Cuando la electricidad es un lujo
3 de mayo de 2012Sentados en la oscuridad o leyendo frente a una vela; sin radio, ordenador ni televisión; cenando sándwiches porque no pueden costearse la electricidad que les permitiría cocinar. Es así como muchos describirían su “vida de hogar” en Alemania. Y es que entre el 10 y el 15 por ciento de la población tiene grandes dificultades pagar el costo de la energía eléctrica. Una encuesta realizada por agencias de protección al consumidor revelan que a 600.000 hogares se les corta el servicio eléctrico cada año. En 2011 los precios de la electricidad subió en un 10 por ciento.
Descuentos para los más pobres
“Entre los afectados hay jubilados a los que no les alcanza lo que ganan, pero también madres solteras, abrumadas por los costos”, explica Birgit Höltgen, especializada en atender a las personas afligidas por deudas que buscan ayuda en la Oficina para la Protección del Consumidor de Renania del Norte-Westfalia. En Alemania, el costo de la vida ha aumentado considerablemente para las personas con empleos que no demandan calificaciones especiales y sus entradas de dinero no se han incrementado al mismo ritmo.
VdK es una asociación que defiende los intereses sociopolíticos de personas con limitaciones físicas o intelectuales, enfermos crónicos, jubilados y gente de la tercera edad, así como a miembros del Ejército alemán que han sufrido lesiones en conflictos armados. Ulrike Mascher, presidente de esta organización, ha exigido la creación de una “tarifa social” para el consumo energético de todos los hogares de pocos recursos. “Si las empresas del sector energético están en capacidad de ofrecer descuentos a las grandes compañías, también pueden ofrecérselos a los hogares más pobres”, sostiene Mascher.
Círculos viciosos
Este problema está directamente relacionado con el aumento desproporcionado de los trabajadores temporales, cuyos salarios no alcanzan para mantenerse a flote, y el escaso aumento de las jubilaciones a lo largo de los años. A primera vista, quienes reciben compensaciones económicas por hallarse desempleados han salido mejor parados porque el Estado paga sus gastos de electricidad y calefacción. Pero la situación puede tornarse difícil para ellos; a veces basta con que reciban una cuenta de electricidad elevada.
En principio, esa cuenta es pagada por la oficina de empleo, pero en forma de crédito. Ese es un crédito que la persona desempleada deberá pagar con un 10 por ciento de interés por sobre sus ingresos mensuales. Ahí comienza un círculo vicioso que conduce al afectado a la calle ciega del endeudamiento. “Hemos constatado que son sobre todo los jubilados los que sienten vergüenza en admitir que no les alcanza el dinero y se rehúsan a pedir ayuda”, asegura Höltgen, instando a los proveedores de electricidad a informar a sus clientes morosos sobre la existencia de servicios como el de la Oficina para la Protección del Consumidor.
Autores: Arne Lichtenberg / Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse