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Dos años de Trump: no todo sería mejor sin "Donald"

Max Hofmann
20 de enero de 2019

La UE ha pasado por una dura curva de aprendizaje en estos dos años de Trump. Los daños causados por el presidente de EE.UU. serán difíciles de reparar. Pero en muchos aspectos ha hecho bien a Europa, opina Max Hofmann.

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Imagen: DW/L. von Hammerstein

¿Cómo, esto empezó hace sólo dos años? ¿Hubo realmente una vida sin Donald Trump? En Bruselas, la capital de la Unión Europea y la OTAN, giran tantos temas en torno al presidente estadounidense, que este ha quedado impregnado en la memoria colectiva de Europa, a pesar de la distancia que los separa.

Inolvidables fueron sus apariciones ante la OTAN, donde sus malhumorados arrebatos causaron gran revuelo y mal ambiente. La amenaza de imponer aranceles a los automóviles europeos y el anuncio de rescindir el Tratado INF sobre desarme nuclear también perturbaron el ambiente en Bruselas.

¿Es tan terrible, desde el punto de vista europeo, lo que pasa con este presidente estadounidense? Muchos dirían que sí, pero esa sensación no se corresponde totalmente con la realidad. Trump ha hecho bien a la UE en muchos sentidos. Por un lado, por una razón involuntaria y, al mismo tiempo, obvia: "Donald" ha unido a la UE. Su presión externa ha dado lugar a la solidaridad europea y el progreso en muchas áreas. Por ejemplo, la cooperación estructurada permanente en política exterior y de seguridad (PESCO) no existiría sin Trump.

La aprobación de la Unión Europea ha ido en aumento desde su elección como presidente. Hay incluso voces en Bruselas que comentan en privado que Trump es lo mejor que le ha podido pasar a la UE.

El estilo Trump

Por supuesto, el actual presidente de los Estados Unidos también es una amenaza para Europa. No solo por asuntos obvios: debilitar el Tratado del Clima de París, terminar el Acuerdo Nuclear con Irán, desestabilizar las relaciones comerciales globales. También por los apoyos que Trump también tiene dentro de las fronteras de la UE, tanto entre la población como entre los políticos. No necesariamente admiran al presidente por sus rabietas, arrogancia y mentiras. Más bien, les gusta su incorrección política, el hecho de que aborde verdades que a menudo se esconden bajo la alfombra. ¿Algunos ejemplos?

- La acusación de que los europeos no hicieron el gasto de defensa prometido en el contexto de la OTAN: obviamente, correcta.

- La afirmación de que se discrimina a los estadounidenses en materia aduanera con respecto a la UE y China: correcta en muchos aspectos.

- La conclusión de que Rusia violó el Tratado INF: correcta.

- La afirmación de que algunas instituciones multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio, están estancadas y son ineficientes: en lo concerniente a los últimos años, también es correcta.

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Max Hofmann, director de la oficina de DW en Bruselas.

En cuestiones de estilo, el presidente de EE.UU. va más allá del mal gusto, de eso no hay duda. Pero eso no es suficiente para invalidar sus andanadas en Twitter. Porque a mucha gente no le importa el estilo, especialmente en estos tiempos. La UE no debe darle motivos para que tenga rabietas. En algunos temas, ya lo ha frenado aumentando el gasto en defensa y coordinando la política exterior y de seguridad, por ejemplo.

La UE también está empezando a tomar en serio las preocupaciones de muchas personas que son atraídas por populistas como Trump. Cuestiones como la digitalización y la propia identidad en un mundo globalizado y cada vez más complicado, cuya realidad está cada vez más conformada por los gigantes digitales en China o Estados Unidos. Los triunfos de Matteo Salvini en Italia y Viktor Orban en Hungría son la prueba flagrante de que la UE no ha podido disipar estas preocupaciones.

Un duro aprendizaje

¿Qué debemos aprender tras estos dos años con Donald Trump? La UE está intentando aprovechar el impulso que el presidente estadounidense ha dado a muchas cuestiones de política mundial y comercial para sacar provecho de ello y, en última instancia, construir una UE que no sólo tenga peso en el terreno económico. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, habla de una UE con "capacidad política mundial". Con su experiencia y su sagacidad, Juncker es uno de los pocos políticos europeos que ha encontrado una estrategia exitosa para tratar con Trump. En política comercial, ha ofrecido compromisos simples y claros, un dar y tomar con el que el "hombre de negocios" Trump parece encontrarse cómodo. 

En lo referente a reducir el campo de acción a los populistas de la escuela de Trump, aprovechar el margen de maniobra abierto en la política mundial y encontrar la forma más eficaz de tratar con el presidente de EE.UU., la UE ha atravesado una curva de aprendizaje muy dura en los últimos dos años. Pero ni la UE ni el resto del mundo liberal ha encontrado medios efectivos para limitar el daño que Donald Trump está creando en la relación transatlántica. Sí, es cierto que, de forma involuntaria, Trump ha logrado que la UE busque finalmente su independencia. Pero, a la vista de los destrozos que ha dejado a su paso, desde una perspectiva europea hubiera sido mejor que la UE hubiera crecido sin Donald Trump.

Autor: Max Hofmann (ct/ms)

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