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EE.UU.: una elección entre el miedo y el amor

Ines Pohl, desde Filadelfia (JOV/ER)28 de julio de 2016

Las convenciones de republicanos y demócratas no podían ser más diferentes. Mientras Donald Trump infunde miedo y terror, Hillary Clinton apuesta por la fuerza del amor.

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Imagen: Getty Images/J. Raedle

Mientras la Convención de los republicanos se movió en torno a un hombre blanco, la de los demócratas está compuesta por la diversidad del país: hombres, mujeres, blancos, negros y la comunidad LGTBI. Mientras entre republicanos Trump se celebró a sí mismo, en la Convención de los Demócratas debaten personas de todo el país sobre el rumbo de la nación.

No siempre las convenciones de nominación de los partidos en Estados Unidos tienen lugar una tras la otra, como este año. A lo mejor, esto hace más evidentes las grandes diferencias de ambos eventos. O, a lo mejor, es la extrema campaña de Twitter la que polariza tanto el estado de ánimo. O, a lo mejor, se trata de la simple y llana realidad.

Diferencia a primera vista

Aunque se prohibieran todas las pegatinas, vallas y camisetas, a primera vista está claro que esta es la Convención Demócrata en Filadelfia. Aquí se encuentran reunidos los más diferentes ciudadanos que componen esta sociedad: jóvenes, ancianos, musulmanes, cristianos, ateos, negros, blancos, latinos e indígenas.

Los demócratas celebran aquí la diversidad y el sueño de un estado que, finalmente, ha superado el racismo y acepta que los tiempos de la supremacía blanca son cosa del pasado. El estadio Wells Fargo Arena se convierte así - por cuatro días - en un Taller del Futuro, que ofrece una visión de un país donde los sueños se hacen realidad.

Mentalidad de asedio de los republicanos

Cleveland es lo contrario. Esta ciudad es el testimonio de que el partido republicano no está dispuesto a aceptar los cambios demográficos del mundo moderno. Trump tuvo el dominio absoluto del evento. Y aunque las minorías son celebradas, los predominantes son los delegados blancos. Al final de todo queda un lema de Donald Trump: “Solo yo puedo solucionar los problemas”.

Entre más grandes y más peligrosos son los problemas, más importante adquiere el “salvador”. Al comienzo ,Trump apoyó su campaña en su reputación como exitoso hombre de negocios para pintar los horrores de la decadencia económica. Ahora, aprovecha la oportunidad para presentarse como el guardián de la ley y el orden, capaz de vencer el terrorismo y hacer de Estados Unidos un país seguro. De nuevo, entre mayor es el miedo, más importante es el protector.

Demagogo versus constructores de país

El miedo es un arma muy poderosa. Y peligrosa. Los libros de historia están llenos de demagogos que reconocieron el momento y lo aprovecharon. Con terribles consecuencias, para su propio país y para el mundo entero.

Tras grandes dudas, los demócratas, por su parte, optaron por resaltar una fuerza que mueve montañas: el amor. Una estrategia con la que quieren combatir a Trump y también sanar las heridas internas. Los demócratas no sólo tienen que luchar contra la retórica de Trump, sino contra los inflexibles seguidores de Sanders. Algunos de ellos pueden boicotear las elecciones de noviembre, a pesar de que su mismo jefe pidió votar por Clinton.

La Convención en Filadelfia le ha imprimido una gran fuerza a la campaña de Hillary Clinton, que es apoyada por gente poderosa, como Michelle Obama, quien conquistó los corazones de la nación con su fabuloso discurso. Clinton puede contar con la primera dama, que muy bien sabe que el trabajo de ocho años en la Casa Blanca puede ser destruido de un solo puñetazo, si Trump llega a la Casa Blanca.

¿Puede vencer el amor? Eso es lo que, al menos, se siente en Filadelfia. Y eso es un comienzo.