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Democracia a cuentagotas

Peter Philipp19 de enero de 2004

El atentado frente a la sede de la Autoridad Provisional de la Coalición en Bagdad, demuestra la magnitud del problema de seguridad en Irak. ¿Solucionarían elecciones directas el problema?

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El Secretario General de la ONU, Kofi Annan, saluda a L. Paul Bremer, administrador civil de Irak.Imagen: AP

Cuando el presidente estadounidense, George W. Bush, prometió mayor democracia para Irak y para el Cercano Oriente, jamás se imaginó que el líder religioso iraquí de los chiíes podría demostrar a Washington que es lo que realmente se entiende bajo democracia. Pero justamente eso es lo que demuestra el Ayatollah, Ali Sistani, líder religioso de la comunidad chií. Sistani, quien hasta el momento se ha mostrado reservado y que no ha manipulado a sus seguidores en contra de la fuerza de ocupación, deja manifestarse a miles de chiíes desde hace días en favor de elecciones libres y democráticas. Con esto contradice al administrador civil estadounidense en Bagdad, Paul Bremer, quien planea entregar hacia finales de junio la administración al pueblo iraquí, pero cree que es demasiado temprano y desde el punto de vista técnico imposible realizar elecciones democráticas y libres.

El gobierno de transición deberá, si se siguen los planes de Bremer, ser elegido por una serie de asambleas regionales. Para los críticos la evidencia perfecta de que Washington no quiere desprenderse del control sobre Irak. Se trata de una sospecha fundamentada pues no hay duda de que Estados Unidos quiere permanecer en Irak por mucho tiempo. Pero también es cierto que las demandas de Sistani son anticipadas: Washington planea establecer un gobierno de transición que tendrá que encargarse de convocar a elecciones libres y llevarlas acabo. Pero formar un parlamento y convocar a elecciones libres todo en el plazo de sólo cinco meses parece poco realista.

¿ONU en Irak?

Es de suponerse que los estadounidenses no quieren cargar con la responsabilidad oficial de Irak más de lo necesario, y quieren entregar esta responsabilidad tarde o temprano al pueblo iraquí, sin olvidar que este paso requiere un mínimo de estabilidad.

Los atentados consuetudinarios sabotean este plan. El atentado del pasado 18 de enero también podría haber puesto fin a una idea de Paul Bremer: encargar a las Naciones Unidas el proceso de reconstrucción recientemente iniciado. Bremer cree que las Naciones Unidas cuentan con el mejor fundamento para conducir a Irak a un futuro político mejor. Kofi Annan encomendó recientemente a su encargado para Afganistán, Lakhdar Brahimi, con la asesoría de Irak, pero aún está por verse si desea asumir la tarea en este momento.

Entrada doble

La ONU fue blanco de un atentado en Bagdad en el mes de agosto pasado, después de lo cual retiró a su personal del país. Volver a desplazarlo a Irak requeriría de mayor seguridad. Pero esta sólo se puede asegurar con una ejército de ocupación. Las Naciones Unidas perderían su credibilidad si trabajan bajo la protección de las fuerzas de ocupación. Por el momento no se planea la intervención de un ejército internacional independiente, puesto que no hay garantía de que no sea blanco de ataques, como ha sucedido con la ONU y también la Cruz Roja Internacional.

La solución podría ser que la ONU comenzara sus labores conjuntamente con el gobierno de transición, hacia finales de junio. Hasta entonces el lema a seguir dice guardar la calma, pues sólo la calma promueve la seguridad, y sólo la seguridad garantizará elecciones libres y democracia en Irak.