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Colombia LGTB: “A nadie le interesa que esto se sepa”

Martin Reischke
26 de noviembre de 2020

María Susana Peralta Ramón, abogada de la organización LGBT Colombia Diversa, habla con DW sobre el informe “¿Quién nos va a contar?” que documenta las experiencias de personas LGBT en el conflicto armado.

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LGBTI-Pride Parade in Kolumbien
Imagen: Getty Images/J.Sarmiento

El informe "¿Quién nos va a contar?” de la organización Colombia Diversa documenta los casos de al menos 30 personas de la comunidad LGBT (lesbianas, gais, bisexuales y transgénero) que han sido víctimas de violencia por prejuicio en el conflicto colombiano. ¿Cómo se define violencia por prejuicio?

María Susana Peralta Ramón: Es un concepto que inventó la filósofa colombiana María Mercedes Gómez, y consiste en explicar por qué ciertas personas son víctimas de unos crímenes que no pueden tener una motivación más allá del disgusto o el desagrado. Entonces la violencia por prejuicio indica que una persona cuando opina algo, antes de conocer a otra persona, tiene un imaginario construido y alimentado por el contexto en el que vive. Sobre estos prejuicios que tiene, cree que su víctima puede ser una persona particularmente vulnerable, peligrosa o útil para sus propios intereses.

30 casos son una muestra muy pequeña. ¿De este informe se puede deducir la dimensión de esta violencia durante el conflicto a nivel nacional?

Si nos sometemos a los estándares de la ciencia de la estadística, no alcanzamos la representatividad, pero eso en sí es un síntoma de la violencia por prejuicio institucionalizada en Colombia. Esta es una tarea que el Estado debería estar haciendo, porque la población LGBT es una población a la que matan con mayor frecuencia y con características distintas a la forma en la que se cometen otros homicidios, Pero el Estado no lo ha hecho. Nuestros hallazgos han sido tan homogéneos en lugares muy distintos de Colombia; parece que la representatividad la alcanzamos solo porque las historias son muy parecidas.

¿Cómo se distingue la violencia por prejuicio de otras formas de violencia durante el conflicto?

Fue una violencia distinta, primero por los motivos, pero después es una violencia mucho más cruel y mucho más cercana al cuerpo, justamente porque lo que pretende sancionar es la sexualidad. Es una violencia que pretendía a veces sacar provecho, pero otras veces simplemente reforzar una norma social.

El informe analiza la violencia contra las personas LGBT a partir de una comparación entre la guerrilla de las FARC y las Autodefensas Unidas de Colombia. ¿Cuáles son las diferencias entre la guerrilla y los paramilitares?

En las FARC había unos estatutos de conducta, las relaciones homosexuales estaban completamente prohibidas; si un miembro quería tener una pareja heterosexual que no fuera de las FARC, tenía que pedir permiso a su comandante. Entonces, en las FARC conocemos mucho más este tipo de disciplinamientos. No dudo que en los paramilitares también haya ocurrido, pero una política institucional la hemos documentado mucho más en las FARC.

¿Cuál fue la situación en los grupos paramilitares?

Los paramilitares propugnaban una sociedad hiperconservadora, en la que no había ni espacio para negociar ni para cambiar, y por eso su violencia fue mucho más cruel y letal. Si descubrían que alguien era una persona LGBT, la mataban, muchas veces antes la violaban o torturaban. Era una violencia mucho más letal que pretendía expulsar mucho más fuertemente la diferencia.

¿...algo que no pasó en las FARC?

La violencia de las FARC era menos letal, porque no querían ser igual a los paramilitares, que eran sus enemigos militares, pero también por los valores de la izquierda política que se supone que estaban detrás de su fundación. Antes que matar a una persona LGBT, la lesionaban, cometían actos de violencia sexual, la amenazaban, y si después de que ya la habían castigado no mejoraba, ahí sí llegó el acto de desplazamiento, homicidio o desaparición forzada. Las FARC y los grupos paramilitares compartían el desagrado y la intolerancia ante las personas LGBT.

Otro actor importante durante el conflicto en Colombia era el Estado, con la policía y el ejército. ¿Por qué no se incluyó en la investigación?

Sí conocemos a varias víctimas del ejército y de la policía, pero no nos dieron su consentimiento para publicar sus historias. A las víctimas del Estado les da mucho miedo, parece que el Estado es mucho más efectivo en sus métodos coercitivos con las víctimas. El Estado nunca se va a desmovilizar. La gente víctima de las FARC y de los paramilitares van a un tercero para que les dirima el conflicto, pero las víctimas del Estado tendrían que ir ante el Estado mismo. Entonces les causa mucha desconfianza, son las víctimas más atemorizadas que hemos visto. No es por falta de casos, el ejército atemorizó y persiguió a las personas LGBT igual que los paramilitares y las FARC, sóoo que fue mucho más exitoso en silenciar a sus víctimas.

La violencia contra personas LGBT es un tema que hasta la fecha casi no se ha tocado en la justicia transicional. ¿Por qué?

Por un lado, los sistemas judiciales, el derecho sobre todo, sufren de una mirada muy masculina, muy heterosexual, muy binaria, en la que esto era una novedad. Y por el otro lado, a nadie le interesa que esto se sepa, porque todos los actores armados han cometido violencia por prejuicio.

Uds. entregaron el informe a la Comisión de la Verdad, cuyo mandato es el primero a nivel mundial en contemplar el reconocimiento de las personas LGBT víctimas del conflicto armado de manera explícita y transversal. ¿Qué esperan de la Comisión de la Verdad?

Es una relación muy difícil. Cuando empezó su mandato hace dos años, nos dijeron que querían hacer un capítulo sobre las afectaciones particulares de las personas LGBT, y además con un enfoque transversal. Últimamente, esta promesa ha cambiado, ya no es el capítulo, ya no es el enfoque, ya no sabemos qué es. Cuando les entregamos el informe, estuvieron seis comisionados de la verdad, y ellos dijeron que muchas gracias por el trabajo, pero no estamos muy seguras de qué va a pasar con esta cantidad de información.

¿Cuáles son sus recomendaciones para la Comisión de la Verdad?

La primera recomendación es salir y buscar estas historias. Hay que ir y construir confianza con las personas LGBT. Hay que demostrarles que el Estado pretende hacer algo con eso, no solo escuchar sus historias para hacer más interesante el informe, sino para cambiar en algo sus vidas. Lo segundo es que tiene que hacer recomendaciones sobre la desdiscriminación de la sociedad, en particular la discriminación que proviene del machismo y del patriarcado. Hay que hablar de esto, y esto significa, por ejemplo, educación sexual en la educación pública. La última recomendación que le hacemos a la Comisión de la Verdad es que tengan en cuenta la resistencia de las víctimas. Eso es muy importante, porque ellas no son sólo víctimas, son personas completas en todos los sentidos. Hay que ver de qué forma se puede reparar y efectivamente evitar que estas cosas vuelvan a ocurrir.