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¿De verdad hay que temerle a Lionel Messi?

Daniel Martínez12 de julio de 2014

La gran estrella del fútbol argentino se lució en la fase de grupos, pero en los partidos posteriores ha brillado menos. ¿Qué pasa con Messi? ¿Le anularon, o se está reservando para la gran final?

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Lionel Messi.
Lionel Messi.Imagen: Reuters

En el albor del Mundial fue inevitable hablar de Argentina y su dependencia de Lionel Messi. El brillante jugador del Barcelona anotó en todos los partidos de la fase de grupos, en total en cuatro oportunidades. Además, cinco de los seis goles conseguidos por su equipo nacieron en sus pies, incluso el autogol de Bosnia Herzegovina que sería el debut sudamericano en la valla rival durante su participación en el máximo evento del fútbol.

Importancia sin resplandor

Contra Irán, en el segundo partido de los argentinos en Brasil, Lionel Messi, con su gol en el minuto 90+1, salvó a la selección “albiceleste” de una debacle y le dio un importante triunfo 1-0. Un empate, a esas alturas del Mundial, así como se encontraba la tabla de posiciones del grupo F, hubiera complicado la clasificación a los octavos de final.

Cargada a la espalda por Messi, Argentina superó la primera ronda del Mundial. Invicta, con nueve puntos de nueve posibles en su cuenta, le bastó un futbolista excepcional y en un gran momento para ratificar el papel de candidata al título. En los partidos que vinieron a continuación los argentinos empezaron también a lucir mejor como colectivo, en parte por obligación, pues su más notable individualidad empezó a jugar en “modo de ahorro”.

Sabella en acción.
Sabella en acción.Imagen: picture-alliance/dpa

A partir de los octavos de final Lionel Messi fue una estrella de luz penumbrosa. Aunque su brillo no se apagó, si irradió menos, y su papel pasó de determinante a importante. Los argentinos, que ya venían ganando con lo mínimo, apenas consiguieron anotar dos goles en los tres partidos posteriores. Eso es la mitad de los que Messi ha logrado, y de ellos uno resultó de un pase suyo (contra Suiza en los octavos de final), y otro de una jugada que él inició (en cuartos de final contra Bélgica).

Caminar basta

Al observar el juego de Messi en los últimos partidos pareciera que él está decidido a reservar al máximo su energía. Su estrategia es aprovechar los momentos oportunos para explotar y detonar a las defensas rivales con su velocidad y sus gambetas. El futbolista argentino ha recorrido apenas 8,6 kilómetros en promedio por partido, una media bastante baja para su posición en el campo. El dato es significante, pues revela su escasa movilidad a lo largo de los 573 minutos que ha estado en las canchas en el Mundial. Messi, en vez de correr ha optado por caminar.

En una charla ofrecida durante el Mundial, la estrella histórica del Brasil, Zico, definió la actitud de Messi como “el acecho en espera de la oportunidad de asesinar el partido”. Y es que eso es exactamente lo que hace el argentino, cuya calidad le permite concentrarse a un par de escasas acciones en las cuales demostrar todo su potencial y superioridad. Ella le permite darse el lujo de ser más lento que un jugador tan pesado como el belga Daniel van Buyten. Mientras la capacidad de aceleración del exdefensor central del Bayern -según las estadísticas- es de 31,6 kilómetros por hora, la del atacante del Barcelona está dos kilómetros por debajo.

En la final del Mundial Alemania tendrá que tener en cuenta esta postura de Messi, que a Argentina, sin mayores espectacularidades, le ha dado muy buenos resultados. El entrenador Alejandro Sabella, el quinto en su país que ha intentado sacarle el mayor provecho a Lionel Messi, ha encontrado la fórmula perfecta, hasta ahora.

Presencia atemorizante

Javier Mascherano.
Javier Mascherano.Imagen: Reuters

José Pekerman, Alfio Basile, Diego Maradona, y Sergio Batista, fracasaron en donde Sabella ha acertado. El seleccionador argentino, sabiendo que los rivales se orientan en dirección a Messi, le ha permitido al jugador gozar de una enorme libertad. El trabajo defensivo que le correspondería cumplir a la superestrella lo asume Javier Mascherano. Así, cada vez que los sudamericanos recuperan el balón, Messi está en la mejor situación para recibirlo, o para arrastrar a sus marcadores y crear espacios para sus compañeros.

En últimas, a Argentina prácticamente le es suficiente con enviar a Lionel Messi a la cancha para conseguir poner la balanza a su favor. No en vano, él es considerado el mejor jugador del mundo: una acción suya, cinco segundos de brillantez en 90 minutos de juego, y el rival tiene un gol en contra. Para ganar la Copa del Mundo no es necesario destacar sino ser efectivo.

Eso es algo que Lionel Messi y el resto de sus compañeros en la selección, al igual que todo un país, han entendido y aplicado a la perfección en este Mundial de Brasil 2014. La final empieza con Argentina poniendo en jaque a Alemania. Habrá que esperar que movimientos le siguen.