El desierto vuelve a florecer en Etiopía
20 de mayo de 2016A Johannes Schoeneberger, asesor alemn de la Sociedad para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán), desde hace seis años en Etiopía, el fenómeno de El Niño no lo tomó por sorpresa. Todo el mundo lo sabía.
Ahora, “con la ayuda del Programa Mundial de Alimentos, se ha puesto en marcha la mayor acción de la asistencia alimentaria del mundo", cuenta Schoeneberger. Debido a la larga sequía los depósitos de granos de Etiopía se quedaron vacíos.
Schoeneberger no es socorrista, es consultor en agricultura sostenible. La esperada lluvia llegó, pero más fuerte de lo habitual. "Como en todos los países montañosos, Etiopía sufre las consecuencias de la degradación y pérdida de capas fértiles de los suelos, resultado del pastoreo intensivo, la deforestación, la superpoblación y el uso cada vez mayor de los recursos naturales.
Los suelos son primero degradados y luego arrastrados por las fuertes lluvias", explica este experto alemán y da un dato aterrador: “La tierra cultivable que se pierde anualmente en Etiopía bastaría para llenar un tren de carga tan largo que su longitud daría dos veces la vuelta alrededor del ecuador”.
Represas que llenan de lodo
Otro dilema: en Etiopía se construyen represas que cuando llueve se llenan de la tierra arrastrada de las montañas. Estas son, según Schoeneberger, verdaderas “inversiones en lodo”. La gestión sostenible de la tierra implica detener la degradación de un tercio de las tierras cultivables del país. El gobierno etíope ha lanzado, por ello, un programa que cuenta con el apoyo financiero y técnico del Banco Mundial, Canadá, la UE y la GIZ.
"Un menor trabajo de la tierra, sea por parte de humanos o máquinas, y la preservación de los residuos de cultivos ayudan a proteger los suelos contra la erosión", dice Alexander Erlewein, de la Agencia de Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación, con sede en Bonn (UNCCD). También la rotación de cultivos y la siembra de plantas variadas en el mismo lugar son importantes para la formación de nutrientes.
La construcción de terrazas impide la desertificación
Según John Schoeneberger, “la construcción de terrazas ha permitido detener la erosión en regiones de Asia y América Latina”, en donde es práctica común. Las terrazas detienen grandes masas de agua, evitando así los deslizamientos de tierra.
Para estabilizar el suelo se plantan árboles y pastos. "A menudo también es suficiente esperar unos cinco años para que las semillas restantes en el suelo germinen. Así se ahorra una gran cantidad de dinero", asegura Schoeneberger.
En Etiopía se han rehabilitado así 390.000 hectáreas Gracias a estas medidas, el nivel de las aguas subterráneas ha aumentado considerablemente. Paisajes enteros del desierto han reverdecido, como se puede ver en imágenes de satélite. Y lo mejor: la productividad ha aumentado en cinco años, del 35 y al 80 por ciento. Un éxito del que todos se sienten orgullosos.