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Colombia: “La memoria, aliada de la construcción de la paz”

28 de abril de 2017

La paz en Colombia pasa también por el esclarecimiento de los hechos y la memoria. Especialistas reunidos en Bruselas detectan tareas urgentes para evitar nuevas polarizaciones.

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Kolumbien Historisches Friedensabkommen in Cartagena unterzeichnet
Imagen: Reuters/J. Saldarriaga

"En Colombia ha habido un proceso de rescate y reconocimiento de las víctimas del conflicto armado. Esto hizo que muchísima gente se movilizara a favor del acuerdo de paz a pesar de los resultados del plebiscito. No obstante, corremos el riesgo de que muchos, dentro y fuera del país, piensen que el proceso ya está consumado y que la memoria ya no es necesaria como legitimadora”, explica a DW José Antequera Guzmán, jurista colombiano, especialista en derechos humanos.

 

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Firmado definitivamente en noviembre de 2016, el momento es crucial para la implementación de este complejo acuerdo.  Por ello, en Bruselas, invitados por la fundación alemana Friedrich Ebert, especialistas debatieron esta semana acerca de las tareas inminentes para evitar que el proceso de paz polarice, otra vez, a la sociedad colombiana. Entre esas tareas trabajar en la memoria encabeza la lista. Pero, ¿por qué, entre tantas tareas para lograr pacificar el convulso país, es importante trabajar en la memoria?

La memoria abre caminos

"Sólo a través de ella y el reconocimiento de todas las víctimas será posible abrir caminos a las reformas mínimas para que haya paz. Sólo a través del reconocimiento es  posible plantear el debate en torno a si las fuerzas de seguridad del Estado van a cambiar su forma de concebir a la oposición política”, afirma Antequera.

Su padre fue una de las víctimas del genocidio a la Unión Patriótica, el partido político fundado en 1985 por guerrilleros desmovilizados en el marco del proceso de paz negociado bajo el mandato del presidente Belisario Betancur.

Se premia la verdad

"Las sociedades que salen de un conflicto tan largo y sobre todo tan degradado como el colombiano tienen varios caminos para tratar de lidiar con ese pasado tremendo y horroroso”, dice a DW Álvaro Sierra, especialista en conflictos armados y procesos de paz. "Chile y Argentina escogieron olvidar y pasar la página. Colombia ha escogido el camino contrario: se premia la verdad. Y verdad quiere decir saber qué pasó, cómo pasó, las razones por las que pasó y, algo muy importante, quién lo hizo”, sigue Sierra.

Alvaro Sierra, Experte für Friedensprozesse
Imagen: DW/M. Banchón

"Colombia tiene mucho conocimiento sobre su propio conflicto armado, tiene desde hace diez años un Centro de Memoria Histórica. Lo que falta es el reconocimiento de que todos hicieron de todo: el Estado tiene responsabilidad, y también la tienen civiles: empresarios, ganaderos, políticos. Y asimismo las guerrillas, paramilitares y otros grupos”, puntualiza.

Experiencia europea

En esta tarea, la experiencia de países de la Unión Europea podría ayudar. "Sobre todo países que tienen experiencia en memoria, como Alemania, podrían apoyar para preservar la independencia y la autonomía de las instituciones que hoy están trabajando el tema”, dice Antequera.

"En la puesta en marcha de la comisión de la verdad puede haber una contribución interesante de países como Alemania, que tienen experiencia en ambos campos: tanto en memoria como en justicia transicional”, coincide Sierra.

Cabe recordar que tanto después de 1945 como después de 1989, Alemania tuvo que generar instituciones y mecanismos para gestionar, tanto la reconstrucción de lo ocurrido como la justicia y, en parte, la reconciliación. Por otro lado, en el esclarecimiento de la verdad en los Balcanes y en la reconciliación en Irlanda del Norte son procesos en los que la UE tiene experiencia. 

Sus prioridades en la cooperación para el posconflicto, por lo pronto, están puestas en desarrollo rural –una de las causas del conflicto- y reintegración de excombatientes.

No serán todos, pero hay que empezar

Claro queda: la reconstrucción de la memoria en Colombia pasa por el esclarecimiento de las 220.000 muertes y las 60.000 desapariciones. La tarea es magna. Y su cumplimiento, muy probablemente, nunca será total.

No obstante, para implementar un acuerdo de paz con elecciones a la vuelta de la esquina -que amenazan polarizar el país- habría que mostrar a la brevedad posible avances, por lo menos en casos simbólicos: por ejemplo, dice Antequera, el genocidio de la UP. Según Sierra, la masacre de Bojayá, en donde las FARC detonaron un cilindro que mató a 70 personas, pero los militares sabían que los paramilitares estaban en el pueblo utilizando a los civiles como escudos. 

"La memoria puede ser una gran aliada de la construcción de paz si no se convierte en un arma vengadora”, resume Sierra. "Si se logra sentar alrededor de una mesa a gente con narrativas opuestas ("yo me levanté en armas contra un Estado terrorista y abusivo” y "yo cometí algunos horrores porque estaba defendiendo la patria”) , si logra discutirlos con el país, difundirlos masivamente, se puede producir un efecto catártico como en Sudáfrica. En esa medida, la reconstrucción del pasado puede ser una gran contribución a la paz”, dice  Sierra. Y concluye: "pero claro, no es fácil”.