Población LGBTQI+ en Colombia: ¿prohibido existir?
17 de mayo de 2021"Soy un nómade en mi propio país”, confía a DW Julio (nombre cambiado por la redacción) desde algún lugar de Colombia. "He sido amenazado y temo por mi vida”, agrega este activista de la comunidad LGBTIQ+, hoy desplazado y refugiado fuera de su región.
Las amenazas más recientes llegaron por reclamar las ayudas prometidas por el Gobierno a las poblaciones vulnerables durante la pandemia. Un grupo armado le aseguró entonces que "para las maricas enfermas y sidosas no hay ningún tipo de ayuda" y le recomendó "buscar su muerte natural".
Décadas atrás, Julio, integrante de la Corporación LGBTI "Todos somos iguales" de los Montes de María, que se autodefine como "marica afrodescendiente”, sufrió sucesivos ataques de las FARC y de los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
"El conflicto armado en Colombia pensábamos que terminaría con la firma de los acuerdos de paz, pero con este Gobierno se ha incrementado, y sigue la guerra interna en mi país", sostiene. "Y tampoco ha terminado el acoso a la población LGBTI", agrega decepcionado.
Su caso, efectivamente, no es el único. La entidad gubernamental Unidad para la Atención y Reparación Integral a las víctimas de Colombia ha informado que 4.971 personas LGBTQI+ han sido víctimas del conflicto armado en el país.
"El conflicto armado ha exacerbado la homo-les-bi-trans-fobia estructural, que genera estigmatización, exclusión y discriminación contra las personas LGBTI, y a su vez se expresa en violencias visibles o directas -amenazas, agresiones verbales o físicas y muerte- y violencias indirectas o no visibles, tanto culturales o simbólicas, como económicas y políticas", indica a DW Edgar Robles Fonnegra, Coordinador de la Plataforma Nacional"LGBTI por la Paz", que nuclea a más de 200 organizaciones en torno a esa causa.
"El conflicto ha tenido fuertes impactos en contra de las personas LGBTI", afirma, por su parte, María Susana Peralta Ramón, abogada del área de Paz y Justicia Transicional de la organización Colombia Diversa, en diálogo con DW.
"Por un lado, se ensañó con sus cuerpos, con sus formas de amar, con sus reuniones, con sus expresiones culturales, con sus identidades y sus necesidades", puntualiza la letrada. "Por otro, hizo que la posibilidad de resistir con dignidad, de construir círculos de apoyo, fuera un acto de valentía y de peligrosa visibilidad", añade.
Violencia antes, durante y después del conflicto
"A las personas LGBTI las castigaron, las expulsaron o las utilizaron en favor de los intereses de la guerra. Esto incluía afirmar su dominio armado, simpatizar con la sociedad civil compartiendo prejuicios, exhibir masculinidades guerreras poderosas, controlar información o prevenir conductas sociales indeseadas para el proyecto armado de cada organización", subraya Peralta Ramón.
Respecto a los perpetradores, apunta a una diferencia: "Todos los actores armados han ejecutado hechos de violencia. Solo que las víctimas del Ejército colombiano son las más temerosas de denunciar, pues su victimario -el Estado colombiano- nunca se desmovilizará".
Así, los ultrajes a la población LGBTQI+ han sido una constante en la historia del país, con apenas alguna particularidad: "La principal diferencia es que durante el conflicto armado la violencia estaba implementada por parte de enormes estructuras jerarquizadas y llenas de armas y de planes bélicos. Mientras que la violencia predecesora y sucesora de este conflicto con las FARC-EP, se caracteriza por no tener necesariamente estructuras armadas respaldándola", especifica la abogada nacida en Bucaramanga.
Situación actual
"En la actualidad, existen sectores conservadores y fundamentalistas antiderechos, que usan el discurso de la 'ideología de género' para derrotar la paz y, hoy desde el Gobierno, hacen lo posible para que no avancen, o incluso retrocedan, los logros que hemos acumulado en 20 años", sostiene desde Bogotá Robles Fonnegra, conocedor de la situación a lo largo de todo el país.
"Colombia es un país laico en su Constitución, pero en la vida cotidiana es católico, patriarcal, machista, racista, xenófobo y evidentemente homófobo”, afirma, en tanto, Andrea Millán Rivera, integrante de la Junta Directiva de la Corporación "Colombia somos todos y todas" y directora del Colectivo "Rompiendo el silencio".
"Entonces, si aparte de que tus tierras benefician a ciertos intereses específicos con más poder que tú, y para colmo, eres 'marica', no solo no tienes derecho a tener un hogar, amor y memoria, sino que simplemente se te niega el derecho a existir."
"En aquellos corregimientos donde no llega ni la mirada de Dios, la población diversa es la causante de todos los males", comenta a DW la joven, que se identifica como pansexual. "En Colombia la población LGBTQI+ terminamos siendo ciudadanos de segunda categoría, relegados a los estereotipos. Solo si 'tienes suerte' y 'no se te nota', puedes vivir más o menos normal", relata Millán Rivera desde las cercanías de Cali.
Pese a todo esto, concluye esperanzada, "algunos de nuestros jóvenes ya no tienen que pasar por el armario, estamos rompiendo el silencio y recordándole al mundo que existimos, y aunque nos quieran hacer víctimas, seremos sobrevivientes." (rml)