Cumbre energética en Berlín
5 de septiembre de 2010En medio de manifestaciones de protesta tiene lugar una cumbre de la coalición gubernamental de Berlín: la unión conservadora CDU/CSU y los liberales. A discusión está el plan de la canciller alemana, Angela Merkel, para el futuro de las centrales atómicas y el camino energético por el que optará Alemania los próximos años. Las posturas se han ido acercando y de la reunión se espera una decisión en cuanto al impuesto al combustible nuclear y la aprobación de tasas adicionales para el desarrollo de las energías renovables. Crucial es el tiempo de la prolongación de la producción de energía atómica y la cuestión de la seguridad de las plantas, comunica la Cancillería.
Una solución en paquete con distintos lapsos de prórroga para las plantas nucleares de acuerdo a la antigüedad y las condiciones de seguridad de cada una es, al parecer, lo que se está discutiendo en concreto.
Lo muy simple se volvió complicado
Lo que en un primer momento de la coalición gubernamental parecía muy simple –sin más, deshacer el acuerdo de abandono de la energía nuclear decidido por el gobierno de coalición verde-socialdemócrata en 2001- se tornó muy difícil.
Primero, al interior de la misma coalición había discrepancias: el ministro de Economía, Rainer Brüderle, pretendía una prolongación de entre 15 y 20 años; mientras que el ministro de Medio Ambiente, Norbert Rönttgen, desea una extensión de nueve años. Por otro lado, los consorcios de energía no estaban nada de acuerdo con las condiciones y la tasa a imponérseles.
“Otoño ardiente”
Y también complica el asunto la oposición; no hay que olvidar que fueron ellos los que decidieron optar por el cierre progresivo hasta el 2022 de las centrales nucleares del país; así que socialdemócratas y verdes prometen llegar hasta el Tribunal de Garantías Constitucionales en caso de que obvien la codecisión del Bundesrat, la Cámara Alta. En ella, la coalición actual no tiene mayoría.
En la cancillería se “está negociando la seguridad de la población por dinero”, declaró el líder de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel. La seguridad de los centrales nucleares contra posibles atentados, contra fugas atómicas y el problema de los desechos nutren la discusión. La líder de Los Verdes, Claudia Roth, le prometió desde ya al Gobierno de Berlín un “otoño ardiente”.
A todo esto se suma que Alemania se propone reducir en un 40 por ciento las emisiones de dióxido de carbono hasta 2020 y en un 85 por ciento hasta 2050 y que la canciller alemana se vende como el paladín de la reducción de emisiones. “De las grandes declaraciones de la canciller Merkel y de la coalición actual en cuanto a que presentarían un concepto amplio para la energía no ha quedado nada. La misma Merkel lo ha degradado a un servicio al lobby atómico”, declaró poco antes de la reunión Ulrich Kelber, líder de la bancada socialdemócrata.
Los señores atómicos
En los planes de la cancillería consta el "impuesto al combustible nuclear", a través del cual el gobierno espera recaudar a partir de 2011 y por un espacio de entre cuatro y seis años unos 2.300 millones de euros anuales para aliviar el presupuesto público y costear el saneamiento de depósitos de residuos nucleares. Una tasa adicional serviría para desarrollar las energías renovables.
Las operadoras energéticas reaccionaron indignadas a los planes y lanzaron una campaña mediática previniendo que los nuevos costos acabarían con la rentabilidad de las centrales. Los cuatro grupos de energía del país tienen un gran interés en prolongar lo más posible el funcionamiento de las centrales, pues al haber amortizado las inversiones en la mayoría de las plantas y debido al bajo precio del uranio -más barato que el carbón y el gas- los beneficios serían jugosos. Un 22,6 por ciento de la electricidad generada en Alemania proviene de las 17 centrales nucleares que operan en la actualidad.
Población sensibilizada al peligro atómico
Pocos debates tienen tanta carga ideológica en Alemania como el de la energía nuclear, que rechaza una parte de la población ya desde las grandes manifestaciones de las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado. Es más, una encuesta publicada la semana pasada por la televisión pública ZDF indica que 56 por ciento de los alemanes son contrarios a que sigan funcionando más allá de lo pactado y un 70 por ciento respalda el impuesto atómico. Un 81 por ciento de los alemanes ve con buenos ojos que se imponga una segunda tasa en caso de que se prolongue la vida de las plantas.
El movimiento antinuclear está en pie; una "nube radioactiva" de 2000 globos amarillos y negros vuelan sobre la capital y se lee en las pancartas: "Energía atómica: lo único seguro es el riesgo".
Autora: Mirra Banchón (dpa/afp/epd)
Editora: Claudia Herrera Pahl