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Controles fronterizos en una Europa sin fronteras

10 de marzo de 2010

Hace 15 años, los países de la Unión Europea decidieron eliminar las aduanas internas, lo que no significa que los guardias fronterizos se hayan quedado sin trabajo. Hoy, se sigue controlando- sólo que de otra manera.

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El policía Andreas Matthis, de servicio en la frontera con Polonia.Imagen: DW/ Heiner Kiesel

Andreas Matthis sintoniza la radio. La furgoneta VW en la que se encuentra está pintada de azul y blanco- los colores de la policía federal alemana- y permanece estacionada a un margen de la autopista A 12, la principal conexión entre París y Varsovia. El motor del vehículo está encendido; dentro suena Barclay James Harvest, interrumpido por los chasquidos del receptor policial; fuera reina la niebla, y los zumbidos del tráfico en dirección a Berlín.

"Antes solíamos ponernos allí detrás, en la frontera con Polonia", cuenta Matthis, y señala hacia donde se concentra la niebla. "Antes, los clientes venían a nosotros. Ahora, nosotros vamos a los clientes", añade su compañero René Hornig, y suelta una carcajada. Lo que parece un mero chiste policial es en realidad un resumen de los cambiados acontecidos en Europa desde la entrada en vigor- hace ahora 15 años- del llamado Tratado de Schengen. Las aduanas han desaparecido físicamente, pero los agentes pueden controlar a lo largo de 30 kilómetros cuanto coche les parezca oportuno, e incluso internarse en territorio del país vecino para perseguir a sospechosos.

Evitar las entradas ilegales

15 offene EU-Binnengrenzen: Grenzpatrouille an der deutsch-polnischen Grenze
René Hornig.Imagen: DW/ Heiner Kiesel

Matthis y Hornig vigilan el tráfico. Su tarea es impedir la entrada de personas ilegalmente en Alemania. Pero, ¿cómo se logra algo así desde la cuneta de una autopista? "Nuestra oficina nos suele mandar informes sobre la situación, pero cada agente tiene sus propios criterios", dice Hornig. "Ése de ahí, por ejemplo, parece interesante", interrumpe Matthis, refiriéndose a un Golf plateado que deja en ese momento atrás al coche policial, "lleva matrícula de Lublin y va lleno -los cristales están totalmente empañados", añade.

Lublin es una ciudad situada en la frontera este de Polonia. Desde allí, ucranianos o bielorrusos- que cuentan con un permiso de residencia para Polonia pero no para otros países del espacio Schengen- intentan colarse con frecuencia en Alemania.

Sin barreras desde 1985

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Todo vehículo que parezca sospechoso es controlado.Imagen: DW/ Heiner Kiesel

Las barreras internas de Europa empezaron a caer en 1985 en la pequeña localidad luxemburguesa de Schengen, donde Alemania, Francia, Bélgica, Luxemburgo y Holanda acordaron la paulatina apertura de sus fronteras. Diez años tuvieron que pasar, sin embargo, hasta que en marzo de 1995 se le echara el candado a los primeros puestos de control. Hoy, estos han desaparecido de los 3.800 kilómetros a lo largo de los cuales se extienden los márgenes externos de Alemania- tampoco con Suiza se mantienen. El tráfico de turistas se ha tornado desde entonces más fácil. Pero también el contrabando de personas y mercancías.

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Conectados con el Sistema Informativo Schengen.Imagen: DW/ Heiner Kiesel

Transcurridos un par de minutos, la furgoneta VW ha alcanzado al Golf planteado y los agentes le hacen señales para que abandone la autopista y se detenga en un aparcamiento cercano. Matthis desciende del vehículo, recopila la documentación de los pasajeros y pide por radio información sobre ellos. Mientras, Hornig tipea sus datos personales en una pequeña computadora de mano. "Comparamos los datos con la información de la que disponemos en nuestros archivos policiales y la que tiene el Sistema Informativo Schengen", explican los agentes.

Sistema Informativo Schengen

El Sistema Informativo Schengen, SIS por sus siglas en inglés, contiene toda la información relevante desde el punto de vista criminológico de los países miembros del espacio. Contra los cinco pasajeros del Golf los policías no encuentran nada. Matthis les devuelve sus pasaportes. Hornig contrae los hombros y explica: "han venido a comprar coches".

15 offene EU-Binnengrenzen: Grenzpatrouille an der deutsch-polnischen Grenze
Wilhelm Borgert.Imagen: DW/ Heiner Kiesel

No siempre se persigue al vehículo correcto. Sin embargo, los Matthis y Hornig se dicen satisfechos con el resultado de su trabajo. "La cuota de éxito de mis agentes es bastante buena", asegura su jefe, Wilhelm Borgert, desde un despacho en Fráncfort del Meno. "El año pasado, 1.200 de nuestras sospechas fueron acertadas y más de un tercio de ellas acabaron en órdenes de detención", añade el funcionario.

Cada semana, la policía da una media de tres coches que se tratan de sacar del país en dirección al este de Europa- robados. Eso demuestra, en opinión de Borgert, lo importante que siguen siendo los controles en las fronteras.

Evitando la autopista

Entre tanto, Matthis y Hornig han cambiado de sitio. Esta vez aparcan en una carretera nacional, cerca de un pequeño pueblito. La niebla ha desparecido y brilla un sol esplendoroso. "Quienes tratan de entrar ilegalmente en el país o de sacar de aquí objetos robados, evitan con frecuencia las grandes autopistas", indica Matthis, "¡tontos no son!".

Matthis estira las piernas y abarca con ellas todo el espacio que le deja la furgoneta. "Esto me gusta más que estar en una aduana", asegura, "allí tienes que controlar a todo el mundo". Su compañero afirma con la cabeza: "los tiempos cambian. La gente ya no aceptaría pasarse horas en la cola de un puesto fronterizo", dice Hornig, "además, aquí fuera nuestro trabajo es mucho más relajado y creativo".

Autor: Heiner Kiesel/ Luna Bolívar

Editor: Enrique López