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Cumbre G-20: mensaje de optimismo

2 de abril de 2009

Los escépticos no pudieron confirmar sus pronósticos. En la Cumbre del G-20 sí se acordaron medidas concretas. Sarkozy y Merkel regresan a casa muy satisfechos.

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La cumbre internacional de finanzas que reunió a los veinte países industrializados y emergentes más importantes no logró resolver todos los problemas para superar la crisis financiera global y la recesión internacional, pero sí generó progresos admirables. Sobre todo en lo que se refiere a la reforma de la arquitectura del sistema financiero global, una reforma que procura que no se repitan crisis como la actual.


Logros de gran envergadura


El resultado de las negociaciones entre los jefes de Estado y de Gobierno de las veinte naciones industrializadas y emergentes más importantes en Londres está lejos de un compromiso mínimo denominador común. Al contrario, se consiguieron progresos que apuntan a hacer de los mercados financieros ámbitos más estables y refuerzan la esperanza de que la espiral descendente a escala mundial llegue a su fin. El hecho de que se haya logrado tiene dos razones principales.


Por un lado, la crisis financiera global y la recesión mundial no permitieron que los jefes de Estado y de Gobierno se perdieran en diferencias y disensos. Por otro, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, consiguieron que se atendiera su exigencia de imponer una regulación más fuerte al sistema financiero. Lo lograron, entre otras razones, porque esa era también una de las metas del nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien en Londres no habló sobre su deseo de una mayor estimulación del crecimiento económico. Estados Unidos reconoce los considerables esfuerzos que han hecho los países europeos.


Alemania no ha escatimado esfuerzos


Si se consideran las medidas estabilizadoras propias del sistema social alemán y se les suma a las medidas extraordinarias implementadas para responder a la coyuntura actual, los esfuerzos de Alemania superan a los de Estados Unidos –partiendo como base del PIB.


Los participantes de esta cumbre se concentraron en la lucha contra las causas de la crisis. Estas causas radican en el fracaso estatal y de mercado del sector financiero. Una regulación muy laxa y la negligencia de las autoridades de control permitieron que tuvieran lugar exageraciones y excesos en ese sector, que después causaron estragos en el resto del mundo. Los responsables del escándalo son localizables. Los responsables de ese comportamiento malsano son Wall Street de Nueva York y la City en Londres. Allí se desarrollaron los productos financieros poco serios con los que se maquillaron los balances de los bancos y se inflaron las ganancias de los banqueros hasta alcanzar niveles escandalosos. No menos desastroso es el hecho de que otros bancos hayan comprado y negociado con estos productos, y que las autoridades de control hayan sido testigos de este juego. Como consecuencia, de ahora en adelante todos los mercados financieros, todos los productos financieros y todos los participantes del mercado serán objeto de una supervisión más estricta.


Un mensaje claro


La señal de esta cumbre financiera es clara: tendrá lugar una profunda reforma del sistema financiero global con miras a reconocer desarrollos contraproducentes y excesos antes de que se vuelvan peligrosos, y evitar que el desplome de grandes bancos e instituciones financieras afecten al resto de la economía. Para ello, las autoridades supervisoras tendrán que cooperar estrechamente con el Fondo Monetario Internacional, identificar los riesgos en el mercado y recomendar medidas para la prevención de crisis.


Eso hace que sea necesario duplicar a corto plazo y triplicar a mediano plazo la dotación financiera del Fondo Monetario Internacional; para que esta institución pueda ayudar a los países miembros que atraviesen problemas financieros. Tanto las agencias de rating, como los grandes hedge funds (fondos de alto riesgo) serán objeto de regulación; los paraísos fiscales no serán tolerados. Los países del G-20 quieren evitar las tentaciones del proteccionismo, y eso pasa por la promesa de que los países industrializados y emergentes no devaluarán el valor de sus monedas para obtener ventajas frente a sus competidores. Por último, se apoyará a los países en desarrollo que estén en crisis, razón por la cual se mejorará la dotación financiera del Banco Mundial.


Cálculo y buen tino


El cálculo de Merkel y Sarkozy tuvo éxito: a la luz de las aterradoras proporciones de la crisis, la ocasión resultó propicia para acordar instrumentos y procesos que ayudarán a evitar futuras prácticas contraproducentes y excesos en los mercados financieros.


Merkel y Sarkozy también coincidieron en el rechazo de nuevos estímulos coyunturales. Según cálculos del Fondo Monetario Internacional, las medidas implementadas hasta el momento generarán un crecimiento global del 2 por ciento hasta finales del 2010. Sería bueno ir pensando desde ahora en el tiempo posterior a la crisis, cuando haya que hacer frente a las enormes deudas adquiridas. Después de la superación de esta crisis y de la prevención de otras, ese será la próxima tarea titánica.


Autor: Karl Zawadzky

Editor: Claudia Herrera Pahl