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Colombia, entre la guerra y la paz

Marc Koch, desde Buenos Aires (CP)26 de mayo de 2014

El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, perdió ante el derechista Óscar Iván Zuluaga. En la segunda vuelta, los colombianos deciden si vuelven al pasado o si continúan por la senda de la paz, opina Marc Koch.

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Óscar Iván Zuluaga.
Óscar Iván Zuluaga.Imagen: Reuters

El presidente colombiano elevó su apuesta y perdió. Juan Manuel Santos deberá ir a segunda vuelta para definir si continúa o no en el poder. Sin embargo, dejó en claro que, a pesar de todo, no cambiará su estrategia, y que para él no hay objetivo político más importante que lograr la paz en Colombia tras 50 años de guerra civil y más de 200.000 muertos.

Una estrategia riesgosa

Los resultados de esta jornada electoral en Colombia -la más pacífica de su historia- demuestran a quiénes llega el mensaje de Santos, y a quiénes el de su rival, el derechista Óscar Iván Zuluaga. En las provincias de Cauca, Valle y Nariño, y en todas las regiones afectadas por la violencia, la gente votó a Santos y a su política pacificadora, pero en el interior del país y en las grandes ciudades, sobre todo en Bogotá, la campaña del presidente no dio buenos resultados.

En las zonas urbanas se ve claramente que los colombianos tienen otras preocupaciones además de la lucha de décadas de sus Gobiernos contra los guerrilleros de las FARC. En los centros urbanos, el aumento de la criminalidad y el encarecimiento del sistema de salud y de la educación son prioridad para muchos.

Promesas vagas y poco poder de convicción

Nadie pone en duda que la economía de Colombia es una de las que más aceleradamente crece en América Latina. Pero no todos los colombianos se benefician de ese desarrollo. El presidente Santos prometió que eso cambiará si se logra un acuerdo de paz con las FARC, y que el repunte económico será de un 7 por ciento, un optimismo que muy pocos comparten. “Cerca de un 85 por ciento del Producto Social Bruto proviene de áreas que no están afectadas en absoluto por la guerrilla”, explica el analista colombiano Alberto Bernal.

Marc Koch, corresponsal para América Latina en Buenos Aires.
Marc Koch, corresponsal para América Latina en Buenos Aires.Imagen: DW

Claro está que con vagas promesas no se convence a la mayoría, y Juan Manuel Santos debería saberlo. Sin embargo, se concentró en una campaña monotemática, haciendo hincapié en las conversaciones de paz con las FARC, lo cual es, de seguro, el objetivo más importante, pero no puede ser el único. Su rival en la segunda vuelta, Óscar Iván Zuluaga, y su mentor político, el expresidente Álvaro Uribe, sí lo sabían, y, lamentablemente, tuvieron éxito.

Entre la guerra y la paz

Lamentablemente, porque el curso de Zuluaga hará retroceder a Colombia, ya que éste está dispuesto a imponer duras condiciones a los guerrilleros y, probablemente, ni siquiera pueda explicar para qué. Su estrategia hará volver a cero el proceso de paz que Colombia ya inició tres veces sin éxito, y que nunca había llegado a avanzar tanto como hasta ahora. En lugar de llevarlo hacia adelante, revivirá antiguos temores y resentimientos, y ese no puede ser el derrotero de Colombia, porque no tiene futuro.

Además, no tiene mucho sentido insistir en que, tanto Santos como Zuluaga, cuentan con el apoyo de los grupos más poderosos de Colombia y que no están enraizados en las capas menos pudientes de la población, un hecho bien conocido que tampoco ayudó a los dos candidatos de izquierda esta primera vuelta electoral, y mucho menos al país.

Sin tiempo para apuestas

Lo que deciden los colombianos el 15 de junio en segunda vuelta es justamente eso: la guerra o la paz. Todas las otras cuestiones pasan a un segundo plano, y ahora que solo quedan dos candidatos, los ciudadanos tienen la posibilidad de decidirse por una clara alternativa en este asunto clave para Colombia. Los 33 millones de electores deberían pensar si quieren volver a dejar al azarun factor tan importante, ya que se registró una participación del 40 por ciento en los comicios, lo cual es ciertamente un escándalo.

Esa actitud de los colombianos tal vez haya sido una forma de demostrarle a su actual presidente que quieren que se ocupe de otros temas urgentes en su agenda política, y tienen todo el derecho del mundo a hacerlo. Pero deben saber que en la segunda vuelta ya no habrá lugar para juegos de ese tipo.