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Diplomacia en vez de armas

Sarah Judith Hofmann (VC) 1 de agosto de 2014

Hace 100 años, la Primera Guerra Mundial comenzó con la declaración de guerra de Alemania a Rusia. Hoy más que nunca, Europa debería apostar por la diplomacia en vez de las armas, opina Sarah Judith Hofmann.

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Imagen: Getty Images

El primero de agosto de 1914, el Imperio Alemán le declaró la guerra a Rusia. Al mismo tiempo, el emperador Guillermo II se esforzó en presentar al pueblo alemán como la víctima: “Si nuestro vecino así lo quiere y no nos concede la paz, espero que, con la ayuda de Dios, nuestra espada alemana salga victoriosa de esta difícil lucha”. Dos días más tarde, Alemania también le declaró la guerra a Francia e invadió Bélgica, pese a su neutralidad. Este fue el comienzo de la Primera Guerra Mundial.

Más o menos un mes antes, el atentado de Sarajevo había ocasionado una peligrosa crisis entre las potencias europeas. ¿Pero no habría podido encontrarse una solución diplomática antes de la declaración de guerra de Alemania? La pregunta seductora de “¿Qué habría pasado si…?” no se puede contestar definitivamente. Sin embargo, una cosa está clara: “la difícil lucha”, a la que Guillermo II condujo a su pueblo, duraría cuatro años, cobraría la vida de más de 15 millones de personas y dejaría más de 20 millones de heridos. Además, la Primera Guerra Mundial no solo sumergió a Europa en un conflicto sangriento, sino que cambió el orden político internacional de forma duradera.

Guerras en 2014: Ucrania, Gaza, Siria

Un siglo después, ¿ha aprendido Europa algo de la primera gran catástrofe del siglo XX? La respuesta es ambigua: con la Unión Europea, la OTAN y la OSCE, ha sido posible asegurar la paz durante casi 70 años entre Alemania y sus países vecinos. Esto es un gran logro y la consecuencia de dos guerras mundiales, que tuvieron su origen en esta parte del mundo. No obstante, la guerra de Yugoslavia apenas tuvo lugar hace veinte años y la memoria del fracaso de las mencionadas instituciones aún está muy presente.

En 2014, la situación poco más allá de las fronteras europeas es muy sombría: desde hace semanas Israel bombardea la Franja de Gaza y Hamás lanza misiles sobre territorio israelí. En el Este de Ucrania, hay combates entre separatistas prorrusos y el Ejército ucraniano. Según estimaciones, en la guerra en Siria, hasta ahora, han muerto más de 160.000 personas.

Sarah Hofmann, de la redacción de cultura de DW.
Sarah Hofmann, de la redacción de cultura de DW.Imagen: DW/P.Henriksen

En la mayoría de los casos, las víctimas son inocentes, como, por ejemplo, aquellos hombres, mujeres y niños que viajaban en el avión de Malaysia Airlines, que fue derribado en el Este de Ucrania. O como grandes partes de la población civil en Gaza que, de manera cínica, es utilizada como escudo humano por parte de Hamás.

¿Quién es el culpable?

La lógica de todos los involucrados es hoy la misma que hace cien años: Nosotros no somos los agresores. Estamos siendo atacados y nuestro pueblo tiene el derecho a defenderse.

En 2014 se conmemora el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y la pregunta de quién es el verdadero culpable nuevamente está siendo debatida, sobre todo en Alemania. Según el historiador australiano Christopher Clark, autor del libro “Los sonámbulos”, en 1914 todas las potencias creían que estaban siendo atacadas por sus vecinos. Austria-Hungría por Serbia, Rusia por Alemania y esta, a su vez, por todos sus vecinos.

Entonces, ¿qué podemos aprender del fatal paso que dio Alemania al declararle la guerra a Rusia el primero de agosto? Antes que nada, que nunca debe ser demasiado tarde para agotar todas las vías diplomáticas. La UE debería ponerse de acuerdo en trono a cómo abordar el conflicto en Ucrania y nunca cansarse de buscar una solución a través del diálogo. Esto también cuenta para el Cercano Oriente.

Europa debería hacerlo mejor que en 1914

La Primera Guerra Mundial cambió la suerte del siglo XX. Pocos años después comenzó el ascenso del nacionalsocialismo, la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto. Este primero de agosto, Europa debería tomarse el tiempo para reflexionar sobre el origen de lo que en la primera mitad del siglo XX llevó al mayor crimen en la historia de la humanidad. Hay que hacer las cosas mejor en el siglo XXI, para que no tengamos que leer algún día en los libros de historia: en 1914 fue en Sarajevo; en 2014 comenzó en Crimea.