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Director del Museo de la Memoria: “No existen dos verdades”

17 de agosto de 2018

La presión pública generó en Chile la renuncia en tiempo récord de un ministro que calificó de montaje el Museo de la Memoria. En entrevista con DW, su director habla de la convergencia entre cultura y derechos humanos.

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Chile Santiago Francisco Estévez
Imagen: Museo de la Memoria

La polémica por los cuestionamientos al Museo de la Memoria toca una fibra muy sensible en Chile. Costó la salida del ministro de cultura, Mauricio Rojas, a sólo tres días de haber asumido, y suscitó un multitudinario respaldo a la gestión del museo, desde el mundo de la cultura y las artes.

Una de las primeras actividades de la nueva ministra, Consuelo Valdés, fue reunirse con el director del museo, Francisco Estévez, para reafirmar el compromiso con resguardar la memoria del país. Se despejan así los temores de transformación o cierre del museo, que asaltaron a la institución ante la llegada de Rojas y los antecedentes del plan del presidente Sebastián Piñera de crear un museo de la democracia, dedicado a la transición a partir del plebiscito de 1988.

El acto artístico realizado este jueves en las afueras del museo reunió a unas 15 mil personas que celebraron esta conquista del mundo de la cultura y los derechos humanos: sacar a un ministro en tiempo récord y obligar al gobierno del derechista Sebastián Piñera a reiterar su compromiso con el respeto de los derechos humanos.

En entrevista con Deutsche Welle, el director del Museo de la Memoria, Francisco Estévez, aborda este momento clave. En una sociedad que está lejos de alcanzar un consenso acerca de su pasado, la elaboración de la memoria es un tema controvertido. "El tema de los derechos humanos nos acompaña permanentemente porque son una dimensión constitutiva de nuestra comunidad política”, afirma Estévez, una de las figuras que resultaron fortalecidas después de la polémica.

DW ¿Cómo tomó las declaraciones de Mauricio Rojas con respecto a que el Museo de la Memoria sería un montaje?
Francisco Estévez:
Cuando fue nombrado ministro, esas declaraciones que había hecho antes refiriéndose al museo adquirieron mucha gravedad, porque ya era una autoridad de gobierno y podía expresar lo que sería la política pública respecto de la memoria, que era el negacionismo duro.

¿Cómo responde ante opiniones que desconocen la veracidad de lo que muestra el museo?
Con el rol del museo, que es afirmar el valor de los derechos humanos y el de tener siempre presente la memoria de cómo se produjeron esas violaciones tan graves que ocurrieorn en Chile después del golpe de estado de 1973.

¿Es posible entender esas críticas más como un llamado a profundizar el trabajo del museo?
- Hay que considerar que el museo depende administrativamente, así como su presupuesto, del Ministerio de la Cultura. Esas declaraciones anticipaban lo que hoy se ha dicho de manera más explícita, que querían asfixiar presupuestariamente a este museo y, lo que es más grave, con una propuesta de dividir el presupuesto en dos para contar desde otro museo la otra verdad.

¿Dos verdades?
No existen dos verdades, hay una sola. En Chile se violaron los derechos humanos de una manera cruel y sistemática. Eso quedó establecido en los informes de las comisiones de verdad y ha sido corroborado en las investigaciones judiciales. Uno puede sostener que puede haber relatos distintos de una misma verdad, no hay un guión único, pero no puede partir diciendo que hay dos verdades. Esa es una expresión de negacionismo.

¿Qué pasa con la discusión sobre el contexto de estos hechos, que ciertos sectores reclaman que hace falta?
Se ha hablado equivocadamente de contexto y cuál sería éste. Lo que tenemos claro es que si en Chile no hubiese habido una dictadura de estado, no se hubiesen cometido las violaciones a los derechos humanos que se cometieron. Torturar, hacer desparecer, ejecutar, exiliar no se puede hacer en democracia, pero sí en una dictadura terrorista, que fue la que puso el contexto para las violaciones de los derechos humanos que se cometieron a partir del 11 de septiembre de 1973.

El museo recibió un apoyo ciudadano masivo, ¿qué papel juega el mundo del arte y la cultura en el tema de la memoria?
La celebración fue algo muy significativo, se reunieron más de 15 mil personas, y tiene que ver con este redescubrimiento de la importancia de la unidad entre el movimiento de las culturas y el de los derechos humanos. Esta convergencia fue tremendamente decisiva para enfrentar a la dictadura y ahora se redescubre que es fundamental para que el país pueda hacerse cargo también de las situaciones actuales en materia de derechos humanos.

¿Qué situaciones se han incorporado al debate?
No podemos renunciar a exigir la justicia, luchar contra la impunidad, conocer más la verdad de lo que pasó, pero al mismo tiempo se abren otras dimensiones de los derechos humanos. La consecuencia ética de haber luchado en dictadura es seguir haciéndolo en democracia y eso implica asumir, en diálogo con este museo, también las causas que vienen asociadas al movimiento feminista, a los pueblos indígenas, los trabajadores o el mundo estudiantil. Tiene que abrirse al diálogo con las situaciones y los movimientos actuales en derechos humanos.

Victoria Dannemann (ER)

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