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¿Darán Lula y Petro mayor impulso a América Latina?

4 de enero de 2023

Los cambios políticos y las sorpresas no faltaron en Latinoamérica en 2022, y en 2023 podríamos ver otras nuevas configuraciones. Pero ¿se consolidará la coordinación en el Cono Sur?

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Gustavo Petro, presidente de Colombia, expresó también su apoyo a Lula da Silva.
Gustavo Petro, presidente de Colombia (izqda.), expresó también su apoyo a Lula da Silva.Imagen: Eraldo Peres/ASSOCIATED PRESS/picture alliance

Las sucesos políticos más recientes en Latinoamérica despiertan grandes expectativas, y plantean interrogantes. En Colombia, Gustavo Petro, de izquierda, ganó las elecciones marcando un hito en el país. Su reforma tributaria, así como la de Gabriel Boric, de centroizquierda, en Chile, no caería, aparentemente, dentro de un marco políticas económicas populistas.

El regreso de Luiz Inácio Lula da Silva al Palacio de Planalto podría ser otra clave en esos cambios. Además de anunciar medidas contra la inequidad en Brasil, Lula dijo en la COP25 en Egipto que impulsará la lucha contra la deforestación del Amazonas y el cambio climático. Pero la coyuntura no es la mejor: el Fondo Monetario Internacional (FMI) augura apenas un 1,7% de crecimiento económico, y las condiciones no son las mismas que en 2000, cuando se perfilaba la "marea rosa” de gobiernos izquierdistas en el subcontinente. En ese sentido, Petro, Lula y Boric se decantan ahora por una izquierda más pragmática y menos ideológica.

Sin embargo, puede que las expectativas puestas en la "alianza” tácita de la izquierda en la región no sean del todo realistas. "A pesar de que 'América Latina' aparece nombrada así en la Constitución brasileña, Lula siempre tuvo como prioridad a 'América del Sur'. Lo mismo deberá ocurrir en su tercer mandato. La intención es circunscribir la 'región' de Brasil al área más próxima, evitando la competencia con México, y limitando la influencia de Estados Unidos”, explica a DW Andrés Malamud, politólogo e investigador principal del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa.

¿Mayor coordinación en el Cono Sur?

Para Belén González, analista política del Instituto GIGA, de Hamburgo, "seguramente habrá una mayor coordinación entre los países del Cono Sur, algo que no se daba hace tiempo, pero que se empezó a gestar antes de la elección de Lula”, dice en entrevista con DW. Debido a la guerra rusa en Ucrania, la Unión Europea podría ver a Latinoamérica como proveedora de materias primas y energías renovables, lo que podría dar un gran empuje. "Un ejemplo es el hidrógeno verde, un gran recurso de Brasil”, añade.

Pero está por verse si Brasil realmente fomentará las renovables, o si continuará explotando el petróleo. Más clara es la apuesta de Boric en Chile, país que cuenta "con una agenda más verde, para luchar contra el desabastecimiento de agua potable y la sobreproducción agrícola de avocado”. La explotación de litio y minerales raros en Chile y Argentina es otro factor de desarrollo del que habría que estar pendiente en este y los años por venir. El banco JPMorgan pronostica que Argentina superará a Chile como el segundo mayor productor de litio en 2027.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández, durante la investidura de Lula da Silva, en Brasilia. (1.01.2023).
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, durante la investidura de Lula da Silva, en Brasilia. (1.01.2023).Imagen: Eraldo Peres/ASSOCIATED PRESS/picture alliance

El rol de Lula y Petro en la región

Como líder regional, Lula sí tendrá un papel destacado, pero no tanto en la cohesión de los países sudamericanos, según Andrés Malamud: "El aspecto positivo del 'retorno' de Brasil a la región es su capacidad de moderar conflictos entre otros Estados. El aspecto sobrevaluado es su capacidad para promover la integración: ni la interdependencia económica ni la institucionalidad regional se fortalecerán significativamente. Las razones son estructurales, no ideológicas, porque Brasil no tiene en América del Sur el peso que Alemania tuvo en Europa”, ejemplifica el analista. "La relación de Brasil con Chile o Colombia difícilmente cambie, aunque cambien sus presidentes. De hecho, Lula nunca tuvo problemas con Uribe”, destaca.

Respecto de un mayor impulso al Cono Sur con Lula y Petro en el poder, "una cosa son las ideas, y otra es la aplicación de políticas concretas”, puntualiza Belén González, que ve allí "posibles fricciones entre los distintos países”. Y dice que Colombia, Perú, Chile, Argentina, y Brasil tienen "necesidades muy variopintas”, tanto políticas como económicas y sociales. "La coordinación entre Argentina y Brasil, por ejemplo, no me parece muy factible a mediano plazo. Y entre Chile y Brasil, tampoco es la mejor, dado que Chile se orienta más hacia las relaciones Asia-Pacífico, y Brasil trataría de retomar su rol en los BRICS”.

En cuanto a Gustavo Petro, se verá si los problemas internos le permiten resignificar alianzas en la región. Este año, su planes de reforma agraria, laboral, de pensiones y al sistema de salud lo mantendrán ocupado a nivel interno, así como la búsqueda de la "paz total” en Colombia, ahora ante el rechazo del acuerdo por parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN).

En Perú, Dina Boluarte se enfrenta a protestas de quienes piden nuevas elecciones de inmediato y una reforma constitucional. Argentina entró en un año electoral que puede modificar el tablero político si, como se pronostica, no volviera a ganar el peronismo del Frente de Todos: una vuelta de Juntos por el Cambio, (con políticas conservadoras y neoliberales) o el ascenso de la ultraderecha populista, con el polémico Javier Milei. Un 62% de los argentinos no volvería a votar a Alberto Fernández, si se presentara como candidato, según un sondeo de la consultora IPD.

Tal vez "el empuje en Sudamérica se dé a partir de la orientación de ideas políticas comunes en áreas como la energética, donde, sin embargo, es posible que haya fricciones”, subraya Belén González. La política expansionista de China en el sur global es otro aspecto a tener en cuenta, algo que sigue preocupando a la Unión Europea, ya que China ofrece inversiones y ayuda sin condiciones, es decir, sin exigir ni una lucha contra la corrupción ni mejoras en la estabilidad democrática.

(elm)