El dilema europeo ante China
31 de marzo de 2005Desde hace meses los 'tres grandes' de la Unión Europea, Gerhard Schröder, Jacques Chirac y Tony Blair, y sus 22 socios europeos se encuentran frente a una disyuntiva moral. ¿Puede levantar Europa el embargo de armas impuesto a China tras la matanza de Tiananmen? Una 'normalización' de las relaciones exige la cúpula china a Europa desde hace años. El embargo de armas fue impuesto por la UE hace 16 años como respuesta a la brutal represión estatal contra las protestas estudiantiles en la plaza de la paz celestial.
A cambio, Pekín ofrece al Viejo Continente algo que necesita urgentemente: pedidos millonarios a la industria europea que crearían miles de puestos de trabajo, y reactivarían por fin, la economía. De paso, Pekín promete a Alemania un firme respaldo a su aspiración de acceder a un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Activistas pro-derechos humanos, políticos europeos de todo color y representantes de confesiones religiosas advierten con razón que Europa no puede sacrificar sus valores morales y democráticos en aras del comercio e intereses económicos y políticos.
A final de cuentas, no hay ningún indicio de que China haya cambiado la situación en sus campos de trabajo forzosos, donde recluye a todo disidente político. El liderazgo comunista sigue renuente a liberar a los líderes del movimiento democrático de 1989. Los derechos humanos siguen siendo violados por parte del Estado y ése fue finalmente el argumento para imponer el embargo.
La última palabra del canciller
Ante la resistencia creciente de todos los partidos políticos alemanes a levantar el embargo, el canciller alemán Gerhard Schröder no tuvo miramientos para dejar en claro quién tiene la última palabra. "La política exterior la hace el gobierno federal", dijo Schröder ante el parlamento en Berlín. El principal argumento de quienes se oponen al levantamiento del embargo es la 'ley anti-secesionista', recién aprobada por Pekín, en donde dice claramente lo que hará en caso de que Taiwán se atreva a desprenderse oficialmente de la China continental: le hará la guerra por tierra, por aire y por mar. "Mientras China no suspenda la ley, la UE no puede levantar el embargo", señaló la líder del grupo parlamentario de Los Verdes, Katrin Göring Eckardt.
Otro argumento de peso es la postura de Estados Unidos. "Una decisión de la UE en solitario sería interpretada en Estados Unidos como si los europeos ignoraran los esfuerzos de Washington por mantener la estabilidad en la región, lo que provocaría una nueva fricción en las relaciones trasatlánticas", dijo el líder del grupo parlamentario democristiano, Wolfgang Schäuble.
Sin embargo, según advierten analistas alemanes, cuanto más intenta el canciller imponer su postura más obliga a su pequeño aliado en la coalición en el gobierno, Los Verdes, a tomar posiciones. A diferencia del parlamento, Los Verdes sí tienen voz y voto en la política exterior alemana. De adoptar el partido de tradición pacifista una postura fiel a sus principios, el canciller tendría un problema.
Lucha de poder
"Schröder está ciego y solo" dicen editorialistas alemanes. Sin embargo, pese a que el canciller se encuentra aislado internamente, en el plano europeo tiene un aliado en la ofensiva: Jacques Chirac. El presidente francés ha dejado varias veces en claro que Europa como potencia sólo puede existir en la medida en que tenga el mismo nivel técnico y militar que Estados Unidos. París incluso presiona a favor de una fusión de los astilleros de las marinas alemana y francesa y la creación de campeones europeos técnico-militares, como el fabricante de aviones y proyectiles EADS. Sin embargo los consorcios armamentísticos solo pueden crecer si tienen suficiente margen de expansión en los mercados. Mientras que Estados Unidos, la mayor potencia militar del globo, compra sólo armas "made in USA", países miembros de la UE como Polonia, hacen pedidos de aviones militares no a Europa, sino a Estados Unidos. Según París, los consorcios europeos necesitan clientes con capacidad de pago, como China.
Hasta hace unas semanas, Schröder, Blair y Chirac parecían decididos a favor de levantar el embargo, pero Washington ha movilizado todas sus influencias diplomáticas en contra. La repentina ruptura del eje Londres- París -Berlín, tiene poco que ver con consideraciones morales y sí mucho con una lucha de poder. Para algunos europeos resulta un cinismo que George W. Bush y el Congreso de Estados Unidos demanden que China respete los derechos humanos, cuando la superpotencia los ignora cada vez que se convierten en un obstáculo a sus intereses.
La argumentación estadounidense es estratégica: China, la futura potencia mundial, está armando a su ejército a una velocidad vertiginosa, lo que no solo inquieta a Washington, el aliado más estrecho de Europa, sino que también horroriza a democracias en el Pacífico, como Japón, Corea y Taiwán. Tras bambalinas, todos lo saben, se encuentra también la prioritaria defensa de Estados Unidos como potencia hegemónica.