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Pacto Fiscal Europeo, bajo fuego

26 de junio de 2012

Los economistas no son conocidos por tender al dramatismo. Sin embargo, desde sus filas se lanzan advertencias y severas críticas contra el Pacto Fiscal Europeo, celebrado por otros como el mayor éxito de Angela Merkel.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Para muchos, haber persuadido a la mayoría de los socios del bloque comunitario de suscribir el Pacto Fiscal Europeo constituye el mayor éxito de Angela Merkel como gerente en tiempos de crisis. La canciller alemana atribuye los problemas que hoy atraviesa la zona euro al endeudamiento descontrolado de algunos Estados e insistió en que la disciplina presupuestaria, impuesta por el convenio en cuestión, evitaría que coyunturas similares se repitieran en el futuro. 25 de los 27 miembros de la Unión Europea (UE) se dieron por convencidos.

Uno de los objetivos principales de esta moción era recuperar la confianza de los mercados financieros, tan propensos a ataques de nerviosismo, y demostrarles que los países en el oeste del Viejo Continente podían poner orden en sus cuentas; pero algunos dudan que esa meta haya sido alcanzada. “El pacto fiscal no tiene credibilidad en los mercados”, aseguraba recientemente Ulrich Kater, economista en jefe del Banco Deka, en un foro del Centro para la Investigación de la Economía Europea (ZEW, sus siglas en alemán).

Kater sostiene que la percepción que existe de ese reformulación de la cooperación europea en el ámbito fiscal es muy diferente de lo que la clase política cree haber alcanzado. El pacto contempla normas más severas que los llamados “criterios de convergencia” del Tratado de Maastricht, el contrato fundacional de la unión monetaria europea. Según el nuevo pacto presupuestario, que entrará en vigor en 2013, el límite máximo de endeudamiento anual para los Estados comunitarios es el 0,5 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).

Hasta la aprobación del Pacto Fiscal Europeo, los países podían adquirir deudas anuales equivalentes al 3 por ciento de sus respectivos PIB antes de pisar el freno. ¿Es la cultura de la estabilidad el nuevo producto de exportación de los alemanes? Clemens Fuest, catedrático de la Universidad de Oxford y asesor del ministro alemán de Finanzas, lo duda: “La ventaja del pacto fiscal fue que llevó a todo al mundo a hablar de cualquier cosa, menos de los eurobonos”. La palabra eurobonos es una que Merkel no quiere oír para nada.

Kombibild Francois Hollande Angela Merkel
Otra razón para dudar del éxito del pacto siscal, tal como lo imaginó Merkel (derecha), es la resistencia que le ofrece Hollande.Imagen: picture-alliance/dpa

¿Una cortina de humo?

Para Berlín, aceptar los eurobonos implicaría verse obligados a asumir responsabilidad por las deudas de otros. Entonces, ¿es el Pacto Fiscal Europeo sólo una maniobra de distracción? Wolfgang Franz, presidente del ZEW, señala que ese convenio tiene aspectos positivos. Uno de ellos: le da facultad a la Comisión Europea de aplicar sanciones aún más duras que las ya existentes a quienes sobrepasen su límite de déficit. Pero eso obliga a preguntar: ¿de qué sirven castigos más severos, si los más blandos nunca se aplicaron cuando se debían aplicar?

“En manos del Gobierno de Merkel, este pacto fiscal no es más que un tranquilizante para los alemanes con miras a poder soltar el dinero más adelante”, critica Hans-Werner Sinn, presidente del instituto de investigación económica Ifo; el experto se confiesa incapaz de imaginar que a Francia le abran un proceso algún día para castigarlo por excederse en su déficit. Otro elemento que hace dudar del éxito del Pacto Fiscal Europeo, tal como lo visualizó Merkel, es la resistencia que le ofrece el nuevo presidente francés.

Aunque es poco probable que el socialista François Hollande exija la renegociación del pacto, su empeño en ampliarlo con miras a que incluya estímulos para el crecimiento económico puede terminar desvirtuándolo, incluso antes de que entre en vigencia. “Basta con abrir un periódico italiano o francés para darse cuenta de que el Pacto Fiscal Europeo es percibido como una propuesta superflua y chantajista”, agrega Clemens Fuest otro argumento en contra, aludiendo a las razones que llevaron a la mayoría de los irlandeses a votar a favor del pacto en un plebiscito.

A su juicio, ellos aprobaron el Pacto Fiscal Europeo por temor a que, si votaban en contra, no recibirían más dinero del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Para Fuest, el Gobierno de Merkel se guardó las espaldas al poner como condición que sólo los países que votaran a favor del pacto fiscal tendrían acceso a ayudas financieras provenientes del MEDE en caso de necesitarlo. “Ahora debemos pensar en eso: ¿cómo puede ser tomada en serio una regla que se impuso por la vía del chantaje?”, dice Fuest.

Autores: Zhang Danhong / Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López