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Deporte protege y regenera el corazón

José Ospina Valencia21 de mayo de 2007

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en los países industrializados. Los hombres mayores de 50 son los más afectados. Hacer deporte resulta ser más beneficioso de lo conocido.

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Una de las arterias coronarias "productoras de viudas".Imagen: AP

En Alemania mueren anualmente 80.000 personas, generalmente víctimas de una anomalía del miocardio. Los hombres que sobrepasan el umbral de los 50 años entran en una delicada zona de riesgo. “La mitad de los hombres mayores entre los 50 y los 60 en Alemania podría sufrir un infarto en los próximos 10 años”, dice un estudio del Instituto de Medicina Deportiva de la Universidad Deportiva de Colonia.

Hasta ahora la terapia de emergencia ante un infarto es la reapertura de las arterias con catéter. Pero una buena parte de los así tratados muere más tarde por insuficiencia cardiaca. La terapia de regeneración de músculo basada en células madre busca por ello, reducir las consecuencias de un infarto de miocardio.

Tomografía de resonancia magnética (TRM)

Pero antes de que ocurra cualquier cosa es igualmente importante obtener un diagnóstico oportuno y preciso. La tomografía de resonancia magnética (TRM) es cada vez más importante, no sólo en la prevención sino en el diagnóstico de enfermedades coronarias.

Una TRM es el único método capaz de establecer claridad sobre las funciones, la vitalidad y la morfología del corazón sin ninguna intervención quirúrgica o exposición del paciente a rayos. Gracias a una TRM es ahora posible identificar pequeños infartos en la pared trasera del corazón.

Pero aparte de los métodos de prevención y diagnóstico que requieren la implementación de caros aparatos, “la actividad física personal sigue siendo la mejor fórmula de prevención y terapia”, dice la Sociedad alemana de Cardiología que, según estudios propios, dan “resultados sorprendentes”.

Los beneficios del deporte

El estudio de los mecanismos que hacen del deporte la mejor prevención y terapia permite afirmar que “la actividad física influye en los factores de riesgo cardiovascular fortaleciendo las paredes interiores de las arterias y además reparándolas”, dijo Rainer Hambrecht del Centro Cardiológico de Bremen.

En cuanto al llamado colesterol “bueno” (HDL), Hambrecht dice que protege las arterias y que “la práctica regular de un deporte aumenta el efecto protector del colesterol HDL en un 10%”. El efecto general empero, no logra reducir el colesterol “malo” (LDL).

Una práctica deportiva beneficia además la tensión arterial y reduce el riesgo de diabetes. Ensayos realizados por el profesor Hambrecht demostraron que en el 58% de 522 personas con diabetes examinadas en grupo se redujo en 4 años el grado de la anomalía gracias a un programa de gimnasia aeróbica y reducción de peso.

Células progenitoras restauran tejidos

Después de las primeras cuatro semanas de actividad física intensiva el organismo presenta una clara mejoría de la capacidad de dilatación de las arterias enfermas. “Este refuerzo de las paredes internas de las arterias, producto del deporte, mejora la irrigación del músculo coronario y una reducción del dolor de pecho (angina pectoris)”, concluye el científico.

Interesante es también la relación entre la actividad física y la neovascularización o restauración de los tejidos coronarios afectados. “La práctica deportiva intensiva moviliza células endoteliales o progenitoras que tienen la capacidad de poblar la región coronaria y generar la restauración de los tejidos coronarios dañados”, es la conclusión del especialista alemán Rainer Hambrecht del Centro Cardiológico de Bremen que destaca también el acompañamiento de la terapia con medicamentos.

Los hombres “maduros” son los más afectados

En el reparto de infartos cardiovasculares no hay equidad de géneros. El 86% de los hombres entre los 60 y los 64 años lidera los índices de riesgo. Un hecho nada halagador cuando la edad para pensionarse en Alemania ha sido elevada para los hombres a los 67 años.

Las mujeres en cambio, aunque tampoco se salvan de las enfermedades coronarias, se enfrentan a éstas entre 7 y 10 años más tarde que los hombres.