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Cuba: ¿La vida sigue igual?

DW-WORLD25 de febrero de 2008

¿Qué ha cambiado en Cuba tras la elección formal de Raúl Castro como presidente? Los editoriales hilan fino en busca de respuesta. También el aniversario del secuestro de Ingrid Betancourt tiene eco en la prensa europea

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La asamblea aplaude al recién electo Raúl Castro.Imagen: AP

Neue Osnabrücker Zeitung, de Osnabrück, Alemania: “No se pueden cifrar grandes expectativas en los cambios de personal de la dictadura cubana. Porque, mire uno a quien mire, lo que viene inmediatamente después del ‘máximo líder’ son personajes de ayer. Recuérdese que en la historia de las dictaduras estalinistas ha habido sólo un caso como el de Gorbachov. (...) Aparte de él, la gris rutina de sucesión en el mundo comunista ha ofrecido el siguiente panorama: Kim hijo hereda a Kim padre, Egon Krenz reemplaza a Erich Honecker. Las comparaciones con China y Vietnam son demasiado lejanas. Pero también en esos países fueron necesarios varios relevos en la cúpula partidaria antes de que la suave brisa del cambio se convirtiera en algo así como un viento que pudiera barrer algún día al estalinismo”.

De Castro a Castro

El País, de Madrid: “Todo es hoy diferente en Cuba, aunque muy poco sea lo que ha cambiado.(...) Raúl hará, sin duda, más que manejar sólo el día a día; es probable que introduzca reformas que reconozcan algún tipo de existencia para ese íncubo histórico del castrismo que ha sido el mercado, lo que sin que sepa nadie exactamente qué significa se suele calificar de reformismo a la china; pero Fidel seguirá ahí arriba, sometiéndose a las terapias de rehabilitación, velando por lo que considere verdadero curso de la revolución; y siempre con la mano en el ordenador, transformado en el columnista -del diario oficial Granma- más famoso del planeta. (...) Con Raúl no parece verosímil, y mucho menos en vida de Fidel, que Cuba se convierta en una democracia, pero el futuro se edifica siempre sobre el presente. En EE UU habrá también un nuevo presidente en enero de 2009, ajeno a las obsesiones exteriores de George W. Bush, que podrá hacer balance de medio siglo de fracaso del cerco norteamericano. Por eso, aunque lo ocurrido confirme más que anuncie, para Cuba el 24 de febrero de 2008 puede ser todo un comienzo".

Caras nuevas

La Repubblica, de Roma: “Raúl de traje oscuro y corbata gris. El hecho de que el hasta ahora ministro de Defensa haya dejado de usar el uniforme militar es la única señal concreta de una novedad. (...) Por lo menos el día en que Fidel abandona oficialmente su cargo y comienza una ‘nueva era’ prácticamente nada cambia de momento en la ‘isla de la revolución’. (...) Pero tratándose de un régimen comunista como el de Cuba, para entender si realmente algo cambia es necesario poner atención a pequeños signos y leer entre líneas. Pese a los sempiternos ritos de la Asamblea Nacional, se puede consignar un par de novedades. La principal es su composición: hay muchas caras nuevas, en total casi dos tercios. Y entre ellas hay mucha gente joven: el 60% de ellos aún no había nacido ese 1 de enero de 1959, cuando los barbudos entraron triunfalmente a La Habana.”

Los rehenes de Colombia

Die Tageszeitung, de Berlín: “Se considera una verdad política de Perogrullo que sólo un gobierno fuerte está en condiciones de sellar la paz con gobiernos de izquierda. El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, es el ejemplo que contradice esa tesis. Electo y reelecto debido a su mano dura, en sus cinco años y medio de gobierno no ha avanzado ni un ápice hacia una paz con la poderosa guerrilla de las FARC. El comandante Manuel Marulanda o sus sucesores pueden sobrevivir otros 4 años en la selva y causar problemas. ¿Es eso inevitable? Hace mucho tiempo que las FARC ya no luchan por la dictadura del proletariado. Por lo menos las reformas sociales y económicas con que emprendieron negociaciones en 1999 se leían como si fueran parte del programa de un partido socialdemócrata. Pero, dado que supuestamente no se puede hablar con terroristas, (...) Ingrid Betancourt seguirá aún por largo tiempo prisionera. Un tiempo tan largo como el que le tome a Uribe dar su brazo a torcer.”