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Comentario: México, un país dividido

Claudia Herrera Pahl7 de julio de 2006

La pequeña diferencia de 0,57 por ciento que oficialmente encumbra al "panista" Felipe Calderón a la silla presidencial mexicana, no cambia en nada el hecho de que México está dividido.

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Felipe Calderón gandor de los comicios presidenciales en México.Imagen: AP

El 60 por ciento de los 71 millones de mexicanos con derecho a voto acudió a las urnas el pasado domingo 2 de julio y cumplió con su deber y derecho ciudadano. De este 60 por ciento, el 35,88 por ciento eligió como presidente a Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional (PAN). Un 35,31 por ciento otorgó su voto a Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD). La pequeña diferencia de 0,57 por ciento que oficialmente encumbra al "panista" Felipe Calderón a la silla presidencial mexicana, no cambia en nada el hecho de que México está dividido, entre aquellos que buscan la estabilidad en la continuidad neoliberal y los que quieren la promesa izquierda de cambio para gozar precisamente de esa estabilidad.

La división de la sociedad mexicana en realidad puede resumirse en una demanda básica: estabilidad y crecimiento pero para todos, también para los millones de mexicanos que viven en la pobreza, que sufren hambre, que carecen de oportunidades de educación y de empleo.

No importa si a la cabeza está un “Felipe López” o un “Manuel Calderón” podría interpretarse el desenlace de estas elecciones. Lo que los mexicanos quieren es un presidente y un Gobierno que implemente las reformas necesarias para que todos los 107 millones de mexicanos gocen de educación, de seguridad, un trabajo que les permita vivir dignamente y un entorno que les deje habitar sanamente.

Elecciones limpias

El Instituto Federal Electoral (IFE), cuenta tanto a nivel nacional como internacional con una excelente reputación. Un organismo de imagen intachable al que los expertos califican de uno “de los más seguros del mundo”. Precisamente este IFE anunció oficialmente, después de 5 días de contar y recontar, que Felipe Calderón aventaja a López Obrador y al tercer candidato Roberto Madrazo del Partido de la Revolución Institucional (PRI), que acumuló el 22,27 por ciento de los votos.

Siguiendo las reglas del juego democrático avaladas en las cifras del IFE y respetando las reglas específicas del sistema político mexicano, es Felipe Calderón quien tomará posesión de la presidencia el próximo 1 de diciembre. Bien harían todos en aceptarlo así, pues nada más trágico podría pasarle a México que agregar a la interminable campaña preelectoral una igual de larga postelectoral.

Manuel López Obrador anunció ya que impugnará ante la Justicia los comicios del domingo y convocará a sus seguidores a manifestarse, lo que podría representar el inicio de una crisis y el peor escenario para un México que debe enfrentar lo antes posible grandes retos.

Un sexenio difícil

Hace 6 años, el actual presidente Vicente Fox, ofreció, al asumir el poder, un crecimiento anual del 7 por ciento y la creación de 1,2 millones de empleos al año y éstas siguen siendo las dos grandes metas a alcanzar por Calderón.

El principal reto para Calderón será cómo incrementar la competitividad de la economía mexicana para atraer la inversión, generar mayor crecimiento y crear los empleos que requiere el país para evitar la emigración de casi 2,5 millones de trabajadores a Estados Unidos cada año. Otro de los grandes retos a enfrentar será la urgencia de cambios en la estructura financiera y ordenar las finanzas públicas.

Calderón recibe un país con enormes brechas en los salarios, con grandes cinturones de pobreza en muchas ciudades y una población rural completamente empobrecida, recibe un México en el que nunca antes se había registrado un nivel de crimen tan alto, la mafia de los narcotraficantes había tenido tanto poder, el sentimiento de inseguridad y de falta de derecho es tan grande.

¿Hábil negociador?

Calderón, de 43 años, un "panista" de toda la vida -su padre fue uno de los fundadores del PAN- estudió leyes en la Escuela Libre de Derecho, hizo una maestría en Economía en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), el más prestigioso de México, y una maestría en Administración Pública en la Universidad de Harvard. Se opone a los matrimonios entre personas del mismo sexo, al aborto y la muerte asistida, y está de acuerdo con la cadena perpetua, especialmente para los secuestradores.

Pero la elección del presidente por sí misma no resuelve los problemas. Los márgenes de maniobra que tiene el futuro presidente Calderón son limitados por el sistema político mexicano. Ni el PAN, ni el PRD, ni el PRI han logrado una mayoría legislativa, el Congreso ha quedado dividido en tercios y los grupos representados dependerán de las coaliciones.

A Fox le hizo falta la habilidad táctica para hacer pasar sus reformas más importantes por el Congreso, y aunque más no fuera mediante coaliciones temporales. De Calderón se espera mucha mayor flexibilidad y destreza para lograr acuerdos con la oposición. Calderón tiene fama de hábil negociador y ha llegado la hora para que la ponga a prueba.