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Comiendo con su Santidad

19 de agosto de 2005

Muchos jóvenes se quejan de haber visto poco del Papa en estas Jornadas. Otros, los afortunados, son 12 chicos de diferentes países que compartieron mesa con el Santo Padre.

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Nicolás Frías, de Chile, fue uno de los pocos invitados a la mesa papal.Imagen: DW

Tienen entre 19 y 28 años. Vienen de Francia, Irlanda, Benin, China, Congo, Canadá, Eslovenia, Australia, Palestina, Alemania y Chile. Han sido elegidos por un procedimiento que ellos mismos desconocen, y hoy se sentaban orgullosos en la sala de conferencias frente a decenas de periodistas para contar que ellos han comido con el Papa.

Con puntualidad alemana se sigue el programa de las Jornadas. A la una salía Benedicto de la sinagoga en el centro de Colonia para dirigirse a la casa arzobispal. Allí le esperaban, tomando el aperitivo y conversando con los cardenales, los 12 jóvenes con los que tenía cita para comer.

El Papa no quiso trucha

De entrada hubo ensalada. Después se sirvió a los jóvenes un plato vegetariano, una especie de “panqueque” con verduras, y al Papa una trucha. Benedicto rechazó la trucha porque su pelado y limpieza requerían demasiado su atención, y al fin al cabo, él había venido a conversar con los chicos y no a pelearse con un pescado.

Benedicto bendijo la mesa y, durante la comida, jóvenes y Papa tuvieron la oportunidad de hacerse respectivamente preguntas. El Papa quiso saber de dónde eran y qué hacían sus invitados. Los chicos preguntaron todo lo que les permitieron los nervios.

“Lo que más me impresionó fue la capacidad de escuchar que tiene el Papa. Te observa detenidamente, se fija en todos los detalles, y te escucha con atención”, dijo Alesksander Pavkovic, un joven invidente de Eslovenia. “El Papa se mostró muy interesado por nosotros, por saber quiénes éramos, nos hizo preguntas muy detalladas sobre nuestras vidas”, comentó Véronique Rondeau, la joven canadiense.

Temas comprometidos no se trataron durante el almuerzo. Benedicto se interesó por la situación de la juventud en Palestina, y dijo al palestino Johny Bassous que los cristianos en Tierra Santa deben ser un ejemplo de convivencia y convertirse en vínculo de unión entre las religiones para logar la paz.

Nicolás Frias, chileno

Nicolás Frías es chileno, tiene 19 años y estudia segundo de derecho en la Universidad Católica. Desde hace un mes sabía que hoy tendría cita para comer con el Papa, como “el único representante latinoamericano, el chico de América”, dijo a DW-WORLD.

“El Papa me pareció muy humano. Me preguntó que de dónde venía y yo le dije que era chileno. Entonces empezó a nombrarme ciudades de Chile y me dijo que le gustaba mucho Chile, que había visitado un par de veces el país y que esperaba volver pronto. Yo le dije que en Chile lo queremos mucho”, contó Nicolás.

Nicolás quiso saber del Papa qué es lo que espera de los jóvenes a nivel mundial, en especial de los jóvenes católicos. Benedicto contestó que los jóvenes, como futuro de la sociedad, tienen que dar testimonio de una íntima relación con Cristo.

Petición concreta al Papa en relación a la juventud, no tuvo ninguna Nicolás. Una mayor apertura de la Iglesia católica para adaptarla a los tiempos y así llegar a los jóvenes, no estaba en la agenda de preocupaciones de Nicolás, ni de ninguno de los jóvenes que lo acompañaron a ver a Benedicto XVI.

“Yo no creo que un Papa pueda ser calificado de liberal o conservador. Esos términos pueden aplicarse a políticos, pero no a un ser designado por Dios para ser el representante de la Iglesia”, opina Nicolás.