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El desafío de combatir la miseria

21 de septiembre de 2004

La cumbre contra el hambre, previa a la asamblea de la ONU en Nueva York, es un tema de comentario en la prensa europea, que también se sigue ocupando del avance de la ultraderecha en el Este de Alemania.

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Hambre en Angola.Imagen: AP

Le Monde, de París, comenta: “Hay una serie de propuestas sobre un nuevo ‘impuesto mundial’: para los negocios financieros, el comercio de armas o la navegación aérea. Todos son técnicamente viables y económicamente factibles, pero la mayoría de los países parece rechazarlos. El principal obstáculo es, por lo visto, la falta de voluntad política. Hay que tener en cuenta que, sin duda, la manera más efectiva de combatir la pobreza en el sur consistiría en abrir nuestras fronteras para sus productos agrícolas. Por loable que sea la iniciativa del presidente Chirac y otros tres jefes de Estado, el propio Chirac se ha resistido durante mucho tiempo, y con éxito, a tales ideas.”

Una bomba de tiempo

El País, de Madrid, opina: “Mil millones de los 6.000 millones de habitantes del planeta sobreviven con menos de un dólar al día, y no son pocos los que perecen de hambre en semejante batalla. En la cumbre de la ONU celebrada en Nueva York el año 2000, llamada del milenio, los Estados miembros se comprometieron a reducir a la mitad el número de menesterosos en 2015, pero hoy, a los cuatro años de esa cuenta atrás, poco o nada se ha hecho para cumplir semejante propósito. (…) No sólo la miseria, sino el ahondamiento de las diferencias entre clases, sociedades y hasta naciones del planeta constituyen, además de un escándalo moral, una bomba de tiempo a los pies del mundo desarrollado. Una minoría ahíta y una mayoría que la contempla a través de los medios de comunicación, no pueden convivir eternamente sin graves problemas.”

Control efectivo

El ABC, también español, apunta: “La cumbre contra el hambre y la pobreza celebrada al margen de la Asamblea General de la ONU por iniciativa del presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, debía conjurar el riesgo de repetir los debates estériles de la Cumbre del Milenio celebrada en septiembre de 2000 y concentrarse en objetivos modestos pero de cumplimiento más probable.
(…) Todo plan para reducir los niveles de pobreza a escala planetaria pasa por la adopción de mecanismos de control efectivo de los compromisos suscritos, incluidos los financieros, por un apoyo económico serio a las Naciones Unidas y sus diversas agencias y por medidas concretas que incidan en los desequilibrios que están en la raíz de los numerosos problemas en que se declina la pobreza: por ejemplo, háblese en serio de la supresión de aranceles para los productos que pueden exportar los países pobres. La Unión Europea dio ya un paso importante en este sentido en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), pese al impacto que esta medida podía suponer para su Política Agraria Común (PAC).

Cuidado con la ultraderecha

En Alemania, en tanto, los editorialistas siguen centrando su atención en los resultados de las elecciones en dos estados federados del Este: Sajonia y Brandeburgo. El periódico Neue Osnabrücker Zeitung, puntualiza: “Los éxitos de la extrema derecha no deben ser minimizados haciendo referencia a que Alemania, en su conjunto es una democracia consolidada. El ejemplo de la República de Weimar enseña que hay que cortar el asunto de raíz. Una vez que las huestes de la ultraderecha se han puesto en marcha es más difícil detenerlas, sino imposible. Lo determinante es enfrentar desde el comienzo, en forma consecuente, a los neonazis, y despojarlos de sus bases.

La responsabilidad de Schröder

The Times, de Londres, se pregunta por su parte si puede eclipsar aún más la estrella del canciller Gerhard Schröder, y opina: “Hace 15 años, los habitantes de Alemania del Este se contaban entre los más felices de Europa oriental. El muro había comenzado a desmoronarse. Cuando finalmente cayó, todo un país fue acogido con los brazos abiertos por los alemanes occidentales. No son skinheads los que ahora se suman al mensaje xenófobo del NPD, sino médicos y hombres de negocios. El canciller Gerhard Schröder es responsable de esta situación. Su paquete de reformas era necesario, pero él no logró preparar a la población para asumir los inevitables costos de la reunificación. Este es un juicio condenatorio de su incapacidad política.”