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Las reglas de los poderosos

Daniel Martínez17 de noviembre de 2013

Michael Schmitz, experto alemán en temas de la psicología del poder, nos explica a partir del ejemplo de Uli Hoeness, por qué las personas entre más alto ascienden, menos atadas se sienten a las reglas terrenales.

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Conmovido por el apoyo de los aficionados al presidente del Bayern, Uli Hoeness, se le escaparon las lágrimas.
Imagen: Reuters

Durante la asamblea general de socios del Bayern Múnich, Uli Hoeness, presidente del club, no pudo contener el llanto al sentir el leal respaldo de la afición, para la que no cuenta que el funcionario deportivo haya sido llamado a juicio por evadir impuestos. Hoeness anunció entonces que serán ellos quienes decidirán en una votación su futuro al frente del Bayern, al que, según dijo, pretende servir hasta su último suspiro.

De esta forma, el presidente del Bayern dejó en claro que seguirá aferrado a su posición por cuanto tiempo le sea posible. Para entender las razones por las cuales Hoeness -y otras figuras públicas en una situación similar- actúan así, Deutsche Welle conversó con Michael Schmitz, experiodista con amplia experiencia en el cubrimiento de crisis, psicólogo especializado en temas de gerencia, consultor de comunicaciones, profesor del Lauder Business School en Viena, y autor del libro “La psicología del poder”.

Señor Schmitz, ¿cómo resumiría usted el caso del presidente del Bayern, Uli Hoeness?

Como el de alguien que actúa de una forma distinta a la que se presenta en público. Hasta no hace mucho tiempo, Uli Hoeness era un apóstol de la moral que predicaba la necesidad de pagar impuestos, algo que al mismo tiempo no hacía. Ahora que eso salió a la luz pública no está dispuesto a pagar las consecuencias de sus actos, ni a asumir la responsabilidad de haber roto las reglas.

¿Es esta una reacción usual de la gente de poder que enfrenta situaciones similares?

Los que tienen poder creen poder ponerse por encima de todo, incluso de las reglas que ellos mismos consideran buenas (para otros). Los poderosos están convencidos que ellos pueden esquivar lo que vale para todos los demás, que ellos pueden arreglar las cosas a su manera.

¿Aun frente a la opinión pública que sabe lo que han hecho?

Esta gente, como muestra el ejemplo de Uli Hoeness, tiende a minimizar sus errores, a decir que son cosas pequeñas. Él no dice que violó una ley, así como tampoco reconoce que lo hizo con conocimiento de causa durante 10 años.

En la asamblea anual de socios del Bayern, Hoeness reconoció haber cometido un error, y agregó, a manera de defensa, que él ha hecho muchas cosas buenas por la sociedad. ¿Qué validez tienen esos argumentos?

Enumerar las cosas buenas que hacen por los demás no es más que una excusa para liberarse de las responsabilidades que tienen. Los poderosos pretenden de esta forma justificar su derecho a violar las reglas que valen para todos los demás.

¿Por qué los aficionados del Bayern cobijan con tanto fervor a su presidente?

Para el público, Uli Hoeness es la persona que sacó adelante al Bayern, el responsable de poner al club allí donde está, con el mejor equipo del mundo y unas finanzas boyantes que el año pasado movieron 432,8 millones de euros. Como líder ha logrado poner a las bases de su lado.

¿Le sorprende eso?

Más me sorprende que la junta directiva del Bayern lo sostenga como presidente del club. Allí están representadas varias de las más importantes firmas de Alemania, todas comprometidas oficialmente con apegarse a la ley y a ciertas reglas de juego, entre ellas la de no evadir impuestos. Eso es algo que al interior de esas mismas empresas no sería tolerado, pero que obviamente sí permiten en el Bayern.

¿Por qué?

De alguna forma tanto esas firmas, como los aficionados, se comportan como rehenes de un personaje que dice “yo soy el éxito, solo yo puedo garantizar triunfos”. Hay quienes piensan que sin Uli Hoeness no podrán seguir adelante, por eso los aficionados le aplauden y respaldan, y la junta directiva lo conserva en el cargo.

¿Cómo se asimila esto en la sociedad?

La primera reacción es que muchos se digan a sí mismos: “si Uli Hoeness lo hace, y sale bien librado, ¿por qué no yo?”. De otro lado, tampoco es que todo el mundo esté con el presidente del Bayern; varios sectores del fútbol se han alejado de él, y el apoyo es más un fenómeno particular del Bayern, que como club siente que lo necesita.

¿Esta posición que ha adoptado el Bayern frente a la situación de su presidente es también un reflejo de su poder en Alemania?

El Bayern tiene esa actitud del mir san mir (nosotros somos nosotros), de considerarse algo especial, diferente y con éxito. Ellos asumen ser el centro del mundo. De hecho, así han actuado a través de su historia, debilitando con su dinero a los rivales, como hicieron recientemente con el Dortmund al fichar a Mario Götze. El Bayern no tiene consideraciones con sus oponentes, pero defiende públicamente el juego limpio.

¿Por qué se aferran los poderosos con todas sus fuerzas a sus posiciones, como vemos en el caso del presidente del Bayern?

Porque las organizaciones que ellos representan se convierten en parte de su identidad, y porque sin esas organizaciones los poderosos no son otra cosa que personas comunes y corrientes. Apegarse a las posiciones es defender su identidad y el privilegio de seguir al margen de lo que para los demás tiene validez. Por eso, como en el caso de Uli Hoeness, se llega al extremo de argumentar ser dos personas diferentes en una sola: la privada, que evadió impuestos, y la pública, que hace solo cosas buenas. Eso es esquivar la realidad.

Michael Schmitz, experto alemán en temas relacionados con la psicología del poder y la alta gerencia.
Michael Schmitz, experto alemán en temas relacionados con la psicología del poder y la alta gerencia.Imagen: Moni Saulich