El póquer de Ahmadineyad
30 de agosto de 2006La Repubblica, de Roma, apunta: "Dos días antes de que expire el ultimátum de la ONU, el presidente Ahmadineyad no ha dejado pasar la oportunidad de volver a provocar. (...) Él demanda un duelo televisivo con el presidente estadounidense. (...) Junto al representante de la superpotencia global quiere perfilarse como portavoz del mundo islámico. A este objetivo se ha dedicado desde el primer día de su presidencia, atacando a Israel y poniendo en duda el Holocausto. Y a ese objetivo supedita ahora también su política nuclear."
Irán se acerca a su objetivo
Le Figaro, de París, comenta: "La respuesta iraní es hábil, pero no muy original. Basta para sembrar la discordia entre las grandes potencia. Los estadounidenses clamarán por sanciones, en las que nadie cree, mientras los chinos y los rusos volverán a manifestarse en contra de castigos que perjudicarían sus intereses en Irán. Los franceses y los europeos oscilarán entre ambos bandos y se forzarán a encontrar un consenso que no existe. En vista de las tensiones en el Medio oriente, tienen buenas razones para estimar que no se puede desdeñar la oferta iraní de diálogo. Una vez más, Teherán está en pie de lograr el resultado que desea: un plazo adicional para poner a trabajar sus centrífugas y acercarse al momento en que la república islámica disponga de los medios para construir la bomba atómica."
La hora de las sanciones
Die Welt, de Berlín, opina: "El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, elige la confrontación. Él no apuesta por el uso civil de la energía atómica- él aspira a la bomba atómica. Su negativa (a las demandas) del Consejo de Seguridad de la ONU y su amplia oferta no admite otra interpretación. (...) Ahmadineyad se fía de las discrepancias entre los miembros del Consejo de Seguridad y espera que la ONU se auto-bloquee. La tarea más difícil consistirá, efectivamente, en convencer a Rusia y China de que se sume a una misma posición. Pero, a diferencia de lo que cree el presidente de Irán, este obstáculo puede ser superado. Moscú no puede estar interesado en que Irán tenga armas nucleares. Ha llegado la hora de las sanciones.
Juego peligroso
El Basler Zeitung, de Basilea, señala: "Por el momento al presidente Ahmadineyad le resulta fácil jugar al póquer, sabiendo que es probable que Occidente no tenga buenas cartas en la mano: es demasiado inseguro que Rusia y China vayan a apoyar la aplicación de sanciones. Sin embargo, al igual que en el póquer, la apuesta sube continuamente. Para Ahmadineyad se vuelve cada vez más difícil retirarse en el momento oportuno. Por otra parte, llegará la hora en que la contraparte ya no tenga tan clkaro que Irán todavía no puede construir la bomba. ¿Caerán Estados Unidos e Israel en el fatalismo y aceptarán entonces la bomba iraní, más o menos como en el caso de Corea del Norte? Probablemente no. El mundo podría cambiar realmente, aunque no necesariamente del modo que imagina Ahmadineyad. Cada jugador de póquer se pasa a veces de la raya y pierde así todo de un golpe. Sería mejor que Teherán aceptara todavía las concesiones que arrancó a Occidente y pusiera fin al juego."