Corrupción: la enfermedad de los sistemas de salud
1 de febrero de 2006La suma sobrepasa las dimensiones de lo imaginable: más de 3 mil billones de dólares se gastan, a nivel mundial, en los sistemas de salud. Parte considerable de esa suma se filtra por los oscuros canales de la corrupción. Países ricos y pobres se ven afectados por igual. Se trata, en definitiva, de un problema global, según denuncia Transparencia Internacional en su informe 2006.
Muchos involucrados
A juicio de los expertos de esta organización dedicada al combate contra la corrupción, el sector sanitario es especialmente vulnerable a los pagos de sobornos, los chantajes y la malversación de fondos. Una de las causas radica en "la complejidad de los sistemas de salud" y, en particular, al "gran número de actores involucrados". Dicho de otra forma, "mucho dinero circula por muchas manos" hasta que un medicamento llega al paciente, de modo que resulta difícil ejercer un control eficaz. El estudio alude también al "marketing agresivo" que utilizan algunos consorcios farmacéuticos para conseguir el apoyo de los médicos.
En países altamente industrializados, como Alemania, se ha destapado ya uno que otro escándalo que involucra a médicos y empresas del área. Cuantiosos son los daños ocasionados así a las cajas de seguro y, por ende, a los contribuyentes que cotizan en ellas.
Los perjudicados de siempre
Pero el precio de la corrupción en este campo "no sólo debe medirse en dinero, sino en sufrimiento humano", como puntualizó la presidenta de Transparencia Internacional, Huguette Labelle. Y, en este sentido, también en este terreno los más perjudicados son los países más pobres. Por ejemplo, es allí donde crece con más vigor el mercado de los medicamentos falsificados. Un botón de muestra: en Nigeria, cerca del 70% de los medicamentos a la venta son imitaciones producidas en China o en India.
Las personas de escasos recursos son, por otra parte, las más dependientes de los sistemas públicos de salud. En consecuencia, son también las más afectadas por el daño que causa la corrupción a la hora de definir políticas de salud y prioridades en el gasto público. A nivel global, los perjuicios también se traducen en la imposibilidad de alcanzar las metas internacionalmente trazadas en materias como la reducción de la mortalidad infantil o el combate contra el sida y la malaria.