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El dinero del futuro

Michael Braun
15 de junio de 2017

Los pagos digitales desplazarán al dinero en efectivo. Pero, las criptomonedas digitales no tienen bancos centrales que ayuden en caso de problemas. Los bitcoins encierran muchos riesgos.

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Bitcoin
Imagen: picture-alliance/dpa/J. Kalaene

La moneda artificial bitcoin, o criptomoneda, tiene programado un volumen máximo, es decir, no puede ser multiplicada a discreción. No obstante, las monedas digitales surgen como hongos después de la lluvia. A mediados de abril había "solo” 782 de esas monedas. A comienzos de mayo eran ya 830 y a comienzos de esta semana, 871. Su valor total sumado pasó de 27.000 a 112.000 millones de dólares.

No obstante, con bitcoins no puede pagarse casi nada. En Fráncfort del Meno hay 12 negocios que los aceptan; en Hamburgo, 13; en Berlín, 44 y en Stuttgart y Düsseldorf, dos. En Hamburgo, por ejemplo, es una pizzería, dice Jörg Quitzau, economista del Banco Berenberg. "Es decir, con bitcoins, uno puede alimentarse, pero solo con pizza”, agrega. Quitzay y su colega Henning Vöpel, del Instituto de Economía Mundial de Hamburgo (HWWI), lo analizaron en un estudio con el título "El futuro del dinero, el dinero del futuro".

 

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A pesar de que su valor aumenta constantemente (actualmente, un bitcoin cuesta unos 2.500 euros), los bitcoins no sirven como medio de conservación de valor, porque el tipo de cambio con relación a las monedas "reales" oscila enormemente. Si uno se ve obligado a vender bitcoins en un determinado momento, puede suceder que lo deba hacer en una fase de debilidad del bitcoin y pierda mucho dinero. Además, el valor del bitcoin a largo plazo tampoco está asegurado.

Cada vez menos gente paga en efectivo

Eso no quiere decir que no se pueda pagar en forma digital. En Alemania, actualmente el 80 por ciento de las compras se pagan en efectivo. Pero, se estima que hasta 2030 solo será el 50 por ciento. Sobre todo la gente joven paga con tarjetas bancarias o de crédito.

En otros países, tales como Dinamarca y Suecia, el dinero en efectivo ya casi no desempeña papel alguno. Todo se paga con las tarjetas. En el sur de Europa está autorizado pagar en efectivo solo hasta un determinado monto. En España, el límite son 2.500 euros; en Italia, 3.000 y en Grecia, 1.500. Exceptuadas están las compras de coches. La razón es que así intentan evitarse los negocios en negro y la evasión impositiva.

Los pagos digitales, sin embargo, nada tienen que ver con las criptomonedas. Tampoco la mayor de estas, el bitcoin, con una participación en el mercado del 80 por ciento, es creada por un banco central, sino por una red. Y, sobre todo, las monedas digitales, a diferencia de las  bancarias, no son de curso obligatorio, es decir, nadie tiene por qué aceptarlas si no lo desea. Además, no existe garante en última instancia. En el caso de las monedas "reales" son los bancos centrales los que siguen dando crédito cuando nadie más está dispuesto a ello.

Los riesgos de las criptomonedas

"Las criptomonedas no tienen la capacidad funcional de regular y garantizar una circulación monetaria ordenada", dice Vöpel. "Pero, donde de cualquier manera no existen ni sistemas bancarios operativos ni la correspondiente infraestructura, las criptomonedas podrían adquirir cierta importancia", agrega Quitzau.

Las criptomonedas están basadas en la tecnología de la cadena de bloques. Una cadena de bloques es un banco base de datos descentralizado, formado por unidades diseñadas para evitar su modificación una vez que un dato ha sido publicado. Eso permite identificar a los participantes en las transferencias monetarias y asegura una detallada documentación de los procesos.

No obstante, hay riesgos. Si una deuda en bitcoins se paga con bitcoins, el riesgo es menor. Pero si con bitcoins se paga una deuda en dólares, el monto en bitcoins puede multiplicarse si el tipo de cambio entre una y otra moneda ha caído mucho. Por el contrario, si el tipo de cambio sube, vale la pena esperar un par de días más para pagar la deuda, porque se necesitarían menos bitcoins. Hasta nuevo aviso, parece mejor, entonces, seguir pagando con la moneda respaldada por los bancos centrales.

Autor: Michael Braun (PK/DZC)