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¿Nuevo escenario para las relaciones Cuba – EE. UU.?

Amir Valle (CHP)17 de diciembre de 2014

Con la liberación sorpresiva del contratista estadounidense Alan Gross cae uno de los obstáculos más fuertes para el mejoramiento de las relaciones entre Washington y La Habana, opina Amir Valle.

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Encuentro informal entre Obama y Castro en diciembre de 2013, durante el entierro de Nelson Mandela en Sudáfrica.
Encuentro informal entre Obama y Castro en diciembre de 2013, durante el entierro de Nelson Mandela en Sudáfrica.Imagen: picture alliance/epa/Kim Ludbrook

Hace unas horas, cuando el gobierno norteamericano aseguraba que Alan Gross “ya está volando de regreso a su país”, cayó uno de los obstáculos más fuertes para el mejoramiento de las relaciones entre Washington y La Habana. Y aunque aún están en pie los dos restantes: que Estados Unidos levante el bloqueo económico contra Cuba y que saque a la isla de sus listas de países patrocinadores del terrorismo internacional, la comparecencia de Raúl Castro, anunciada en cadena nacional para las 12:00 hora local, despierta ya muchas interrogantes.

El gobierno cubano ha condicionado siempre que la liberación del contratista estadounidense, que cumpliera este 3 de diciembre cinco de los quince años a los que fue condenado por espionaje, se produciría únicamente a través de un canje por los tres espías cubanos del grupo que La Habana llama “Los Cinco Héroes”, condenados en 2001, y del cual René y Fernando González fueran liberados por Washington en 2011 y 2014, respectivamente.

En los últimos meses, importantes figuras del exilio cubano han manifestado su preocupación por lo que consideran un relajamiento excesivo y no reciprocado de la postura del presidente Obama en relación con la isla. Era imprescindible, aseguraban, que Cuba diera pasos efectivos que demostraran su intención de mantener un verdadero diálogo, y la liberación de Alan Gross era uno de los pasos que se exigían, junto al cese de la represión contra el creciente movimiento opositor, básicamente las acciones contra las Damas de Blanco y los partidos y proyectos independientes de mayor auge popular, como la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).

El empeoramiento de la salud del contratista norteamericano que forzó a una fuerte campaña en Estados Unidos para que fuera liberado por razones humanitarias, la liberación de uno de los cinco espías en febrero de este 2014, los pronunciamientos de Obama apoyando la presencia de Raúl Castro en diversos cónclaves políticos regionales, los editoriales del influyente diario New York Times a favor del modo en que la isla gestiona la transición y la postergación de las negociaciones entre Cuba y la Unión Europea, previstas inicialmente para enero y ahora sin fecha, crearon un escenario inédito que permite pensar que están dando ya resultados las conversaciones entre ambos gobiernos, que ahora sabemos llevan efectuándose desde hace 18 meses en Canadá y otros escenarios con la intercesión del papa Francisco.

La pregunta que todo el exilio cubano se hace ahora mismo es si la postura de la administración Obama es una respuesta de fuerza contra las presiones internas que la mayoría republicana está haciendo dentro del Congreso, a favor de un recrudecimiento de las sanciones contra Cuba. Otra interrogante es si la postergación de las conversaciones con la Unión Europea se debe a que La Habana quiere tener claras sus posibles relaciones con Washington antes de dar pasos más concretos en el estrechamiento planificado con Europa. Y la mayor preocupación, especialmente la que se comenta en los diversos grupos de la oposición en la isla y el exilio, es hasta qué punto una consolidación de los intercambios políticos entre ambas partes afectará al movimiento opositor, como diría recientemente el líder Antonio Rodiles, director del proyecto independiente Estado de Sats, al concederle al gobierno de Raúl Castro, “carta blanca para endurecer la represión”.

En el mejor escenario, podría hablarse del levantamiento del bloqueo, con las dos caras de este problema: la posibilidad de Cuba de desarrollar una economía más fuerte, libre de las ataduras comerciales y financieras que les han sido impuestas durante ya más de cincuenta años, y el fortalecimiento político de un régimen que se ha caracterizado por cerrarse ideológicamente contra los opositores siempre que ha recibido apoyos económicos externos. Pero incluso en ese escenario, habría que analizar si lo que Obama implemente en este último período de su mandato, será respetado, consolidado o rechazado por el gobierno que sustituya a los demócratas; gobierno que, según las encuestas, será presidido por un republicano y con mayoría republicana en el Congreso.

En cualquier caso, el simple hecho de que Obama y Raúl Castro hayan anunciado casi al unísono comparecencias sobre un tema tan complicado; que Obama haya anunciado una nueva época y que Raúl en su discurso haya mantenido el mismo discurso condicionador de siempre, aunque se ha manifestado dispuesto a seguir dando pasos de avance en las relaciones bilaterales, han despertado gritos de júbilo en quienes apuestan por el cese de las hostilidades entre ambos países, pero también ha disparado las alarmas entre quienes consideran que ello blindará moral, y tal vez económicamente, a un sistema que lleva más de cinco años preparando una transición del poder de los viejos a los nuevos castristas, sin la apertura a las otras tendencias políticas que se han desarrollado en la oposición cubana en las últimas dos décadas.