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El legado de la Revolución Rusa en el arte

7 de noviembre de 2017

El Gobierno ruso es reticente a celebrar la Revolución de Octubre de 1917, pero su influencia de vanguardia en el arte está presente hasta el día de hoy, desde la moda hasta la arquitectura.

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Ausstellung Fashion for the people in Moskau
Imagen: DW/E. Sherwin

Hace 100 años, la Revolución de Octubre dio inicio a una nueva era en Rusia. Los bolcheviques habían derrocado brutalmente al régimen, colocando así la piedra fundamental para lo que posteriormente fue la Unión Soviética. Era una época de cambios políticos, sociales y económicos radicales. Y también por eso, las celebraciones del centenario de la Revolución Rusa se llevan a cabo en silencio en Rusia.

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Al Gobierno parece resultarle difícil festejar el cambio de régimen, por si a alguien se le ocurren ideas extrañas. Además de los cambios políticos, la Revolución Rusa trajo consigo una era de cambios culturales profundos. Cien años después, en la cultura rusa moderna aún hay numerosos testimonios del legado de esa época, marcada por una euforia creativa en lo que al arte se refiere.

En los años de la revolución, la atmósfera social estaba impregnada por el entusiasmo en la experimentación. La renovación del arte se llevó hasta su máxima expresión, con el surgimiento de movimientos como el suprematismo y el constructivismo, cuyos efectos estéticos se hacían sentir en todas las áreas de la creatividad, desde las bellas artes hasta la arquitectura y la moda.

Innovación en el arte

En aras de la Revolución de Octubre, los artistas rusos pretendían destruir el concepto de arte como medio exclusivo de unos pocos. Se concentraron en que la alta cultura llegara a un amplio público para democratizar el arte. Experimentaban con la abstracción y llevaron ese concepto hasta el límite. El suprematismo, inseparable de pintores como Kasimir Malewitsch, rechazaba cualquier tipo de representación figurativa.

Una obra de Kasimir Malewitsch.
Una obra de Kasimir Malewitsch.Imagen: picture-alliance/ dpa

El suprematismo se alimentaba del optimismo acerca de un futuro utópico. Los artistas experimentaban con ideas que creían útiles para un nuevo Estado socialista. El constructivismo, por el contrario, ponía en escena un pragmatismo que se expresaba en la escultura y en la arquitectura. Los representantes más importantes de ese movimiento eran Alexander Rodchenko y Liubov Popova.

Popova era de la opinión que el arte debía ser algo más que decoración. Que debería tener también una función. Ella y Rodchenko le escapaban a los roles tradicionales del arte y, en lugar de eso, diseñaban trajes para el teatro.

Según Irina Vakar, curadora de la Galería Tretiakov, de Moscú, el constructivismo surgió cuando los artistas tuvieron en claro que el nuevo gobierno quería nuevas ideas. "La gente necesita un nuevo mundo. Las casas deben ser renovadas. Las mujeres tienen que vestirse de otro modo. La gente necesita muebles nuevos", explica Vakar a DW.

El constructivista Alexander Rodchenko junto a su esposa.
El constructivista Alexander Rodchenko junto a su esposa.Imagen: DW/E. Sherwin

Formas radicales de convivencia

Esas ideas desembocaron también en el diseño arquitectónico en nuevas formas de trabajo. Al fundamento de los comunistas bolcheviques se sumó el deseo de crear una sociedad que se alejara de lo individual para acercarse a un grupo amplio de personas.

El mejor ejemplo de esa arquitectura constructivista es la Casa de la Comuna de Narkomfin, concebida por Moisei Ginzburg e Ignati Milinis como la expresión de los ideales socialistas. Propagaba una forma radical de la convivencia: contenía un jardín de infantes y un restaurante, para liberar a las mujeres de las tareas del hogar y posibilitarles participar en la construcción de una nueva sociedad.

Revivir de la moda revolucionaria

El centenario de la Revolución Rusa también se refleja en el mundo de la moda. Una exposición en el centro de compras GUM, de Moscú, se titula "Moda para la gente" y permite echar una mirada a los diseños de la época vanguardista, así como a las creaciones que inspiró en el presente. La marca rusa de moda Bosco tomó esos modelos para crear los equipos de los Juegos Olímpicos de Verano de Río de Janeiro en 2016.

El legado estético de la Revolución de Octubre

Finalmente, la era de la experimentación alocada terminó, víctima del pragmatismo estalinista. Planes ambiciosos, por ejemplo, para un "Palacio del Sóviet" se congelaron. También otros proyectos de Ginzburg quedaron en el camino. Sin embargo, en toda Moscú aún se puede ver la herencia de ese tiempo de innovación artística, a pesar de que los ideales políticos ligados a ella ya dejaron de ser relevantes.

Autora: Julia Chapman (CP/VT)

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