Comisión Europea: el balance de Juncker
12 de septiembre de 2018La sala plenaria del Parlamento Europeo en Estrasburgo estaba medio vacía cuando Jean-Claude Juncker tomó la palabra para hablar sobre el estado de la Unión Europea (UE) y sobre su gestión como presidente de la Comisión Europea (CE). El luxemburgués describió los retos del club de los 27 y presentó un balance sin maquillajes, insistiendo en que alabarse a sí mismo no es algo que lo caracterice. Su dejo melancólico y su franqueza son atribuibles al hecho de que no aspirará a la reelección en mayo de 2019, aunque el político de 63 años ha prometido seguir trabajando humildemente. Estos fueron los principales tópicos de su alocución:
“Patriotismo sí, nacionalismo no”
Invirtiendo el sentido de un lugar común usualmente esgrimido por los nacionalistas, el timonel de la CE señaló que la misión de la UE era proteger a sus ciudadanos y sus intereses, sobre todo de las políticas aislacionistas de Estados Unidos y algunos países europeos. Lamentando la creciente influencia política de los populistas de derecha y de sus discursos sentimentalistas, Juncker subrayó que no hay contradicción entre amar al propio país y amar a Europa, y que el bloque comunitario solo podría continuar presentándose ante el mundo con una sola voz si las soberanías de sus Estados miembros se mantenían entrelazadas en el marco de la UE.
La división de Europa
Juncker, quien llevó las riendas del Consejo Europeo, del Eurogrupo y del Ministerio de Finanzas de Luxemburgo antes de ser elegido primer ministro de su país y luego presidente del CE, se dirigió a los actuales Gobiernos de Polonia y Hungría, instándolos a dejar de pretender dividir a la UE y de desobedecer sus regulaciones. “El artículo 7 del Tratado de Lisboa debe aplicarse donde el Estado de derecho esté en peligro”, dijo, exigiéndole al Consejo de Ministros que le dé luz verde al proceso penal contra el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, por violar la normativa comunitaria. Ya el Ejecutivo polaco sufrió un castigo similar.
La conexión Euopa-África
“Los países africanos no necesitan limosnas, sino una sociedad equilibrada con Europa”, sostuvo Juncker, dejando a buen entendedor que, si bien la UE debe proteger mejor sus fronteras con miras a controlar la inmigración, ésta también debe hacer lo que está a su alcance para atenuar los factores que propician los flujos migratorios masivos hacia Europa. Juncker pidió aumentar el financiamiento y el personal de la agencia Frontex, pero también se refirió a proyectos europeos que a mediano plazo crearían diez millones de puestos de trabajo en varios Estados africanos y a un fondo de inversión de 44.000 millones de euros para la región.
Asilo y Política Exterior: decisiones, decisiones…
Juncker recomendó acelerar la repatriación de migrantes a los que se les niega el asilo y le pidió a los 27 que se pongan de acuerdo para repartir equilibradamente a los refugiados acogidos hasta ahora, enfatizando que los principales proyectos de ley para regular esa materia ya habían sido redactados por la CE. Potencialmente polémica fue su recomendación de reformar la manera en que se decide sobre ese asunto y sobre cuestiones de Política Exterior, sustituyendo la unanimidad por el voto mayoritario. Lo más probable es que los Gobiernos populistas de Polonia, Hungría, Austria e Italia ofrezcan resistencia.
La expansión comunitaria y los Balcanes occidentales
Polonia y Hungría, que se adhirieron al bloque comunitario en 2004, ya se han negado a cumplir varias sentencias emitidas por el Tribunal de Justicia de la UE. Pero los problemas ocasionados por ciertos miembros tardíos del club no han hecho que Juncker cambie de opinión sobre los seis Estados balcánicos occidentales que esperan unirse a sus filas. A sus ojos, a éstos se les debe dar una respuesta “antes de que otras fuerzas reclamen a nuestros vecinos para sí”. Moscú y Pekín buscan acentuar su influencia en los Balcanes mediante la cooperación política y económica.
La internacionalización del euro
En más de una ocasión, el jefe de la CE comentó que el euro era un instrumento imprescindible para reforzar la soberanía de Europa. A su juicio, la moneda comunitaria debía ser robustecida y posicionada de tal forma que compita con el dólar como divisa de referencia. “Es absurdo que los aviones construidos en territorio comunitario sean pagados en dólares y no en euros”, advirtió. Aunque satisfecho con el estado de la economía europea, con la manera en que se lidió con la última crisis financiera y con las perspectivas de crecimiento e inversión, Juncker admitió que el estado de ánimo de los europeos le preocupaba a la luz del auge del populismo. “El porfiado nacionalismo es una mentira y un veneno”, espetó, recibiendo ovaciones de pie de todos los eurodiputados, excepto de aquellos pertenecientes a los partidos populistas del continente.
Bernd Riegert (ERC/ERS)
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