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El escándalo de Kurnaz es Guantánamo mismo

Mirra Banchón25 de agosto de 2006

El regreso de Murat Kurnaz después de años en Guantánamo prueba la gran mentira que representa esta cárcel: allí no se encuentra enjaulado, humillado y sin ley solamente "lo peor de lo peor" del terrorismo internacional.

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Ferdinand Muggenthaler, de Amnistía Internacional, y los abogados de Murat Kurnaz: Bernhard Docke y Baher AzmyImagen: AP

Con los ojos vendados y encadenados manos y pies llegó a Alemania Murat Kurnaz, el joven turco-alemán de 24 años, que pasó cuatro años y medio por el infierno de Guantánamo sin habérsele comprobado relación alguna con el terrorismo. Acusado en octubre de 2001 fue hecho prisionero, entregado a los norteamericanos y torturado en Paquistán; en noviembre del mismo año, pasado a una siguiente fase de tortura en Afganistán; y, en enero de 2002, trasladado a una jaula en el oprobioso centro de detención de Guantánamo.

La mentira central de Guantánamo

"La tortura en Paquistán y Afganistán fue más brutal; la de Guantánamo lo fue menos, pero para ello más sistemática", explicó Baher Azmy, su abogado norteamericano durante la conferencia de prensa que ofreció conjuntamente con su abogado alemán, Bernhard Docke, y con Ferdinand Muggenthaler, el representante de Amnistía Internacional. El propio Murat Kurnaz estuvo ausente de la conferencia de prensa, su estado físico y emocional no le permite enfrentar nada más.

Murat Kurnaz Bremer Taliban aus Guantanamo in die Türkei abgeschoben
Murat KurnazImagen: dpa - Bildfunk

"La vuelta a Alemania de Murat Kurnaz cierra el caso judicial más importante de Estados Unidos; no sólo porque al fin se hace justicia a un inocente, sino porque comprueba ante los ojos del mundo la mentira central de Guantánamo: que allí sólo están prisioneros "lo peor de lo peor" del terrorismo internacional", dijo Azmy.

Docke, Azmy y Muggenthaler fueron testigos de la llegada de este joven a Alemania y de su reencuentro con su madre. Al dar los primeros pasos y sin cadenas después de cuatro años y medio de cautiverio en una jaula, en donde estuvo todo el tiempo bajo una permanente luz de neón, se mostraba amable. "Verlo mirar el cielo estrellado en la oscuridad de la carretera fue conmovedor", cuenta Docke, quien explica que Murat Kurnaz, al que califica de amable y con sentido del humor, está y seguirá probablemente por algún tiempo en un mundo paralelo.

El delito de Murnaz

Su único delito, y eso se sabía ya desde otoño del 2002, fue haber estado "en el lugar equivocado, en el momento equivocado", declaró Azmy, quien explicó que además de toda la indignidad de estos años de tortura, el gobierno alemán le había retirado el permiso de residencia por haberse ausentado de suelo germano más de seis meses. "Pedimos que no se lo llame nunca más el talibán de Bremen", dijo en su conmovido discurso Azmy, "pues está comprobado que Kurnaz jamás formó parte de Al Qaeda ni fue talibán".

Elegante diatriba contra ambos gobiernos

Docke inculpó al gobierno del canciller Schröder de no haber movido un dedo por Kurat Murnaz debido a su ciudadanía turca, ni siquiera cuando, comprobada su inocencia, el gobierno de George W. Bush, ofreció en 2002 entregarlo a Alemania. "Aquí el gobierno roji-verde se hace corresponsable", remarcó Docke.

Mientras que la cancillería del ex ministro de Exteriores, Joschka Fischer, siempre achacó la culpa a las autoridades estadounidenses, el que sí haya sido posible la liberación de Kurnaz tan pronto la canciller Angela Merkel se hizo cargo del caso prueba que, pésele a quien le pese, hubo desidia. En caso de comprobarse ésta en sendas comisiones investigadoras del Bundestag y del Parlamento Europeo, la cancillería alemana se verá en problemas.

Por donde se vea, como dijeron sus abogados defensores, "el caso de Murat Kurnaz es un escándalo; pero el escándalo principal es Guantánamo mismo"