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Tarea hercúlea

18 de junio de 2012

Los enemigos del euro no lograron imponerse en las elecciones griegas. Sin embargo, los donantes internacionales no deberían menospreciarlos como nuevos factores de poder, opina Spiros Moskovou.

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Imagen: dapd

Después de un largo tiempo, Grecia y Europa respiraron con cierto alivio. Tras las elecciones parlamentarias de este domingo, la mayoría en el Parlamento europeo pertenece a los dos partidos que apoyan la permanencia de Grecia en la eurozona y la prosecución de los programas de austeridad y de las reformas estructurales.

Rotundo vencedor resultó el partido Nueva Democracia (ND), liderado por Antonis Samaras, que probablemente forme coalición con el socialista PASOK, de Evangelos Venizelos. Los dos partidos populares que llevaron a la ruina a Grecia con su política irresponsable de décadas deben ayudar ahora a ese país a recuperarse.

Y es esa justamente la tarea que no resultará fácil en absoluto. Actualmente, Grecia vive gracias a las inyecciones de dinero de sus donantes internacionales, es decir, el Fondo Monetario Internacional, la Unión Europea y el Banco Central Europeo. Tanto el ND como el PASOK prometieron a su electorado renegociar las condiciones correspondientes. Pero el margen de maniobra para nuevas negociaciones es estrecho, y no porque los donantes sean inflexibles -una suposición ampliamente difundida en la opinión pública helena- sino porque los socios de Grecia desconfían de la política ateniense. Los Gobiernos griegos de los últimos tres años recortaron masivamente los ingresos de empleados y jubilados, por ejemplo. Sin embargo, apenas llevaron adelante las necesarias reformas estructurales y las medidas para frenar la evasión impositiva. Ahora, el ND y el PASOK dicen que harán todo eso mejor.

Spiros Moskovou, redactor de Deutsche Welle.
Spiros Moskovou, redactor de Deutsche Welle.Imagen: DW

Entre los donantes y el pueblo griego

El nuevo Gobierno griego tiene por delante un difícil acto de equilibrio. Después de todas las dilaciones y retrocesos de los últimos años, debe demostrar ahora a los socios europeos su decisión de sanear el país. Al mismo tiempo, se enfrenta a una opinión pública sumida en la incertidumbre, a la que un cambio social tan radical tomó totalmente desprevenida y que no está dispuesta ahora a cargar con nuevas medidas sin perspectivas de que la situación mejore en un futuro próximo.

En ese sentido es naturalmente positivo el hecho de que, en los últimos tiempos, no solo en París, sino también en Berlín se llegara a la conclusión de que no hay alternativa para una política de ahorro en el sur de Europa si no se la acompaña, al mismo tiempo, de un programa de crecimiento económico.

En la articulación del descontento social juega un papel importante el segundo mayor partido griego, SYRIZA, una alianza radical liderada por Alexis Tsipras, la nueva estrella carismática a quien nadie considera capaz de constituir una oposición constructiva en el país heleno. Tsipras, que logró asegurar un 27 por ciento de los votos para su pequeño partido fundado hace tres años, quería abandonar los contratos de rescate de Grecia junto con los planes de austeridad. Si bien Europa puede respirar aliviada porque SYRIZA no resultó vencedor en los comicios de este domingo, ese partido no desaprovechará la oportunidad de hacer demostraciones de su recién adquirida fuerza, tanto en el Parlamento como en las calles. En suma, el nuevo Gobierno griego se enfrenta a tareas hercúleas.

Autor: Spiros Moskovou (CP)
Editora: Rosa Muñoz Lima