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Concilio ortodoxo: más disenso que unidad

Klaus Krämer (ER/PK)15 de junio de 2016

Las Iglesias ortodoxas, que cuentan con unos 300 millones de fieles, planearon un encuentro histórico en Creta. Pero el primer concilio en más de un milenio corre peligro de fracasar.

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Academia Ortodoxa de Creta.
Academia Ortodoxa de Creta.Imagen: OAK

La Iglesia ortodoxa tenía grandes planes. Para el 19 de junio está previsto el inicio de su primer concilio desde el año 787, con la participación de unos 350 obispos, de las 14 Iglesias ortodoxas existentes en el mundo. Cinco de ellas han declinado ahora participar en el encuentro, incluyendo la Iglesia Ortodoxa Rusa. El Santo Sínodo, con el patriarca Cirilo, justificó su decisión señalando que el concilio amenaza con dividir a la comunidad ortodoxa en lugar de unirla. Al respecto conversamos con el profesor Thomas Bremer, del Instituto Ecuménico de la Universidad de Münster.

DW: Profesor Bremer, la Iglesia ortodoxa no es un bloque monolítico. ¿Cuál es su estructura?

Thomas Bremer: La Iglesia ortodoxa consta de 14 Iglesias autónomas. Cada una de ellas tiene tuición sobre un determinado territorio y decide sobre sus propios asuntos. Pero todas se conciben, en conjunto, como una Iglesia ortodoxa.

El patriarca de Constantinopla es considerado tradicionalmente el primus inter pares. ¿Por qué tiene dificultades permanentemente con el patriarca de Moscú?

La de Constantinopla es la primera de las Iglesias ortodoxas, pero hoy en día el Patriarcado de Constantinopla, en Turquía, es muy pequeño. En Estambul, que es el nombre actual de la ciudad, hay solo unos pocos miles de creyentes ortodoxos. También pertenecen a él fieles en las islas griegas y en parte de Grecia. Además, Constantinopla reivindica jurisdicción sobre los creyentes que viven en territorios no ortodoxos. Por ejemplo, los que viven en Estados Unidos o en Alemania.

La de Moscú, en cambio, es la mayor Iglesia ortodoxa. Se estima que tiene más de 100 millones de miembros en Rusia, Bielorrusia, Ucrania y otros países. Hay algunas polémicas de fondo, pero también está el asunto de la primacía dentro del ámbito ortodoxo.

Poco antes del primer concilio ortodoxo desde hace más de 1 200 años, tras 55 años de preparación, se produce ahora el boicot. ¿Cómo ocurrió esto?

Ya se sospechaba que podría haber ciertas dificultades. El primer detonante fue la declinación de asistir del Patriarca de Bulgaria, hace unas dos semanas. Fue algo sorpresivo, porque todos los preparativos de los últimos dos años se habían realizado con gran consenso. Todos los documentos han sido aprobados por unanimidad. Todos estaba informados del cronograma y de lo que habría de ocurrir. Entonces resulta curioso y sorprendente que los búlgaros dijeran que se requería más tiempo y que el concilio debía ser aplazado.

El patriarca Cirilo no acudirá a Creta.
El patriarca Cirilo no acudirá a Creta.Imagen: picture-alliance/dpa

Entretanto, Bulgaria, Georgia, Serbia, Antioquía y Rusia piden que se posponga el encuentro. ¿Cuáles son los temas a tratar en el concilio?

Hay seis textos preparados, que son conocidos y han sido publicados. Y hay un mensaje, un texto, que aún debía ser elaborado. Estos seis textos se refieren a la misión de la Iglesia ortodoxa en el mundo de hoy, a la relación con otras iglesias cristianas, al ayuno, al matrimonio, a la autonomía de cada Iglesia y a la diáspora.

Ahora las iglesias antes mencionadas se han echado atrás y piden una postergación. ¿Qué ganan con eso?

Si el concilio no tiene lugar ahora, no se qué ocurrirá; si se trabajará con vigor para celebrarlo pronto o no se hará nada por largo tiempo.

Pero también los cristianos ortodoxos viven en la modernidad y requieren respuestas acordes a nuestro tiempo…

También hay ortodoxos en sociedades occidentales. En Estados Unidos, teólogas y teólogos ortodoxos discuten en forma crítica los textos del concilio. Sostienen que no es lo que se necesita hoy. (…) Es de temer que la comunidad ortodoxa tenga dificultades para demostrar unidad. Lo que está exhibiendo ahora es una gran desunión. Por otra parte, corre peligro de quedar a la zaga de la modernidad y perder contacto con las personas que viven en la modernidad, tanto en Occidente como en sus propios países.