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“Corea del Norte sentó nuevos precedentes”

Hao Gui30 de abril de 2013

¿Cómo seguirá la situación en Corea del Norte? ¿Volverá la calma luego de finalizar las maniobras conjuntas entre EE. UU. y Corea del Sur? El experto Christoph Pohlmann habla sobre los diversos escenarios posibles.

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Imagen: FES

Deutsche Welle: Hace poco, casi no pasaba un solo día sin que Corea del Norte emitiera un nuevo gesto de amenaza, pero desde hace dos o tres semanas parece haber retornado la calma en el conflicto en la Península Coreana. ¿Puede decirnos a qué se debe esto?

Christoph Pohlmann: Pienso que la razón es, principalmente, que tampoco el lado norcoreano puede sostener ese nivel de tensión en forma permanente. El régimen de Corea del Norte esperó hasta el 15 de abril, el 101 aniversario del nacimiento del fundador de ese país, Kim II Sung, para decir que había puesto en jaque a los enemigos de Corea del Norte, sobre todo a Estados Unidos, en una demostración de fuerza.

Un objetivo importante de los norcoreanos, y de Kim Jong Un, era que ese día pasara sin mayores conflictos. Creo que también el ministro de Relaciones Exteriores de EE: UU., John Kerry, contribuyó con con su viaje a Corea del Sur, China y Japón antes del 15 de abril, a desescalar el conflicto enviando señales de disposición al diálogo de parte de EE. UU. Eso hizo que a Corea del Norte le resultara más difícil volver a mostrarse agresividad. Por otra parte, poco antes del 15 de abril se reunió la Asamblea Suprema del Pueblo, el principal órgano legislativo, y tomó resoluciones clave en cuanto a darle más importancia al desarrollo económico del país. Puede ser que la escalada de amenazas se haya usado para lograr la unidad de la población a través de un alto nivel de tensión, para luego llevar a cabo una política que, en realidad, apuesta por un equilibrio entre el desarrollo militar y el económico.

El juego entre la provocación y la amenaza, por un lado, y las señales de distensión, por el otro, no es nuevo. ¿Sigue Kim Jong Un en ese aspecto el mismo curso de su padre y del antecesor de éste, Kim Jong II?

Esa pregunta divide a los expertos. Por mi parte, no estoy seguro de que estemos ante un gesto habitual de Corea del Norte. Por un lado, porque las amenazas fueron más extremas que las de de los dos líderes anteriores. Y, por el otro, porque estamos frente a otra situación, como la del posible cierre del complejo industrial de Kaesong, que también excede a las que vimos hasta el momento. A eso se suma que Corea del Norte sigue aferrándose inexorablemente a su programa nuclear, con lo que sienta un precedente y, en definitiva, se coloca a sí mismo en una posición difícil.

Podría suceder que, en los próximos años, EE. UU. se sienta directamente amenazado por Corea del Norte si éste llega a contar misiles intercontinentales capaces de transportar cabezas nucleares. Si Corea del Norte está dispuesto a correr ese riesgo, también debería estar preparado para un ataque militar de EE. UU. En ese sentido, la situación de los últimos meses sentó un precedente que cambió el contexto. Sin embargo, diría que aún sigue habiendo posibilidades de diálogo y de distensión de la situación. Ahora hay que esperar. Este martes concluyen las maniobras conjuntas entre EE. UU. y Corea del Sur, y pasará algún tiempo hasta que todas las partes hayan recuperado la calma. Después de eso, sería de esperar que se retomen las conversaciones.

Usted mencionó la iniciativa del secretario de estado de EE. UU., John Kerry, y la actitud de Corea del Norte de imponer condiciones que EE. UU. no está de acuerdo en cumplir. Y Corea del Norte insiste en mantener una relación de igual a igual con EE. UU. ¿Qué debe suceder ahora para que sea posible volver al diálogo?

Por un lado, la reacción de Corea del norte a la oferta de negociación de Kerry –que se formuló con reservas- era de esperar. Siempre sucedió que ambas partes intentan imponer altas exigencias para restablecer el diálogo. Pienso que la situación deberá cambiar una vez finalizadas las maniobras conjuntas. Esperemos que así sea. Además, China también juega un cierto papel en el asunto en cuanto a reunir a los interlocutores, y siempre lo tuvo, incluso durante el último acuerdo bilateral que firmaron EE. UU. y Corea del Norte en febrero de 2013, en Pekín.

La cuestión es ver si un acuerdo de ese tipo tiene sentido, ya que Corea del Norte ahora quiere una posición de mayor igualdad en las conversaciones. No creo que el diálogo multilateral vuelva a reiniciarse sin más. Puede ser, asimismo, que no vuelva a producirse. En lugar de eso, Corea del Norte podría intentar negociaciones bilaterales más definidas con EE. UU. Hay muchas variantes posibles. Pero la condición esencial será que EE. UU. no pida a Corea del Norte que congele o abandone su programa nuclear para reiniciar las negociaciones. Tanto EE. UU. como Corea del Sur deberán aceptar que Corea del Norte está, de hecho, camino a convertirse en una potencia nuclear, o incluso hasta puede que ya lo sea. Y que el congelamiento del programa nuclear podría ser, eventualmente, una consecuencia de las conversaciones, pero no una condición para llevarlas a cabo.

Christoph Pohlmann es representante oficial de la Fundación Friedrich Ebert en Seúl.

Entrevista: Hao Gui (CP)

Editor: Enrique López