Comentario: Europa no debe ser indiferente al drama migratorio
4 de octubre de 2013La terrible tragedia de Lampedusa muestra la incapacidad europea. Debe ponerse fin a la muerte de personas inocentes en las aguas del Mediterráneo. Nadie abandona su país y se lanza a las manos de traficantes sin escrúpulos por diversión. Miles de personas han intentado en años pasados llegar a Europa siguiendo rutas peligrosas; no tienen otra opción pues la posibilidad de hacerlo legalmente les ha sido vetada. Los emigrantes intentan abandonar territorios en crisis en barcos completamente inapropiados, sin alimentos y sin agua, una huida que muchos acaban pagando con la vida. Para acabar con este sufrimiento Europa debe poner fin a su política de aislamiento y buscar soluciones que se enfoquen en el bienestar de los más desprotegidos.
Italia se ubica a solo 120 kilómetros de África y es uno de los destinos principales de los indocumentados africanos. Lo mismo que las costas de Grecia y Malta, las aguas del Mediterráneo se han convertido en trampa mortal para los emigrantes indocumentados. La gran cantidad de muertos evidencia que Europa es responsable por su política de aislamiento flanqueada de controles militares. La Unión Europea incluso ha amenazado a Grecia con reestablecer sus controles limítrofes si estos no refuerzan herméticamente fronteras. ¿Por qué nadie escucha a aquellas organizaciones de derechos humanos que exigen desde hace años acabar con la trata de personas en el mar Mediterráneo y buscar soluciones?
La indiferencia con que reacciona Europa debe llegar a su fin. Europa no puede dejar solos con este problema a países como Italia. Todas las naciones europeas tienen que trabajar unidas y constructivamente para brindar a los desprotegidos acceso justo y seguro. El derecho a asilo está anclado en la Constitución Europea. Pero en dónde pueden solicitar asilo los indocumentados de Eritrea, Somalia, Afganistán o Siria, a quienes por la situación en sus países de origen les corresponde este derecho? La única posibilidad para la mayoría de huir hacia Europa es entregándose a las manos de los traficantes de personas.
Europa debe realizar grandes esfuerzos para mejorar la situación de vida en las zonas de conflicto. Los inmigrantes de Eritrea abandonan su país en el que rige un gobierno autoritario que viola sistemáticamente los derechos humanos. En Somalia, que desde hace poco cuenta con un nuevo gobierno, no logran levantar estructuras estatales que garanticen la seguridad en el país. Las personas provenientes de las zonas de conflicto anhelan la paz, huyen del hambre, la guerra y la opresión y es exactamente ahí, en la raíz del problema, donde deben centrarse los esfuerzos de la comunidad internacional.
Debemos esforzarnos por combatir la pobreza y apoyar los cambios democráticos que aseguren una calidad de vida digna. Hasta lograrlo, Europa tiene que brindar a los desprotegidos acceso justo y seguro. El sistema de asilo de la UE que entró en vigor a mediados de este año, resulta hasta ahora poco convincente. El hecho de que pescadores y capitanes de barco italianos corran el riesgo de ser incluso juzgados penalmente si rescatan a náufragos indocumentados es muestra de un cinismo sin igual por parte de Europa.