El muro y el arte
2 de marzo de 2007Recientemente, los jueces del más alto tribunal de Alemania han debido decidir sobre cuestiones como los documentos oficiales que pueden o no ser publicados, o si las cajas de seguros médicos están obligadas a cubrir gastos por inseminación artificial en parejas no casadas.
Un regalo con espinas
Por si fuera poco, ahora los magistrados deberán resolver otro caso peculiar. Todo comenzó en el verano de 2001, cuando el entonces presidente del Bundestag, Wolfgang Thierse, regaló al ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, dos fragmentos del Muro de Berlín.
Las piezas están colocadas desde entonces en el Jardín Escultorico de la ONU, en Nueva York. En su superficie se encuentra aún dibujos realizados por el artista Kani Alavi.
Éste ha demandado al Estado alemán por una suma de 75.000 euros, por tres razones que considera relevantes: una, que no fue invitado al acto de 2001; dos, que no le fue otorgado el crédito correspondiente durante la ceremonia; y tres, que no se le solicitó su autorización para llevarse una de sus obras de arte.
El arte y el derecho
Desde el punto de vista jurídico, el caso obliga a definiciones que podrían resultar hasta chuscas. Por ejemplo, debe establecerse si para la ley el Muro de Berlín era un objeto móvil o inmóvil.
Así se podría determinar si la relación del emblemático objeto con la ciudadanía provocaba en ésta auténticas representaciones de arte.
Esta pretensión artística iría en contradicción con las fuerzas colectivas que alguna vez se estrellaron contra el muro, y que con el paso de las décadas conformaron un ambiente que hoy es visto con nostalgia y ansia cimercial.
El Muro de Berlín era, en efecto, una especie de creación colectiva. Pero cuando el dinero aparece, el altruismo hace lo contrario. Tal dialéctica demuestra también que los pintores del muro alguna vez realizaron sus obras pasando por alto toda consideración relacionada con la propiedad; hoy, en cambio, promueven de manera vergonzante que nadie ponga un dedo sobre sus pinturas.
Arte y realidad
El episodio proporciona material inmejorable para alimentar la eterna discusión sobre lo que es arte y lo que no lo es. El debate, de hecho, forma parte de la materia misma del arte moderno, desde que Marcel Duchamp dio a conocer su obra "Urinoir".
No sorprende, pues, el hecho de que hasta el momento los juristas no actúen con comodidad en tales terrenos. Por ejemplo, el Tribunal Social de la Federación decidió hace poco que los tatuajes no constituyen una obra de arte y, por tanto, quienes los elaboran no tienen derecho a prestaciones dentro de la caja de gastos médicos para los creadores.
Pero quizá las cosas cambiarían desde el punto de vista jurídico si el secretario de la ONU recibiera como regalo un brazo pintado con dibujos de este tipo.