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Cubanos: entre la esperanza y el escepticismo

Darius Ossami7 de abril de 2015

Con sorpresa y alegría los cubanos se enteraron del inicio de la aproximación con EE. UU., pero en la calle, la esperanza del fin del bloqueo se mezcla con el temor a que los estadounidenses absorban la economía cubana.

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Imagen: picture-alliance/dpa

A primera vista todo se ve como siempre en La Habana. La gente relajada en las calles, los taxis colectivos de los años 50, las casas en mal estado, las colas delante de las tiendas… Pero ya ahora hay nuevos cafés, los vecinos venden pizzas desde sus casas y algunos jóvenes caminan con un smartphone por las calles. Además la Oficina Nacional de Estadísticas confirma que en el 2014 la isla sobrepasó por primera vez los tres millones de turistas, haciendo así del turismo el segundo rubro de ingresos de Cuba.

Hay cambios en Cuba, pero vienen “con pequeños pasitos, como una tortuga”, dice Linet, una informática de 29 años que vive en el centro de la capital. Como casi todos los cubanos, Linet quedó muy sorprendida cuando se enteró del inicio del acercamiento diplomático entre La Habana y Washington, que se anunció el 17 de diciembre del 2014: “Cualquier acercamiento de buena onda es un rayito de esperanza, que las cosas pueden ir mejor”. Después de “un letargo durante más de 50 años, haciendo lo mismo, las cosas han mejorado”, reconoce, sobre todo con los lineamientos que se plantearon en el 2011, donde se abrió el tema de los viajes, de la compraventa de las casas y de los automóviles.

A Linet, el inicio de las conversaciones le parece “como una esperanza, porque siempre se han justificado las carencias que tenemos, los problemas que tenemos con el bloqueo económico. Si los Estados Unidos levantan el bloqueo, entonces vamos a ver, cuánta verdad hay en las excusas que pone el gobierno de Cuba de por que no se puede hacer algo debido al bloqueo.” Linet tiene esperanza de que las cosas mejoren, de que se abran los horizontes – y de que aumenten los salarios “irrisorios”: la informática gana solamente 30 dólares al mes, que es más que lo que gana el promedio de los cubanos.

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Mercadillo en La HabanaImagen: picture-alliance/dpa

“No quiero ver a mi país invadido por Mc Donald‘s”

Con el tema del salario coincide con Alejandro Guzmán, diseñador gráfico, que en realidad no da su nombre real. Alejandro también ve como un logro los nuevos bares y cafés , entre los que se encuentra su café preferido. Pero para él, la economía sigue siendo el problema mas grave: “Lo único que el cubano pide es una cierta libertad económica para realizar su sueño o su proyecto.” Alejandro está esperando que las negociaciones puedan mejorar la situación, aunque espera que para los cubanos el dinero no se convierta en lo más importante: “No quiero que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se rompan, pero sí quiero que el gobierno cubano impida que la economía capitalista se adueñe de nuestra población”.

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Mi enemigo de ayer: pinturas murales anti EE. UU. comienzan a ser eliminadas.Imagen: DW/D. Ossami

La economía cubana podría ser absorbida por la economía de los EE. UU.

En el centro del país, en Santa Clara, hay un concierto punk en conmemoración a un cantante que falleció hace cinco años. Yosmany Martín “Kabeza” tiene 40 años y es bajista de la banda punk Limalla. Trabaja como recogedor de basura y no espera nada de ninguno de los dos gobiernos: “Si por fin hay negociaciones y hacemos la paz, los militares van a ser más ricos, los políticos más poderosos y para nosotros no va a cambiar nada. Hablan de que va a haber internet, pero con internet tu no comes, no te alimentas.”

En La Habana, cerca del monumento de la Revolución, vive Isbel, un poeta y anarquista que trabaja como profesor de literatura. “Estamos viendo un momento bien peculiar, después de un tiempo muy largo de una gran inmovilidad”, reconoce. También Isbel relaciona muchos déficits directamente con el bloqueo estadounidense, pero también considera problemático el modelo de gestión socialista, que resulta demasiado centralista, impidiendo que la población tenga poder de determinación o decisión.

Por un lado, ve como positivo el acercamiento, pero teme que la economía cubana pueda ser fácilmente absorbida por la economía estadounidense. Además afirma que Cuba ya es un país capitalista, con el Estado como gran propietario. Dice Isbel que la izquierda antiautoritaria cubana quiere desarrollar modelos de autogestión, modelos de solidaridad, pero teme que no vayan a ver sus sueños realizados de inmediato, porque: “Durante tantas décadas se ha construido una sociedad totalmente despolitizada y totalmente deseosa de cambios. Y el gobierno está promoviendo cambios. No importa hacia donde conduzcan, no importa lo que esto significa, son cambios y la gente quiere cambios.”