Deportación de refugiados: vidas en peligro

El caso de la joven estudiante sueca que quiso rescatar de la deportación a un hombre afgano se viralizó. Pero fue un malentendido, ya que el afgano se iba por voluntad propia. Sin embargo, las deportaciones de refugiados, también en Alemania, siguen siendo motivo de polémica. El Estado alemán deportó en julio de 2018 a 69 jóvenes afganos a principios, uno de los cuales se suicidó días más tarde en Kabul. En Alemania, los jóvenes estaban bien integrados, trabajan como ayudantes de soldadura, hablaban buen alemán y pagaban sus impuestos. 

Casi paralelamente, Sami A., un ex guardaespaldas de Osama Bin Laden, fue deportado a Túnez tras un largo tira y afloja, al parecer, por un error administrativo y en contra de un dictamen judicial que prohibía su expulsión, por considerar estaba amenazado con sufrir torturas en Túnez. Pero Alemania y Túnez debaten aún sobre la legalidad de esa deportación, ya que la Justicia alemana teme que sea perseguido en su país.

El Gobierno alemán se propuso, luego de esto, declarar "seguros" a los países del Magreb, de acuerdo al rumbo restrictivo en materia de asilo del ministro de Interior y líder bávaro, Horst Seehofer, determinado a frenar el flujo migratorio a Alemania. Aquí, un especial sobre este difícil debate en la sociedad y en la clase política de Alemania.

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