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¿El final de la era Löw?

28 de junio de 2018

Tras la debacle del mundial, la pregunta es si se puede impulsar una nueva era de la mano del viejo seleccionador nacional. Nadie habría imaginado que Joachim Löw pudiese caer tan bajo.

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Mundial 2018: billete de vuelta para la selección alemana.
Mundial 2018: billete de vuelta para la selección alemana. Imagen: picture-alliance/dpa/I. Fassbender

¿Habrá recordado Joachim Löw a Philipp Lahm o Miroslav Klose tras la derrota ante Corea del Sur en el Mundial? Ambos terminaron su carrera con la selección nacional tras alzarse con el título del Mundial de Brasil 2014. Si Löw hubiese hecho lo mismo, todos lo habrían entendido. Durante ocho años trabajó duramente para formar una nueva generación de futbolistas alemanes hasta conseguir el máximo galardón. No se puede llegar más alto. Pero aún así, Löw quiso continuar.

A  sus 58 años, se consideraba a sí mismo como "visionario y desarrollador”. Löw no veía el final de su viaje y aspiraba a llevar a otra generación de jugadores a la cima con un futbol aún más rápido, más vistoso y más exitoso. La amarga derrota en semifinales de la Eurocopa 2016 ante la anfitriona Francia no le hizo desistir y siguió aspirando al podio más alto: la quinta estrella que defendería en el Mundial en Rusia 2018.

Demasiados talentos

Solo un año antes, parecía que todo saldría a la perfección. En verano de 2017 las selecciones alemanas ganaron en tres días la Eurocopa Sub 21 en Polonia y la Copa de Confederaciones. Durante los preparativos para el Mundial de Rusia, la "Mannschaft” de Löw superó todas las espectativas. Ahí estaba la nueva generación. Todos los expertos coincidían en que el seleccionador tenía a su disposición una gran reserva de talentos para culminar el camino al título mundial, algo que también quedó confirmado durante la fase de clasificación. Löw parecía tener pasaje directo al título con un balance inmaculado de diez victorias en diez partidos.

¿Presagios ignorados?

Nadie dudaba de que el seleccionador tuviera todo bajo control, ni siquiera tras las decepcionantes actuaciones en partidos amistosos contra Inglaterra, Francia o España. Tampoco la derrota ante Austria o la magra victoria frente a Arabia Saudita minaron el optimismo. "Jogi” sabría manejar la situación. Alemania había conseguido llegar por lo menos hasta semifinales en todos los torneos en los que había participado desde 2006 y Löw parecía coincidir con esa opinión: "No me preocupa”, dijo tras el partido contra Arabia Saudita: "Cuando comience el torneo, allí estaremos”.

Löw alzando el título mundial en Friburgo.
Löw alzando la copa mundial en Friburgo. Imagen: picture-alliance/dpa

Pero entonces llegó el fiasco. Con sus tres actuaciones  en el Mundial, la selección alemana firmó su declaración de insolvencia. El campeón del mundo había fracasado. De los héroes de antaño como Mesut Özil, Sami Khedira o Thomas Müller solo se veía la sombra. Y el resto también parecía jugar como si todavía estuviese en el campo de entrenamiento.

Löw tuvo que entender que algo estaba saliendo realmente mal. Salvo dos porteros reserva y Matthias Ginter, todos los jugadores salieron al terreno de juego. No había una línea clara reconocible, pero sí una dirección a la que se dirigían irremediablemente durante los tres partidos: la "Mannschaft” ya no funcionaba como equipo. Se había descompuesto en unos jugadores indiferentes, algunos que, por lo menos, lo intentaban aunque no lo consiguiesen, y otros que entraron tarde al campo como para poder cambiar algo.

Se le pasó la hora

Después de la amarga debacle sería demasiado fácil acusar a Löw de haber cometido errores. Podría haber apostado por jugadores más jóvenes, podría haber llevado a Leroy Sané, Nils Petersen o Sandro Wagner, o podría haber previsto que el tema de Erdogan afectaría a Özil y Gündogan… "Acepto la responsabilidad”, declaró Löw en el momento más amargo de una larga carrera, que probablemente termine sin honores. Sus logros para el fútbol alemán son indiscutibles. Su gran fallo podría haber sido no haber entendido cuándo era el momento correcto de decir adiós.

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Autor: Stefan Nestler (JAG)