hoy muchos que reconociendo los logros de Uribe mantuvieron - y mantendrán - una sana mirada crítica sobre su gestión, respiran profundo al ver el festival democrático vivido en la campaña electoral..

Y no es para menos. La contienda la disputan seis excelentes candidatos de las más diversas proveniencias y una variadísima gama de partidos. Apenas el domingo 30 de mayo a las 7 de la noche de Bogotá, una de la mañana, hora de Europa central, se conocerá o el ganador definitivo o los dos finalistas que se enfrentarán el 20 de junio. Así de inciertos son los resultados, así de apretada la contienda.

Abanico de candidatos refleja evolución democrática

Tras más de 20 encuestas nacionales lo único que se cristaliza es un empate técnico entre los candidatos más sobresalientes: Antanas Mockus, del Partido Verde y Juan Manuel Santos, de la oficialista Unidad Nacional o Partido de la “U”.

“No es una exageración decir que los colombianos quedarían tranquilos votando por cualquiera (de los 6 candidatos)”, dice la revista Semana, de Bogotá. En efecto, todos han demostrado, en mayor o menor grado, que son aptos para dirigir a la compleja Colombia que vive la paradoja de tener un conflicto armado interno por 60 años y, a la vez, mantenerse como uno de los países más estables de la región, política y económicamente.

El abanico de aspirantes que busca suceder a Uribe es altamente representativo, desde la izquierda hasta la derecha: “Hay candidatos del establishment y de ellos se puede escoger entre cuatro modelos diferentes, y hay también los que cuestionan ese establishment. Hay una mujer, hay políticos víctimas de la violencia y hay un ex guerrillero. Hay expertos en ganar batallas históricas, doctos en manejo del parlamento y en debates de control político y maestros en el arte de hacer milagros en ciudades tomadas por el caos.

Hay quienes proponen la continuidad del presidente Uribe y otros que plantean grandes virajes en temas como la propiedad de la tierra, la extradición o la justicia social. Hay quienes se permiten altas dosis de liberalidad y admiten que han fumado marihuana, otros que se plantean dudas sobre la existencia de Dios y también quienes apoyan el matrimonio entre homosexuales”, resume Semana.

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Los partidos no han desaparecido, se han “transformado”

“Colombia tiene hoy día un pluripartidismo fragmentado pero más abierto que en décadas pasadas”, explica el investigador David Roll, de la Universidad Nacional de Colombia, quien estudia la compleja evolución de la participación política en Colombia y busca dilucidarla ante estudiosos extranjeros.

Esa “evolución” explicaría cómo es que el oficialista Juan Manuel Santos, ministro de Defensa bajo Uribe, tiene como compañero de fórmula a Angelino Garzón, un legendario sindicalista. O cómo es que un ex guerrillero como Gustavo Petro, líder del Polo Democrático, un partido que aglutina a diferentes corrientes izquierdistas, tiene la opción de sobrepasar en votos al antiguo Partido Conservador, liderado por Noemí Sanín, ex embajadora en Madrid y Londres durante el mandato de Uribe.

O cómo es que dos profesores de matemáticas, Antanas Mockus y su nominado vicepresidente Sergio Fajardo, dirigentes del Partido Verde, se convierten en “estrellas pop” de la política colombiana mostrando que son la antítesis de los políticos. Y eso, a pesar de que ambos llegaron como políticos a las alcaldías de Bogotá y Medellín, respectivamente.

Eso no es todo. Mockus, elegido por consulta abierta para liderar el partido, tiene un equipo compuesto de otros dos ex alcaldes estrella: Enrique Peñalosa, un urbanista ecológico que hizo de Bogotá la capital latinoamericana con la mayor cantidad de kilómetros de ciclovías y le trajo varios premios internacionales. Y, por último, Lucho Garzón, ex militante del Polo Democrático y también ex alcalde de Bogotá, que puso su acento en la atención de los más pobres. El sindicalista Lucho Garzón es un ejemplo de la movilidad que ha alcanzado la sociedad colombiana: sus estudios los pagó cargando maletas en el aeropuerto El Dorado, de Bogotá.

“Legalidad democrática y seguridad alimentaria”

Sus exitosas gestiones y alta credibilidad, así como la promesa de dedicar su gobierno al fortalecimiento de la educación y la ciencia, pero también a la lucha contra la corrupción, propagando un “respeto del erario público”, son algunos de los factores que han originado lo que el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince bautizó como la “Ola Verde”, el masivo entusiasmo desatado por este cuarteto de políticos que se propone llegar a la presidencia de Colombia liderado por el descendiente lituano Antanas Mockus o “Antonio Mosquera” como lo rebautizara una tribu indígena.

Estas elecciones son también singulares porque serían además las primeras en América Latina en las que internautas colombianos de todo el mundo se unen para apoyar a un candidato y un partido logrando transmitir tanto entusiasmo a la población por fuera de las redes sociales del mundo virtual que terminaría convirtiéndose en un empujón real a la presidencia del país.

La página virtual de la campaña también creó Onda Verde, probablemente, la primera radio en Internet para impulsar una campaña política. "Todo esto puede motivar a que haya una mayor participación electoral", cree Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral de Colombia (MOE).

Santos, el enigmático y...¿el subvalorado?

En cuanto a Juan Manuel Santos, el otro contendor que lidera las encuestas de intención de voto, los colombianos saben que es un gerente acucioso, pero no están seguros de si su gestión incurrirá en los mismos vicios de Uribe.

Como ministro de Defensa, Santos reglamentó el uso de la fuerza, pero también impulsó las investigaciones por crímenes por fuera de combate. El despido de la cúpula militar, responsable moral de esos asesinatos, le valió el repudio de las élites de ultraderecha. Cierto es que, aunque la oferta de recompensas por guerrilleros capturados, vivos o muertos, no fue de su autoría, él no hizo nada para cambiar la situación hasta que la prensa lo divulgó.

Éxitos a alto precio

El fulminante éxito de la Operación Jaque, dirigida por Santos, y en la que se liberó a la ex política Ingrid Betancourt, así como a 3 estadounidenses y 11 militares y policías secuestrados por las FARC, demostraron que Juan Manuel Santos posee el arrojo y la inteligencia para medirse con los violentos.

También la eliminación de Reyes, el “canciller” de las FARC que delinquía desde Ecuador, fue otro éxito en la lucha contra el terrorismo pero aceleró el deterioro de las relaciones de Colombia con Ecuador y Venezuela. Por ese motivo, Chávez mantiene un “bloqueo económico” de facto contra Colombia y un juzgado ecuatoriano quiere enjuiciar a Santos.

Sin duda su destreza en economía, política y seguridad es considerada garante de una presidencia post-uribista, pero Santos no parece representar la ansiedad de una oxigenación de la política colombiana.

Los retos de la presidencia 2010-2014

Para la científica Sabine Kurtenbach los retos de un nuevo presidente en Colombia serán “luchar contra la gran inequidad social, la corrupción y el desequilibrio entre las urbes y el campo”. Ahora sólo falta que los 29´997.574 de colombianos habilitados para votar hagan uso de su derecho. Ante la reñidísima contienda entre las propuestas, una cosa sí parece segura: estas serán unas elecciones en las que, según el Registrador Nacional de Colombia, Carlos Ariel Sánchez, “habrá un récord histórico del 70% de participación”.

En estas elecciones, en las que las ideologías de izquierda o derecha no han jugado un papel relevante, es muy probable que gane el que personifique uno de los principios más sentidos ahora en Colombia: que “ni la pobreza justifica la violencia, ni la seguridad la ilegalidad”.

Autor: José Ospina-Valencia

Editora: Emilia Rojas Sasse