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¿Cuán sagrado es el tabú de La Izquierda?

Emilia Rojas Sasse23 de febrero de 2008

Negociar con La Izquierda alemana resulta inadmisible para los socialdemócratas. Pero, ¿sería lo mismo aceptar un apoyo tácito? La discusión convulsiona al SPD y amenaza la paz de la coalición con la CDU en Berlín.

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Congreso fundacional de Die Linke (La Izquierda), en junio de 2007).Imagen: PA/dpa

En vísperas de las elecciones regionales de Hamburgo, el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) aún intenta digerir el resultado de los comicios celebrado a fines de enero en otro estado federado: Hesse. Allí su candidata, Andrea Ypsilanti, fue aplaudida como la gran triunfadora, pese a haber quedado un ápice por debajo del hasta ahora gobernante Roland Koch, de la Unión Cristianodemócrata (CDU). En realidad fue un “empate técnico”, con consecuencias que van más allá de la imposibilidad manifiesta hasta ahora de formar una coalición con la mayoría suficiente en Hesse: en vista de que los votos de Los Verdes no le bastan y de que los liberales del FDP le niegan los suyos, Ypsilanti no tendría más alternativa que desistir de su aspiración a gobernar dicho estado federad o proclamarse primera ministra con los votos de la nueva Izquierda, que debuta en ese parlamento regional. Y esa posibilidad, descartada en todos los tonos antes de las elecciones, es la que ahora parece rondar por las cabezas de algunos dirigentes socialdemócratas, desatando una agria polémica política.

Deutschland Wahlen Landtagswahlen Hessen SPD Andrea Ypsilanti
Andrea Ypsilanti: triunfadora virtual, no real.Imagen: AP

Repercusiones en Berlín

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Kurt Beck: su aclaración no aclaró el panorama.Imagen: AP

Fue el propio jefe del SPD, Kurt Beck, quien alimentó las especulaciones, al responder con acrobacias verbales a las consultas de la prensa: confirmó que no se negociará en Hesse con La Izquierda y aseguró que no se llevará a cabo con ella una cooperación “activa”, pero dejó en el aire las dudas acerca de si tal cooperación podría darse de forma “pasiva”. Ello ocurriría si Ypsilanti postula a la jefatura del gobierno regional ante el parlamento local y recibe los votos de La Izquierda sin habérselos pedido directamente.

La CDU rasga vestiduras, acusa al SPD de romper la palabra empeñada y anuncia que, si los socialdemócratas dan efectivamente ese paso, las consecuencias se sufrirán en Berlín, donde ambos partidos comparten el poder bajo el mando de Angela Merkel. Según el diario Bild, la propia canciller habría indicado en una conversación confidencial con el jefe de su bancada que, si ello ocurre, se acabará el compromiso de resguardar la paz con los socios de coalición. Diversos políticos cristianodemócratas han lanzado advertencias en ese sentido, mientras el jefe de los liberales, Guido Westerwelle, pide derechamente a Merkel que ponga fin al pacto de gobierno con el SPD.

El SPD en el atolladero

CDU Parteitag Generalsekretär Ronald Pofalla
Ronald Pofalla, secretario general de la CDU.Imagen: AP

Vehementes son las muestras de indignación en la derecha. Pero, tras bambalinas, es probable que prevalezcan las sonrisas, porque la polémica estalló justo a tiempo para las elecciones hamburguesas, poniendo a los socialdemócratas en serios aprietos. El secretario general de la CDU, Ronald Pofalla, ya ha dicho que los electores de Hamburgo tendrán “la oportunidad única de pronunciarse sobre la ruptura de palabra de Beck e Ypsilanti”. De seguro habrá otros temas que inquieten a los hamburgueses más que el póker por el poder en Hesse, pero sin duda el dilema rebasa las dimensiones regionales.

En la socialdemocracia se ha abierto un debate interno que amenaza con ser acalorado. Su ala más conservadora, representada entre otros por el titular federal de la cartera de Hacienda, Peer Steinbrück, insta a mantener el rechazo a cualquier tipo de cooperación con La Izquierda. “El SPD no puede poner en juego su credibilidad en este asunto, ni lo hará”, declaró el ministro. El sector izquierdista del partido, en cambio, advierte que el tema de las relaciones con La Izquierda no se debe convertir en tabú y que no se puede prohibir los pensamientos. De hecho, la cuestión de fondo trasciende el caso de Ypsilanti, planteando un problema que los socialdemócratas no podrán eludir: el nuevo partido de La Izquierda, formado por un grupo escindido de la propia socialdemocracia y por los herederos del antiguo partido gobernante en la RDA, se ha instalado en el escenario de la política alemana con la intención de quedarse. Y el dilema de Hesse podría repetirse más de una vez.

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