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El Papa lima asperezas en Turquía

Emilia Rojas S.29 de noviembre de 2006

Positivas reacciones ha cosechado Benedicto XVI en su visita a Turquía, donde ha enfatizado su llamado al entendimiento entre cristianos y musulmanes, desvirtuando los temores previos en el país anfitrión.

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Benedicto XVI en Éfeso.
Desde Éfeso, Benedicto XVI enfatizó su llamado a la reconciliación.Imagen: AP

No hubo grandes multitudes en la misa que celebró Benedicto XVI en la segunda jornada de su visita a Turquía, un país donde se estima que apenas viven unos 20.000 católicos y un total de aproximadamente 200.000 cristianos de diversas confesiones. Pero eso no aminora en absoluto el impacto de la presencia del Papa. Y tampoco resta resonancia a su llamado a la concordia entre cristianos, judíos y musulmanes en el Cercano Oriente, que enfatizó este miércoles en el santuario mariano de Éfeso, donde según la tradición vivió sus últimos años la Virgen María.

Puente entre culturas

En ese lugar cargado de un simbolismo especial, ya que también los musulmanes veneran a María como madre de un gran profeta, el Pontífice católico volvió a enfatizar las coincidencias entre las religiones y a destacar la función de Turquía como "un puente natural" entre Oriente y Occidente. "Pidamos desde aquí paz y reconciliación para todos aquellos que viven en la región que cristianos, Judíos y musulmanes consideran Tierra Santa", dijo el Papa.

Pese a su actitud conciliatoria, Benedicto XVI no dejó de mencionar las dificultades que enfrenta la minoría católica en Turquía. También recordó al sacerdote Andrea Santoro, quien fue asesinado en febrero pasado por un joven en plena crisis desatada por las caricaturas de Mahoma que provocaron las iras del mundo islámico. Pero esta vez las palabras del Papa no han sido objeto de polémica, a diferencia de las que pronunció durante una visita a Alemania, citando a un emperador medieval que criticó la violencia musulmana. Ese episodio, que provocó protestas y críticas previas a la visita a Turquía, por lo visto ha quedado superado.

Efectos políticos

Unánimemente favorables son las reacciones que ha despertado ahora Benedicto XVI en Turquía. La prensa local destaca su mensaje de paz y afirma que los temores acerca de la actitud del Pontífice eran infundados. En estas apreciaciones positivas de seguro influyó también el hecho de que el jefe de Iglesia Católica haya apoyado las aspiraciones turcas de ingresar a la Unión Europea, según la versión del primer ministro Recep Tayyip Erdogan. Ciertamente, el Vaticano la ha matizado, aclarando que no le corresponde al Papa pronunciarse en la materia. No obstante, la Santa Sede dejó en claro que ve con buenos ojos el camino del diálogo y el acercamiento de Turquía a Europa. Y eso basta para que el gobierno de Ankara lo considere un respaldo que puede exhibir a su favor.

En Bruselas, entretanto, se ha tomado nota de la habilidad con que Erdogan manejó el tema. Sin embargo, los efectos políticos han sido limitados. De hecho, la Comisión de la Unión Europea ha recomendado frenar en parte las negociaciones sobre una futura adhesión turca, excluyendo de la agenda ocho capítulos relacionados con asuntos de comercio y relaciones exteriores. El motivo: la negativa de Turquía a dar libre acceso a sus puertos y aeropuertos a Chipre, que es miembro de la UE. Mientras problemas como éste y varios otros no se superen, tampoco las bienintencionadas palabras del Papa podrán allanar el aún pedregoso camino de Ankara a Bruselas.