El 2006 en Alemania
26 de diciembre de 2006¿Quién se acuerda a estas alturas de la gripe aviar? Aunque al terminar el año hubo dos víctimas fatales en Egipto, el tema ha desaparecido prácticamente de los titulares... hasta nuevo aviso. El año comenzó, en cambio, con un amago de psicosis colectiva, ante la detección del virus H5N1 en aves muertas en la isla de Rügen y luego en tierra firme del norte de Alemania. El temor, manifestado por expertos, es que este virus pudiera mutar, convirtiéndose en una epidemia peligrosa para los seres humanos. Hasta ahora, afortunadamente, la hecatombe no se ha producido.
También en el terreno internacional el año comenzó con complicaciones para Alemania: dos ingenieros germanos, que trabajaban en Irak, fueron secuestrados en ese país, temiéndose seriamente por sus vidas. Como suele ocurrir en estos casos, nunca se conocieron cabalmente los pormenores del secuestro y la liberación. Pero lo principal es que a comienzos de mayo ambos recuperaron la libertad.
La gran fiesta del Mundial
Entretanto, en Alemania se acercaba ya el inicio del gran acontecimiento deportivo que habría de acaparar la atención no sólo de los amantes del fútbol. En las semanas previas al Mundial 2006, nubes grises amenazaban con ensombrecer la fiesta deportiva. En enero cayó la primera ducha de agua helada, al anunciarse la suspensión de la gala inaugural del Mundial que se planeaba realizar en Berlín. Por otra parte, arreciaban las críticas contra el entrenador de la selección germana, Jürgen Klinsmann, quien entre varias decisiones osadas reemplazó a Oliver Kahn por Jens Lehmann como arquero titular. Hubo también dudas acerca de la seguridad en los estadios mundialistas y, lo que es peor, en las calles de algunas ciudades alemanas: dos ataques contra personas de origen africano en el Este del país llevaron a algunos a prevenir del peligro que correrían los hinchas de color en determinadas localidades. Se habló de "no go areas" y de la amenaza neonazi durante el Mundial.
Pero el 9 de junio, con el pitazo inicial, los temores se esfumaron como por arte de magia. El fútbol se apoderó del país, inundándolo de cánticos y fiestas callejeras multicolores. También los colores de la bandera alemana comenzaron a flamear en las casas y automóviles, en un alegre exabrupto de patriotismo nunca visto desde el término de la II Guerra Mundial y del todo ajeno al nacionalismo o a la xenofobia. La magia del torneo unió a huéspedes y visitantes del mundo entero, para celebrar más allá de los goles. El tercer lugar logrado por Alemania en el campeonato terminó siendo festejado como una victoria, aunque la Copa se haya quedado en manos de Italia.
Protagonismo internacional
Tanta fue la euforia mundialista que el gobierno pudo aprovechar de adoptar, sin revuelo alguno, medidas que en otras circunstancias habrían causado interminables discusiones, como el alza del impuesto al valor agregado (IVA) en tres puntos porcentuales. Nadie se alteró. Pero el Mundial de Fútbol pasó, Jürgen Klinsmann abandonó la conducción del seleccionado alemán y la realidad volvió a enseñorearse de la vida cotidiana. La guerra del Líbano sacudió a opinión pública y también al gobierno de la República Federal de Alemania que, por primera vez, se vio ante la demanda de enviar unidades militares a la región del Medio Oriente. Finalmente se resolvió participar en la misión internacional con unidades de Marina, destinadas a vigilar para impedir el abastecimiento de armas a Hezbollah.
Con la misión en el Líbano se rompió otro tabú más de la política exterior alemana, confirmándose que Berlín ha ido adquiriendo cada vez más protagonismo internacional. Un claro ejemplo de ello es el papel que ha correspondido a Alemania en el tira y afloja con Irán, campo en el que se ha sumado a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU para tratar de hacer desistir a Teherán de su programa nuclear. El año entrante probablemente acentuará aún más el peso de Alemania como actor internacional, aunque más no sea por el hecho de que la canciller Angela Merkel ocupará la presidencia de turno de la Unión Europea durante el primer semestre y también la del Grupo de los 8 durante todo el 2007.