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COVID-19: cuando ciencia y política no se ponen de acuerdo

Kay-Alexander Scholz
1 de diciembre de 2021

La Comisión Vacunación en Alemania es en realidad un organismo de renombre. Pero durante la pandemia, la ciencia y la política entraron en conflicto. La manzana de la discordia más reciente: la vacunación de los niños.

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Coronavirus-Symbolbild Kinderimpfung
Imagen: Laci Perenyi/picture alliance

La Comisión Permanente de Vacunación de Alemania es tradicionalmente interdisciplinaria. En el actual equipo de 18 miembros, por ejemplo, se cuenta con experiencia en medicina tropical, epidemiología, virología y microbiología. Muchos miembros del comité tienen un título de profesor. También están representados los profesionales de la medicina y las autoridades sanitarias. Su trabajo es voluntario y sus recomendaciones se consideran el estándar médico, como en el caso de las recomendaciones de vacunación que hace la comisión.

Pero para algunos políticos, el órgano es demasiado lento. Eso es lo que habría ocurrido con la vacunación de los menores de 12 a 17 años.  El tema más reciente fue el de las vacunas de refuerzo. Los políticos querían que la tercera dosis fuera ofrecida antes, pero la comisión prefirió esperar. La actual controversia gira en torno a la vacunación de los niños entre 5 y 11 años.

Europa da luz verde

Muchos padres temen que sus hijos se infecten con COVID-19 y miran confundidos más allá de Europa: en Estados Unidos, Canadá e Israel, ese grupo etario ya está vacunado. En el mercado ya hay una vacuna de Pfizer/BioNTech para los más pequeños. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) ya lo ha recomendado, pero la Comisión Permanente de Vacunación de Alemania todavía no, porque habría que evaluar los datos. La atención está centrada en los posibles efectos secundarios. Y ya que hasta ahora solo se habría vacunado a pocos niños, no sería fácil sacar conclusiones al respecto.

Lothar Wieler (izq.), miembro de la Comisión de la Vacunación, y Jens Spanh (der.), ministro de Salud de Alemania.
Lothar Wieler (izq.), miembro de la Comisión de la Vacunación, y Jens Spanh (der.), ministro de Salud de Alemania. Imagen: picture alliance/dpa

Según el reglamento del organismo, los miembros son "responsables únicamente ante su conciencia y están obligados a desempeñar sus funciones con imparcialidad". La comisión existe desde hace casi 50 años y la política y la ciencia siempre han colaborado estrechamente en ella. 

Sin embargo, durante la pandemia, la relación de la Comisión de Vacunación con los políticos se ha vuelto más conflictiva. En sus últimos días en el cargo, el ministro de Salud, Jens Spahn, dijo que la comunicación con dicha comisión no funcionaba bien: "Es una lección que este tan importante instrumento no es uno para tiempos de pandemia". La cuestión sería si se necesita otro mecanismo, agregó.

¿Política o ciencia?

Ahora hay un plazo fijado políticamente para la Comisión de Vacunación, la Stiko, como se le llama en Alemania: el 20 de diciembre, o posiblemente incluso antes. Para entonces, la vacuna de menor dosis para niños debería estar disponible en Europa. El ente ha prometido que se hará dicha recomendación a tiempo para que se pueda comenzar la vacunación de los niños.

Pero lo cierto es que hay problemas estructurales. "Nos gustaría ser más rápidos", dijo en una entrevista Martin Terhardt, miembro de la Stiko y pediatra. Pero simplemente no hay suficientes recursos humanos, subrayó. Un equipo de la comisión trabaja en el Instituto Robert Koch y ya "están completamente sobrecargados en términos de personal", criticó Ternhardt. Por su parte, Spahn dijo en una rueda de prensa que era la primera vez que oía hablar de esta escasez de personal. Por lo visto, la inestable relación entre la política y la Comisión de la Vacunación sigue amenazando con convertirse en un obstáculo para la pandemia.

(ct/er)