Euro-Solar funciona en Perú
3 de diciembre de 2010Un ejemplo concreto de cómo combinar la protección medio ambiental con el desarrollo sostenible lleva a Cancún la comisaria europea para Acción por el Clima, la danesa Conie Heedegaard: un proyecto europeo de distribución de un kit de energía solar a comunidades rurales muy alejadas de centros urbanos en siete países de América Latina.
600 son las comunidades en Bolivia, Ecuador, Perú, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay en donde se está adecuando el equipo que consiste en la instalación de celdas solares en un centro de la comunidad, 5 computadoras portátiles, una impresora/escáner, equipo para permitir el acceso a Internet y telefonía, un purificador de agua, una nevera y un cargador de baterías.
Después de firmar los acuerdos con los países latinoamericanos, en 2007 se lanzó el proyecto Euro-Solar, en el campo de ayuda al desarrollo; una redistribución de competencias y fondos lo ha convertido en el botón de muestra de la acción por el clima y las energías renovables. Se calcula que para unas 600.000 personas en total este proyecto significará el acceso a la energía en general y a la limpia en particular, uno de los principales desafíos del siglo XXI.
El ejemplo de la isla de Amantani
Los 35,8 millones de euros que le cuesta en total el proyecto Euro-Solar a la Unión Europea “son para el efecto que tiene relativamente poco”, decía entusiasmada la comisaria Heedegaard después de haber mantenido la primera teleconferencia con la comunidad Sancayuni, en el lago Titicaca. A la comunidad que habita la isla flotante de Amantani habría llegado la conexión a la red nacional de energía de Perú en unos diez años. Con la energía, la comunicación con el mundo exterior a través del Internet ha sido posible.
“Más que de energía, se trata de inclusión social para 20.000 personas; de acceso a cuidados médicos; a formación”, comentaba Jorge Valdez, embajador de Perú ante la Unión Europea después de la primera teleconferencia. En la maestra, el alcalde, el asistente social, en los niños: la alegría por la conexión era desbordante; a la sala muy bien equipada en pleno corazón de la UE la sencilla comunidad de indígenas peruanos hablaba desde otro mundo. Esta isla flotante está a 38 kilómetros del puerto de Puno, a 4.217 metros sobre el nivel del mar y la única manera de llegar ahí es la lancha, que tarda cuatro horas.
Una ventana al siglo XXI
Las consecuencias que tiene para los habitantes de esta apartada región el poder entrar en el siglo XXI son evidentes: de pronto pueden cargar baterías de teléfonos celulares o conservar en el centro médico remedios o vacunas sin esperar a que la asistente social vuelva a venir desde el centro urbano más cercano. Otro aspecto: “a los niños les enseñamos a escribir textos”, decía el maestro; uno de sus alumnos ha empezado a escribir sus poemas en la computadora. “Será bueno para que vengan los turistas”, cuenta una mujer señalando la tabla de precios por recargar baterías de celular, por fotocopias o por usar el correo electrónico.
Con la selección de las comunidades beneficiarias en los siete países de América Latina se comenzó hace tres años: a la instalación del equipo precedió la adecuación un establecimiento para albergarlo; luego la capacitación para su uso. Cada país latinoamericano aporta un 20 por ciento de los costos del proyecto, que lo que en el caso del Perú –el de mayor cantidad de comunidades beneficiadas y el país que más avanzado está en el proyecto- se traduce en 6.050.407 euros de EuropAid y 1.457.500 euros por parte de su Ministerio de Energía y Minas.
¿Y qué pasa cuando en 2011 el proyecto llegue a su fin? El equipo es propiedad de la comunidad, dicen los responsables de Euro-Solar. Luego, se trata de que cada país lo introduzca en sus programas de energía, salud y educación; también de que dé seguimiento y mantenimiento a los “centros de cómputo” en esas olvidadas regiones.
En el caso de Perú, según información oficial, el ministerio de Educación se está encargando ya de la capacitación especial de nuevos maestros para estas comunidades y de dotarlas de más terminales de computadoras. Por lo pronto, el maestro habla de dificultades para organizar el acceso a los cinco portátiles de los 40 niños –de dos grados diferentes- que tiene a su cargo.
Pero la alegría, para Sancayuni, por la luz artificial y la comunicación vía Internet todavía es mucha como para fijarse en las contrariedades; también para EuropAID y la comisaria de Acción Inmediata para el Clima esta primera comunidad que tiene todo el equipo de Euro-Solar en funcionamiento es motivo de satisfacción: a punto de viajar a la Conferencia del Clima en la mexicana Cancún, los logros de Euro-Solar, aunque modestos, son un ejemplo de fomento del desarrollo humano a partir de la energía renovable.
Autora: Mirra Banchón
Editor: José Ospina-Valencia