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UE: cumbre del euro

27 de octubre de 2011

La cumbre de la UE ha aprobado un amplio paquete de medidas para hacer frente a la crisis de deuda de Europa. Las esperanzas se avivan, opina el corresponsal de Deutsche Welle en Bruselas, Christoph Hasselbach.

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Ésta estaba obligada a ser una “cumbre de cumbres”, la solución definitiva contra la crisis del euro. En el pasado año y medio hemos visto pasar una cumbre tras otra; las últimas, separadas por lapsos cada vez más cortos. El resultado tiene que convencer de una vez por todas a los mercados, se ha advertido en vísperas de cada una de estas cumbres. Pero, a la postre, sumas cada vez más imponentes han debido ser acordadas y medidas cada vez más drásticas discutidas, pues los mercados no se han dejado impresionar.

El paquete, por fin

¿Qué pasará esta vez? Pocas veces un encuentro de Jefes de Estado y de Gobierno ha despertado tan altas expectativas como éste. Fue una larga noche. Sobre la recapitalización de los bancos se llegó a un acuerdo relativamente rápido. Más difícil se tornó, sin embargo, la discusión sobre el llamado “apalancamiento” del Fondo Europeo de Estabilización Financiera (FEEF), que había sido ya el tema de la discordia en Alemania en los últimos días. Las negociaciones en torno a la rebaja de deuda de Grecia y la participación de los bancos se extendieron luego durante horas. Carecía de sentido buscar acuerdos en otros temas, mientras no se aclarasen estos puntos. Apenas alrededor de las 3:30 de la madrugada se filtró que los bancos renunciarían voluntariamente a la mitad de los pagos pendientes de Grecia.

Tiempo ganado

Esto viene a ser lo mínimo necesario para darle un respiro a Grecia y, al mismo tiempo, lo máximo a lo que están dispuestos los bancos. Está por ver si el paquete se convertirá, esta vez realmente, en el gran golpe de la victoria, si tendrá el efecto deseado sobre los mercados.

Como sea, en principio, se ha vuelto a ganar tiempo. Este tiempo es valioso y tiene que ser empleado sin lugar a dudas en la desagradecida, pero absolutamente necesaria labor de consolidación en cada uno de los países miembros. Y justo en este sentido ha sucedido lo más sorprendente de esta doble cumbre de Bruselas: Merkel y Sarkozy, entre otros, habían presionado al para muchos ya incorregible Berlusconi el domingo a que presentase urgentemente reformas, en aras de la salvación de la zona euro. ¿Y que ha pasado? Tres días más tarde, ¡Berlusconi pone sobre la mesa una reforma de pensiones! Más aún: Italia se ha comprometido incluso con un plan concreto de reducción de su deuda y España, con un programa de saneamiento.

Aprovechar el momento

Esto aviva las esperanzas. Claro, no habría ocurrido seguramente sin la presión de la política y los mercados financieros. Y es posible que, tan pronto como la situación se estabilice, se debiliten también los ánimos de reforma.

Justamente por ello, se hace imprescindible arreciar la labor de consolidación y de control recíproco entre los países del euro. La solución más limpia sería seguramente hacer cambios al tratado. Pero éstos costarán mucho tiempo. Recordar las discusiones de años para llegar al Tratado de Lisboa más bien intimida. Es un objetivo a largo plazo que vale la pena considerar. Pero entretanto, hay que actuar, aquí y ahora.

Autor: Christoph Hasselbach, Brusselas /RML

Editor: Enrique López Magallón