El legado tóxico del "brexit" de Theresa May
7 de junio de 2019Y así, May y sus bailes se van camino a lo que sea que el futuro les depare. Pero el futuro de su país, que ella profesa amar, es aún más nebuloso, si no completamente siniestro, gracias a su confusa, divisiva y engañosa postura en torno al "brexit".
Pero no fue solo su delirante creencia de pensar que podía ofrecer "lo mejor para el país". Fue la forma en que ella vendió al país, tanto en Bruselas como en la Cámara de los Comunes. Dicen que las apariencias pueden ser engañosas, pero su persona pública, que se mostró fría, rígida y marcada por la impresión de parecerse constantemente a un conejo atraído por las luces, no la volvió querible en un país cada vez más dividido y polarizado.
Y yo, por mi parte, tengo poca fe en alguien que confiese que lo más "pícaro" que hizo fue correr por un campos de trigo cuando era niña.
Una falacia
De un solo golpe, no sólo selló su propio destino, sino también el de las generaciones venideras con su frase: "Ningún trato es mejor que un mal trato". En el mejor de los casos, expuso una completa irresponsabilidad. En el peor de los casos, el intento de utilizar su autoridad como primera ministra para validar esa falacia es imperdonable.
Como británico que vive y trabaja en Alemania, no tengo la desgracia de despertarme todos los días con una sensación de hundimiento en un país que se está, efectivamente, hundiendo. Pero estuve en Londres para la primera marcha convocada por el People's Vote en octubre pasado y experimenté la ira y la desesperación, pero también la determinación de cientos de miles de personas, jóvenes y mayores, que estaban librando una lucha pacífica para intentar evitar que su país y el mío desaparezcan en el vórtice de un agujero negro.
May y, para que no se nos olvide, el líder laborista Jeremy Corbyn, que coincide con May en una ineptitud asombrosa, optó por ignorar la voluntad del pueblo. No encajaba con su interpretación de la voluntad del pueblo, de aquellos que votaron en 2016 para abandonar la UE. Pero lo cierto es que en los últimos tres años se dio un cambio en la percepción y el estado de ánimo como resultado del desastroso manejo de las negociaciones por parte de May. Si hoy se votara, muchos de los que se votaron a favor del brexit votarían por quedarse.
Cosechar lo sembrado
Al anunciar su despedida, May dijo que estaba orgullosa de haber servido a su país. No sé a qué servicio se refería. Su flaco servicio ha sido dejar el país más asqueroso y polarizado que nunca. Un país que se ha vuelto casi imposible de gobernar.
Ahora que tiene algo de tiempo libre, May podría desear buscar a su predecesor, David Cameron, cuyo lío heredó y de alguna manera se las arregló para tomar el siguiente nivel de incompetencia, y unirse a él en la oscuridad cercana a su jardín para discutir los méritos o no de llevar a un país a la ruina.
No es que ella, o Cameron, tengan que cosechar lo que han sembrado. La nota a pie de página de May en la historia está asegurada como una de las peores primeras ministras que ha visto el Reino Unido - y eso ya es decir bastante, dado el historial de algunos de sus predecesores. En lugar de ello, se dejará en manos del próximo primer ministro la tarea de intentar salvar a un país que ha sido arrastrado a las oscuras profundidades o que lo sumerja aún más en la miseria.
Y ahora, después de mis anteriores reflexiones sobre la Dancing Queen, voy a meter la pata: mientras escribo estas palabras tengo que confesar que no puedo quitarme de encima la necesidad de gritar "Todo está perdonado, por favor, vuelve", mientras evalúo las diversas opciones y contemplo la peor posible para reemplazarla.
Tiene razón: no vale la pena pensar en ello.
(dg/cp)
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